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Puerto Hurraco y el mito de la Extremadura profunda
Pese al mito, los datos puede decepcionar a muchos: Extremadura es la región con la tasa más baja criminalidad de toda España
“Veraneo en Puerto Hurraco. Personas normales que matan con un hacha a sus hijos subnormales. Amas de casa que vacían a sus hijas porque están poseídas. Disparo al limpiabotas que quería ser torero. Por herencias miserables, por un poco de dinero, apuñalas a tu primo, anavajas a tu tío”. La letra es del grupo Def con Dos, de la canción Veraneo en Puerto Hurraco, y resume a la perfección la imagen que se creó tras la tragedia sucedida en este pueblo de la provincia de Badajoz, el 26 de agosto de 1990.
La matanza de Puerto Hurraco es uno de esos acontecimientos que se transforma en mito, en el sentido de que sirve para representar un cliché: el de la España negra, asociada a lo rural, en la que familias rivales se apuñalan por un palmo de tierra y guardan su odio generación tras generación. En este caso, el día en que los hermanos Izquierdo se fueron a “cazar tórtolas” al pueblo de al lado permanece en el imaginario de los españoles un cuarto de siglo después y dibuja una Extremadura oscura, fanática y salvaje. Luego ha habido otras matanzas por disputas familiares, sobre todo en Galicia y Cataluña, pero nadie ha construido ese imaginario de fanatismo y analfabetismo exaltado en estos territorios.
La clave es que la matanza de Puerto Hurraco fue una de las primeras grandes coberturas de sucesos que se hicieron en las televisiones españolas privadas, por lo que el país la vivió fascinado. Podemos hacernos una idea del poder que ejerció el despliegue mediático sobre la sociedad española en aquel momento cuando aún hoy, acostumbrados a ver saber todos los detalles de todo tipo de sucesos macabros, casos como el de Marta del Castillo o el crimen de Alcàsser se estiran en las televisiones hasta el infinito. Antena 3 recuerda aquellos tiempos gloriosos y subraya que fueron los primeros en llegar al pueblo pacense. Rosa María Artal, que participó en la cobertura, sostiene en un artículo en El Diario que aquel fue el nacimiento del “amarillismo” en la televisión española.
La imagen de la España negra casa muy bien con una concepción desarrollista de la sociedad que desprecia la cultura rural en pro de los polos industriales, y este relato suelen mezclarse la realidad con los prejuicios. Suelen confundirse los modos de vida tradicionales con el atraso. En la mayoría de los casos, se trata de pura ideología. Hace unos meses tuve una charla telefónica con Antonio Herrera, investigador y profesor de Historia Contemporánea en la universidad Pablo de Olavide (Sevilla), quien había demostrado mediante un estudio que la movilización en el mundo rural fue decisiva en el desmontaje de las estructuras franquistas. Lo mismo ocurrió al favorecer la llegada de la II República.
Es cierto que la historia de Puerto Hurraco tenía ingredientes que hacían las delicias de esas nuevas cadenas privadas: una historia de amor, otra de lucha por lindes, odio de generaciones entre familias… También es verdad que en un pueblo tan pequeño, el asesinato de nueve personas es un trauma colectivo. Pero, pese a la imagen construida, asesinos en serie y matanzas las hay en todas partes. No existe un hecho diferenciador. Y, en definitiva, pese al mito de Puerto Hurraco, los datos pueden decepcionar a muchos: Extremadura es la región con la tasa más baja criminalidad de toda España