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Cinco claves sobre las bombas de Bangkok
Tailandia lleva una década inmersa en varios conflictos políticos, pero la autoría del atentado del pasado lunes aún no está clara
INDONESIA* // El centro de Bangkok se convirtió este lunes en una macabra carnicería cuando una bomba explotó en una popular área de centros comerciales y hoteles de lujo hacia las 7 de la tarde, hora punta de la capital tailandesa. El altar Erawan, una estructura hinduista pero que es venerada también por la mayoría budista del país, fue el escenario escogido para plantar la carga explosiva que hasta el momento se ha saldado con un balance de al menos 20 muertos y 117 heridos. Hoy, martes, otra explosión, esta vez sin víctimas, se registraba en otro punto turístico de la ciudad, el muelle de Sathorn, en el que se accede a las embarcaciones que recorren el río Chao Phraya.
Poco más se sabe sobre las causas de las explosiones. Nadie ha reivindicado los ataques –y probablemente nunca nadie lo haga– y el gobierno de momento no ha descartado ninguna posibilidad, aunque el grupo del ejército encargado de la Seguridad Nacional aseguró en un primer momento que no contemplaban que fuera la insurgencia que opera en el sur del país.
Las especulaciones sobre la autoría de los atentados han corrido como la pólvora en medios locales, internacionales y, sobre todo, en las redes sociales. La Policía ha centrado sus investigaciones en un individuo captado por las cámaras de seguridad de la zona que deja una mochila cerca del altar y abandona el lugar poco antes de la explosión. Estas son algunas de las claves que pueden ayudar a entender lo ocurrido en Bangkok:
1) Tailandia es un lugar generalmente seguro, pero con tensiones políticas crecientes. La bomba de ayer es el atentado más sangriento de la historia reciente de Tailandia – si bien no ha sido su episodio con más víctimas. Ataques como los de estos dos días no son frecuentes, ni siquiera en el sur del país, donde un movimiento separatista inició una guerra contra el Estado central en 2004 que ha costado hasta hoy la vida a más de 6000 personas.
Pero Tailandia es un país con tensiones políticas crecientes. Además del conflicto separatista que afecta a las tres provincias fronteriza con Malasia – Yala, Pattani y Narathiwat -, Tailandia lleva una década inmersa en una batalla por el poder del gobierno central que enfrenta principalmente a dos facciones, los llamados camisas rojas y los camisas amarillas. En el origen del conflicto está el antiguo primer ministro Thaksin Shinawatra, que llegó al poder en 2001 y que fue despuesto en un golpe de Estado en 2006, y que polarizó la vida política del país. Así, los camisas rojas, procedentes de las zonas rurales del norte y noreste del país, han sido los mayores defensores de las políticas redistributivas de Thaksin, mientras que los camisas amarillas, mayoritariamente grupos ultraroyalistas y de las clases acomodadas de Bangkok, se han opuesto a la corrupción del antiguo primer ministro. Entre los detractores de Thaksin se encuentran además aquellos críticos con las violaciones de derechos humanos que hubo durante su tiempo en el poder.
Fue, de hecho, este conflicto político, y más concretamente las protestas masivas de los camisas amarillas a finales de 2013 y principos de 2014, la excusa dada por el Ejército tailandés para dar un golpe de Estado en mayo del año pasado, deponer al gobierno de los camisas rojas e instaurar una Junta militar que aún sigue en el poder.
2) Los ataques no siguen el modus operandi de la insurgencia en el sur. Una de las primeras teorías sobre la autoría del atentado que apareció en los medios internacionales – no tanto en los locales – fue la insurgencia que opera en el sur del país. Sin embargo, a pesar de lo que se ha afirmado, el modus operandi no sigue los ataques selectivos de la insurgencia del sur del país.
El movimiento separatista del sur es un conflicto de tinte fundamentalmente nacionalista, en el que la religión es un elemento de la identidad cultural que quiere proteger la insurgencia, pero no el único. El idioma o las costumbres locales de la minoría malaya, frente a la mayoría thai del resto del país, son elementos igualmente importantes. Los intentos del gobierno central de imponer el idioma thai y la religión budista han sido los principales detonantes del malestar entre la población.
Es además un movimiento muy replegado y dividido, que nunca ha atentado fuera de su área de influencia. Sus acciones suelen ser también de pequeño alcance y muy focalizadas en población sensible, como militares, monjes, profesores de escuelas públicas o los considerados como colaboracionistas con el gobierno central.
El gobierno no ha descartado la posibilidad del sur, pero ha recalcado que los métodos no se corresponden a la insurgencia, con la que además estaba a punto de reiniciar negociaciones de paz. El movimiento está por otra parte muy dividido y nunca ningún grupo ha reivindicado sus acciones, por lo que es poco probable que reclamen la autoría.
3) El gobierno aún no ha apuntado a los camisas rojas. El lugar en el que ha ocurrido la explosión también ha dado pie a pensar en los camisas rojas como posibles autores de la masacre. La intersección de Ratchaprasong es un lugar simbólico del movimiento de los camisas rojas, donde las masivas protestas que protagonizaron en 2010 fueron duramente aplacadas. Un total de 92 personas fueron asesinadas entre abril y mayo de ese año en la represión de las protestas que pedían elecciones democráticas.
Al igual que en el caso de la insurgencia, las bombas no se corresponden al modus operandi de los camisas rojas, que suelen actuar organizando grandes protestas. Sin embargo, aunque la Junta militar aún no los ha señalado directamente, se ha mostrado más reticente a descartar su autoría.
4) El turismo será el principal afectado… Tailandia empezaba ahora a recuperarse del batacazo que había sufrido el turismo tras el golpe militar del año pasado y que, en las épocas de bonanza, supone hasta un 14 por ciento del PIB. El turismo será, sin duda, uno de los principales afectados y con él, buena parte de la economía del país. Las grandes manifestaciones que cíclicamente llenan las calles de Bangkok y los dos golpes de Estado de los ultimos años (2006 y 2014) ya han afectado en otras ocasiones seriamente al turismo y la última asonada militar supuso una bajada del 50 por ciento en las reservas hoteleras en el país.
y 5) … junto a la democracia en Tailandia. La otra víctima será la democracia en Tailandia. La Junta militar prometió en un primer momento que el país volvería a celebrar elecciones y a tener un gobierno civil en el plazo de poco más de un año. Desde entonces, la fecha se ha ido retrasando de forma indefinida y la última fecha dada, antes de las explosiones, era de finales de 2016 o principios de 2017. Los atentados probablemente servirán de pretexto para alargar el mandato militar bajo el pretexto de que el conflicto político no ha sido superado.
* Laura Villadiego es periodista freelance en Tailandia, donde reside desde el año 2012