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La odisea de los emigrantes españoles ante las elecciones
MADRID // En las próximas elecciones generales, un 95% de los cerca de dos millones de electores españoles residentes en el extranjero podría quedarse sin votar, lo que supone 1,75 millones de abstenciones. El pasado 31 de julio, el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) cerró «sin aviso institucional», tal y como ha denunciado el colectivo de emigrantes españoles Marea Granate.
Ahora mismo, y según la organización, sólo tienen asegurado el ruego aquellos que estén inscritos como residentes permanentes o quienes, a pesar de no estarlo, tienen un consulado cerca para reclamar en los días establecidos, lo cual «afianza el ruego, pero no asegura el voto», explican desde Marea Granate.
«Votar se ha convertido en una quimera casi imposible«. Es la denuncia que ha repetido la organización desde que, en 2011, PP y PSOE reformaran la ley electoral e incluyeran una cláusula que obliga a los expatriados españoles a «rogar» el voto con antelación para poder ejercer su derecho en los diferentes comicios.
En las Elecciones Europeas de 2014, la participación de los españoles residentes en el extranjero ya fue de un 2%, un 86% menos que en 2009. Las autonómicas del pasado 24 de mayo reafirmaron los problemas del voto rogado: el 57% de aquellos que querían votar no pudieron hacerlo «por el limitado sistema de plazos impuesto», según Marea Granate. Una de las causas de que la participación de los emigrados se redujese a un 3,2%.
«A pesar de que el CERA ha incrementado en un 50% desde que empezó la crisis, la participación de los emigrantes ha ido experimentando una bajada drástica como consecuencia de las trabas de la ley electoral«. Lo asegura María Almena, portavoz de Marea Granate. Almena es bioquímica y reside en París desde febrero de 2013. «Cuando terminé mi tesis comenzaron los recortes masivos en I+D y contratación pública, no había posibilidad alguna de trabajar en España así que hice entrevistas en varios laboratorios de Europa y acabé en París», afirma.
En las pasadas elecciones autonómicas, Almena rogó el voto por correo certificado, «aun a sabiendas de que el pago del ruego no es reembolsable«. Asegura que lo hizo así por las quejas que llegaban a Marea Granate sobre el funcionamiento de la aplicación telemática. «Preferí el correo ordinario y tuve suerte de que las papeletas llegaran a tiempo. Entre los residentes en París hubo muchos retrasos en los votantes en la Comunidad de Madrid: a pesar de que la Junta Electoral amplió el plazo del voto por correo por las impugnaciones de candidaturas, esta ampliación no se aplicó a los emigrantes, cuando lo tenemos más complicado por los plazos del sistema».
Falta de información y plazos: principales escollos
«Es año electoral, hay numerosos procesos en marcha y no se informa adecuadamente sobre censos electorales vigentes, la desinformación al respecto es evidente y recurrente». Almena es rotunda. Uno de los principales problemas que señalan desde Marea Granate es la desinformación en torno al proceso de voto, algo que secunda Daniel Martí, que vive y trabaja de forma temporal en Dublín desde noviembre de 2014. «Cuando fui a la embajada para informarme sobre cómo votar, me dijeron que hacía tiempo que el censo estaba cerrado; desde luego, falta información», afirma, y se plantea viajar a España para votar en las próximas elecciones.
La encuesta realizada por Marea Granate a medio millar de personas sobre las trabas que habían encontrado los electores en las pasadas autonómicas desvela que, como en el de Martí, en un 20% de los casos el censo electoral cerró sin que estos hubieran tenido tiempo de inscribirse en él. Además, y según la misma encuesta, un 37,2% no recibió las papeletas a tiempo.
Con este último problema se encontró Marta Ongil, que llegó a Toronto en septiembre del año pasado. Allí se inscribió como residente no permanente, pues su visa es temporal. En abril, solicitó el voto por correo «durante la primera semana de la fecha permitida para ello», pero no recibió las papeletas hasta el día en que finalizaba el plazo para enviarlas, de modo que no llegaron a su mesa electoral en los días señalados. «Me robaron el voto», sentencia, y vaticina que «en las elecciones generales la situación será similar o peor«.
Una idea que comparte Víctor Casanova, español residente en Nueva York. «Parece que ninguna de las demandas que se han hecho para cambiar el procedimiento del voto rogado y su tremendo impacto negativo en la participación va a tenerse en cuenta de cara a las generales», afirma. Como Ongil, Casanova tuvo problemas con las papeletas en las pasadas Elecciones Europeas. «A pesar de que rogué el voto en los plazos establecidos (seis semanas antes de las elecciones), las papeletas me llegaron un día tarde». Casanova denuncia que «si desde las instituciones hubiera un interés real por que pudiéramos ejercer nuestro derecho, los plazos serían mucho más flexibles y realistas».