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El escalofriante libro negro de la ocupación israelí
"Para los israelíes, ignorar los relatos de testigos presenciales sobre la ocupación, claros e inequívocos, equivale a renunciar a un derecho fundamental de los ciudadanos", sostiene el autor
Se cumple un año de la última masacre llevada a cabo por el estado de Israel en la franja de Gaza. El número de víctimas mortales causado por tal invasión se cifró en 2.200. Gracias a la periodista española Isabel Pérez, residente en Gaza y corresponsal de Eldiario.es y La Marea, tenemos con frecuencia noticias de la auténtica realidad que se vive cada día en aquel territorio. Posiblemente no haya otro en la historia que haya sufrido y siga sufriendo tan atroz acoso. La ilustración que acompaña a este artículo es el dibujo que un niño palestino hizo después de haber soportado aquella masacre. Con toda seguridad, desde el llamado holocausto padecido por los niños judíos en Europa durante el imperio nazi, nunca la gran tragedia que sufren los niños palestinos fue tan indiferente a las grandes naciones que invocan los principios de justicia, democracia y libertad.
Leo estos días El libro negro de la ocupación. Testimonios de soldados israelíes en los territorios ocupados, publicado recientemente por El viejo topo. Se trata de una recopilación llevada a cabo por la fundación israelí Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), una organización dedicada a revelar la realidad cotidiana del servicio militar en los territorios ocupados mediante el testimonio de los propios militares. Constan en el libro hasta 145 testimonios, fruto de más de 700 entrevistas con jefes, oficiales y soldados rasos. Abarcan el periodo comprendido entre el año 2000 y 2010. Organizados en cuatro apartados, los testimonios responden a los términos aplicados por la política israelí en esos territorios: prevención, separación, condiciones de vida y observancia de la ley.
Por prevención se entiende disuadir a la población palestina mediante la intimidación, de modo que se reduzcan las posibilidades de oposición. Por separación, separar a la población palestina entre sí: dividir para vencer como instrumento de control, desposesión y anexión. En cuanto a las condiciones de vida de los palestinos, éstas están a merced de las autoridades israelíes, que deciden qué productos pueden trasladarse de una ciudad a otra, qué tiendas pueden abrir, quién puede pasar por los puntos de control, quién puede mandar a sus hijos a la escuela o quién puede recibir el tratamiento médico que necesita. Respecto a la observancia de la ley es de señalar la colaboración entre las fuerzas militares y los colonos israelíes, a quienes no se trata como ciudadanos comunes sino como socios. En este proceso, las fuerzas de seguridad también están al servicio de las aspiraciones políticas de los colonos: la anexión de grandes extensiones de los Territorios Ocupados para su propio uso.
Como casos más significativos a destacar en el libro en su primera parte (la intimidación de la población palestina) encontramos, dentro de lo que el estado de Israel llama demostración de presencia, los métodos empleados para que toda una aldea palestina no pueda dormir por la noche mediante sucesivos lanzamientos de granadas de aturdimiento, las palizas a palestinos detenidos e inmovilizados, el disparo mortal a un niño de once años, la orden de disparar a cualquier chico que vieran con una piedra, la ocupación y voladura de casas, etc.
En la segunda parte (separación: control, expropiación y anexión) podemos leer que existen carreteras exclusivas para judíos y que los puntos de control establecidos destrozan literalmente las vidas de los palestinos al quedar las familias desmembradas. Israel considera tanto a Cisjordania como a Gaza entidades sociales y políticas separadas, por eso durante la mayor parte de la pasada década Israel prohibió el paso de una zona a otra, separando así a palestinos de palestinos.
Al servicio de los colonos
Por lo que hace a las condiciones de la vida civil palestina, los testimonios aportados demuestran que la Autoridad Palestina no controla la vida cotidiana en los Territorios. Son las autoridades israelíes las que controlan el movimiento de personas y bienes a través de la barrera de separación y en el interior de los Territorios: si los comercios abren o cierran, cómo se trasladan los niños a la escuela o los estudiantes universitarios a sus aulas, quiénes necesitan atención médica en los hospitales. Israel también retiene las propiedades de cientos de miles de palestinos, confiscadas por supuestas razones de seguridad o como forma de expropiación de la tierra. En muchos casos, esa confiscación de propiedades es totalmente arbitraria.
El último apartado demuestra, a través de las opiniones de los soldados entrevistados, que las fuerzas militares están al servicio de las ambiciones políticas de los colonos y que éstos ayudan a las tropas de seguridad israelíes a ejercer su control sobre la población palestina, de modo que esa colaboración constituye un papel esencial para garantizar al estado de Israel su dominio sobre los Territorios Ocupados.
Breaking the Silence ha sacado a la luz este valioso trabajo de investigación porque considera elemental revelar la verdad acerca de la política israelí en Gaza y Cisjordania. Para los israelíes, ignorar los relatos de testigos presenciales sobre la ocupación, claros e inequívocos, equivale a renunciar a un derecho fundamental de los ciudadanos: el derecho a conocer la verdad sobre esas acciones y las de quienes proceden en su nombre.
Para los ciudadanos europeos, el libro también tiene la utilidad de informarnos sobre lo que tan a menudo se nos silencia en los grandes medios de comunicación convencionales. No ha sido así con la última noticia llegada estos días y que refrenda en cierto modo los documentos de la organización israelí: “En el bucle infinito de dolor que genera la ocupación israelí en Palestina, Ali Saad Dawabsha ha sido la última víctima. Era un bebé. Tenía año y medio. Y ha muerto esta madrugada, quemado vivo, presuntamente a manos colonos radicales israelíes en la Cisjordania ocupada. Lo han confirmado tanto las autoridades israelíes como las palestinas”.