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Acciones micropolíticas: ciudadanía sin partidos ni sindicatos

En la sociedad comienza a arraigar una nueva forma de hacer política desde la ciudadanía gracias a la posibilidad de trabajar en red

En 1912 un politólogo bielorruso, Moisei Ostrogorski, criticó el sistema de partidos políticos como vehículo de la participación ciudadana ya que, lejos de facilitar una respuesta racional a los problemas sociales, lo único que los partidos deseaban eran adhesiones religiosas en su búsqueda de poder. Para captar seguidores enfocaban sus misivas hacia las emociones de la ciudadanía y no hacia la razón, lo que en modo alguno facilita la solución de los conflictos o la implantación de políticas adecuadas.

Pocas cosas han cambiado desde hace ya un siglo con respecto a los partidos políticos y el hooliganismo profesado por sus fans, de lo que es indicativo la existencia de núcleos duros de votantes que nunca jamás votarán a otro partido por mucho que se demuestre que los suyos son auténticos delincuentes. Como solución, Ostrogorski propugnaba operar políticamente desde grupos ciudadanos enfocados a resolver problemas políticos concretos. Cien años después, esto está ocurriendo.

En el año 2004, un grupo de personas decidió que lucharía jurídicamente contra el canon en los soportes digitales. Cada CD o DVD que se vendía en nuestro país tenía un sobreprecio que iba destinado a las entidades de gestión de la propiedad intelectual (de las que las más conocidas son la SGAE y CEDRO).

Dado que el Estado es el mayor necesitado de soportar información, resultaba que la actividad estatal de registro estaba satisfaciendo ingentes cantidades a estas asociaciones privadas. Veinte personas litigaron reclamando el importe del canon. El sistema organizativo que se siguió fue sencillo: en la web derecho-internet.org se publicó toda el conocimiento necesario para efectuar una reclamación y se propuso el procedimiento que debía seguirse.

Este patrón, publicación en la web de un conocimiento relevante más una propuesta de procedimiento para la resolución de un problema concreto, se ha reiterado posteriormente en muchas otras acciones conocidas: la plataforma de afectados por la hipoteca, la plataforma de afectados por la hepatitis C, la reclamación contra las eléctricas (estafaluz.com), la reclamación sobre la privacidad de los datos de Facebook (Europe vs. Facebook), la lucha contra la privatización sanitaria, contra la privatización del Canal de Isabel II, contra la implantación de Eurovegas, en favor del derecho a grabar los plenos de los ayuntamientos…

Estas acciones se inician bien por una persona, bien por un colectivo, fuera del ámbito de los partidos políticos o sindicatos y van creando desde la nada un sistema organizativo propio. Puede tratarse de una mera lista de correo en la que se coordinan los miembros, puede organizarse bajo un sistema clásico territorial con células en cada localidad, o mediante proyectos que se activan y desactivan según las necesidades. El sistema es altamente dinámico y mutable y supone la intervención en dos capas: la comunicativa, para la que se utiliza la red, y la territorial, que se realiza en la calle, en los mismos dominios que el activismo tradicional.

Podemos identificar estas acciones micropolíticas en muchas actividades en la red. Una de las últimas la acaba de iniciar el realizador Stéphane M. Grueso, quien ha difundido en su blog los mismos tuits por los que una persona fue sancionada al criticar a la policía local del tinerfeño pueblo de Güímar. Al mismo tiempo, ha puesto en conocimiento del Ayuntamiento la difusión de tales tuits. Como Stéphane afirma: «Una vez que me llegue la sanción. Pues lo que toca: a discutirlo en los tribunales». Se trata de defender en sede judicial la invalidez del artículo 37.4 de la recientemente aprobada Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, más conocida por la ley mordaza.

El conocimiento de la acción se publica para que se utilice por quienes deseen luchar en igual sentido. Se trata de un conocimiento clonable y mutable que configura un procomún digital del que se beneficia la ciudadanía en su conjunto pues en el caso de obtener un resultado favorable éste se aplica a toda la sociedad.

Recordando a Hannah Arendt, mediante la acción y el discurso los hombres muestran quienes son. Sea pues bienvenida esta nueva manera de hacer micropolítica ciudadana, una manera donde la acción se halla íntimamente trenzada con su propio discurso y se aparta lo máximo posible del mal ejemplo de la delincuencia gobernante.

Javier de la Cueva acaba de publicar el «Manual del Ciberactivista Teoría y práctica de las acciones micropolíticas».

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