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El papel de los artrópodos beneficiosos en la sociedad futura

Este temor a los artrópodos o entomofobia podría tener su origen, más que en miedos ancestrales subconscientes, en la desinformación suministrada en la etapa infantil

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana,
tras un sueño intranquilo,
encontróse en su cama convertido
en un monstruoso insecto»
.

Con estas palabras exactas da comienzo La Metamorfosis de Franz Kafka (Die Verwandlung, en su título original en alemán), relato publicado en octubre de 1915 y que está próximo a cumplir un siglo de existencia, en el que se narra la historia de un comerciante de telas que vive con su familia, quien de pronto un día amanece convertido en un enorme insecto.

Y es que desde la antigüedad estos animales han sido fuente de inspiración artística y están profundamente insertados en la vida del ser humano, en aspectos cognitivos, afectivos y de comportamiento. Sin embargo mucha gente muestra un excesivo temor y repulsión – generalmente infundado – hacia los artrópodos, especialmente en la llamada sociedad occidental. Que le pregunten a la familia del pobre Samsa. Ahora bien, los artrópodos constituyen el grupo más numeroso y diverso del reino animal. Por simplificar, en este filo se incluyen los invertebrados que poseen un esqueleto externo y unos apéndices articulados, véase insectos, arácnidos y crustáceos, entre otros menos mediáticos. Ciertamente la vida tal y como la conocemos no sería posible sin la presencia de estos animales.

Este temor a los artrópodos o entomofobia podría tener su origen, más que en miedos ancestrales subconscientes, en la desinformación suministrada en la etapa infantil, donde se elaboraría la idea de que los artrópodos son generalmente peligrosos. Y evidentemente algunos lo son, bien sea por las molestias y complicaciones derivadas de sus picaduras – como la transmisión de patógenos – pasando por los que merman considerablemente las cosechas. Mientras tanto, en contadas ocasiones se exponen los beneficios que poseen muchos de estos seres, tales como la descomposición de la materia orgánica, la trascendencia alimentaria en el caso de los polinizadores – vitales para la producción de alimentos y los medios de vida de los humanos – o la contribución a la mejora de la calidad de vida con la elaboración de materiales como la seda natural o ciertos colorantes. Pero la cosa no acaba ahí, existen otros usos excepcionales – y menos divulgados – ampliamente empleados en el pasado y cuya relevancia futura está asegurada. Y si no, al tiempo.

1) Los artrópodos forman parte de la medicina tradicional desde hace miles de años, no obstante los estudios en esta área de investigación son escasos y todavía hoy existen multitud de facetas por desarrollar. El uso terapéutico de los artrópodos y de ciertos productos derivados de éstos se conoce como entomoterapia. En concreto, los artrópodos picadores parecen constituir una fuente muy importante de recursos para la investigación farmacológica, si bien han recibido poca atención debido al menosprecio que la mayoría de la población demuestra por esta clase de animales, a pesar de que son concentradores de principios activos. Algunas moléculas que forman parte del veneno de ciertas especies de abejas y escorpiones poseen propiedades beneficiosas para el ser humano gracias a las cuales se pueden obtener medicamentos como antibióticos y analgésicos. Además, los beneficios de los artrópodos se extienden a otros campos de la ciencia, como el desarrollo de nuevos repelentes y bioinsecticidas fabricados a partir de sustancias naturales extraídas del veneno de algunas arañas. El progreso de las nuevas tecnologías está permitiendo avanzar rápidamente en la investigación bioquímica de las estructuras moleculares que están presentes en el veneno de muchos artrópodos, lo que ya se está traduciendo en el descubrimiento de sustancias que podrán ser sintetizadas a nivel de laboratorio y distribuidas comercialmente.

2) La ingesta de artrópodos por los seres humanos complementa la dieta de aproximadamente 2.000 millones de personas, y se trata de un hábito que siempre ha estado presente en nuestra conducta alimentaria como especie. Sin embargo, hasta hace poco la entomofagia no había atraído la atención de instituciones de investigación ni medios de comunicación. La FAO lleva trabajando desde 2003 en temas relativos a los insectos comestibles en numerosos países de todo el mundo. El crecimiento demográfico, la urbanización y el crecimiento de la clase media han aumentado la demanda de alimentos a escala mundial. En este punto, los artrópodos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado, siendo especialmente importantes como complemento alimenticio para los niños desnutridos porque muchas especies contienen niveles elevados de ácidos grasos, fibra y oligoelementos. Además la cría y recolección pueden ofrecer importantes estrategias de diversificación de los medios de vida, así como generar oportunidades empresariales en las economías desarrolladas, en fase de transición y en desarrollo. A pesar de las múltiples ventajas, la aprensión del consumidor sigue siendo una de las grandes barreras para que – sobre todo los no crustáceos – se consideren fuentes viables de proteína en numerosos países occidentales. No obstante, la historia demuestra que los modelos de dieta son susceptibles de cambiar rápidamente, especialmente en un mundo globalizado.

3) El control biológico de plagas es una técnica milenaria que utilizaron culturas como la china en el siglo III. Sin embargo fue a partir de finales del siglo XIX cuando dicho control comenzó a despertar un gran interés, si bien dejó de practicarse con la generalización de la lucha química. Aunque en el pasado el empleo de estos plaguicidas contribuyó a solucionar problemáticas relevantes a nivel mundial, es innegable que el camino para alcanzar una solución sostenible y respetuosa con el medio ambiente transita por la senda de la progresiva reducción química. Para muestra, un botón. Los efectos de los plaguicidas en la salud pueden ser diversos, incluyendo cáncer, problemas reproductivos, alteración del sistema inmunológico, disrupciones hormonales, alteraciones en el comportamiento y disminución de la inteligencia, por no hablar de graves perjuicios en el ecosistema como la contaminación de las aguas, el declive de los polinizadores o la bioacumulación. En consecuencia, en la actualidad el manejo de plagas debe ser abordado integralmente, aplicando una combinación de diferentes metodologías basadas principalmente en el control biológico, cultural, mecánico y, en último término y bajo estrictas circunstancias, químico. Y es aquí donde los artrópodos pueden ser altamente provechosos, ya que la utilización de enemigos naturales – organismos vivos que reducen las poblaciones de otros organismos perjudiciales – ha demostrado ser una buena alternativa frente al uso indiscriminado de biocidas. Las posibilidades son diversas: desde el empleo de minúsculos crustáceos en el control de larvas de mosquito de importancia sanitaria hasta la utilización de depredadores como ácaros, dípteros o chinches para combatir ciertas plagas de cultivos de relevancia económica. En un escenario mundial donde los efectos y daños producidos por diferentes plagas son frecuentemente devastadores y donde existen más de medio millar de artrópodos que han mostrado resistencias a diferentes clases de insecticidas, la investigación en torno a estos enemigos naturales como método de lucha biológica es primordial.

A tenor de lo expuesto, la próxima vez que sientan un deseo irrefrenable de aniquilar a cualquier pobre bicho despistado que se cruce en su camino tengan algo presente: los primeros artrópodos aparecieron en este mundo hace más de 500 millones de años, los primeros primates homínidos lo hicieron hace aproximadamente 2,5 millones de años y el ser humano moderno hace apenas 150.000 años, prácticamente en el último suspiro del calendario cósmico. A la postre y aunque sea en un ejercicio de egoísmo moral, juzguen ustedes mismos sobre quién necesita a quién.

Para saber más

FERNÁNDEZ-RUBIO F, FERNÁNDEZ-CAPARRÓS LM & SORIANO HERNANDO O. 2014. Artrópodos en medicina y veterinaria. Tercera Edición. Ed. Ministerio de Defensa, Gobierno de España. 643 pp.

COSTA NETO EM. 2005. Entomotherapy, or the medicinal use of insects. Journal of Ethnobiology, 25(1): 93-114.

FOOD AND AGRICULTURE ORGANIZATION OF THE UNITED NATIONS. 2013. Edible insects: future prospects for food and feed security. Disponible en Internet en: [http://www.fao.org/docrep/018/i3253e/i3253e00.pdf]

BENÍTEZ LEITE RS. 2012. Plaguicidas y efectos sobre la salud humana: un estado del arte. 98 pp.

Pedro María Alarcón-Elbal es especialista en entomología sanitaria y
trabaja actualmente en la Universidad Agroforestal Fernando Arturo de
Meriño (UAFAM) y en el Rancho Baiguate, en Jarabacoa, República
Dominicana.

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