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El discurso capitalista como forma de vínculo social, sus consecuencias y… ¿alternativas?

Una reflexión en torno a la Teoría de los Cuatro Discursos del psicoanalista Jacques Lacan

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¿Por qué los ideales imperantes en la sociedad parecen arrastrarnos al aislamiento y la desigualdad? La crisis actual en el vínculo social no es algo puramente coyuntural, circunstancial o pasajero sino que se ha introducido en la esencia, en la estructura de nuestra forma de vida.

La Teoría de los cuatro discursos del psicoanalista Jacques Lacan formaliza las cuatro maneras posibles de establecer vínculo o lazo social entre dos o más seres hablantes. En todas ellas deberán ponerse en juego necesariamente cuatro elementos: 1º, un sujeto faltante o deseante; 2º, un ideal-amo (enigmático e imperativo); 3º, un saber;  y 4º, un objeto de goce perturbador.  

Estos cuatro elementos se irán combinando de manera diferente en cada discurso, relacionándose según una estructura fija de cuatro lugares definidos así:

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Esta estructura albergará y determinará el funcionamiento de los cuatro elementos iniciales en función del lugar en el que se instalen. Las dos barras horizontales sitúan en la zona superior los elementos visibles y conscientes (ocuparán los lugares del AGENTE y del TRABAJO), y en la zona inferior los elementos ocultos o inconscientes (lugares de la VERDAD Y el PRODUCTO). Como puede apreciarse, la relación esperada entre el PRODUCTO Y LA VERDAD queda interrumpida por una barrera ”I “ que frenará la velocidad del circuito permitiendo establecer lo que Lacan llamó “tiempo de comprender”, protegiendo el lugar de la VERDAD como fuente del discurso y dejando una marca de impotencia y pérdida en el PRODUCTO.

Veamos ahora cómo, a partir de esta estructura fija, se combinan los cuatro elementos  en el primer discurso: el “Discurso del Amo Antiguo”; y como, a partir de él, se ha establecido una forma de relación que no hace lazo social, un “pseudodiscurso”, denominado en 1972 por Lacan “Discurso Capitalista”:

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En el primer discurso en surgir históricamente,  aquí “Discurso del Amo Antiguo”, alguien, identificado a un ideal de amo pero ignorante realmente de lo que le falta, manda y pone a trabajar al saber de un “esclavo” que producirá un objeto de goce que nunca podrá satisfacer realmente al amo, puesto que el lugar de su falta queda oculto y aislado. El discurso funciona precisamente por la impotencia del objeto producido al permitir al esclavo un cuestionamiento, un “tiempo de comprender”; el amo acumulará objetos de goce sin encontrar la satisfacción esperada, el esclavo pondrá en juego su falta y su deseo y podrá disfrutar de lo poco que tenga a costa de su renuncia al objeto de goce que él mismo produce. Por eso, el objeto de goce producido es siempre perturbador, porque nadie puede gozar de él realmente, el esclavo por su renuncia, el amo por su ignorancia.        

El “Discurso Capitalista”, astuta deriva del discurso del amo según Lacan, se sostiene en una promesa, en una quimera de la que tampoco es ajeno Marx: ¡Podemos hacernos cargo de todo nuestro goce! ¡Podemos gozar sin pérdida! Su resultado salta a la vista en los esquemas anteriores. En un primer paso la barrera que protege el lugar de la verdad del amo cae, con lo que, este discurso “irá sobre ruedas”, funcionará “demasiado bien”. Se perderá la pausa, la interrogación, el tiempo de comprender. En un segundo paso, el ideal-amo y el sujeto faltante cambian sus lugares, el sujeto expone su falta a cielo abierto desde el lugar de la ignorancia y el ideal-amo se oculta, se parapeta en el lugar de la verdad, lo que lo vuelve más poderoso, menos localizable, más inatacable.

La hegemonía del Discurso Capitalista perfila hoy sus cuatro elementos así:

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Pero, ¿es posible una salida a este imperio de los mercados? Lacan no confía en las revoluciones que acaban sustituyendo a unos amos por otros, pero plantea la posibilidad de hacer un vínculo que constituya el reverso del Discurso del Amo al intercambiar, simplemente, sus elementos en diagonal. Podemos denominarlo “Discurso de la Subversión”, puesto que el amo cae al lugar de la impotencia; también “Discurso de la Singularidad”, puesto que pone a cada sujeto a trabajar cuestionando sus objetos de goce;  y, también, ¿por qué no?, “Discurso de la Esperanza”:

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Jorge Marugán Kraus es licenciado y Doctor de Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y profesor del Dpto. de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UCM.

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