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García de Dios denuncia que un preso tiene más garantías que un interno del CIE

El juez de vigilancia del CIE de Aluche señala la impunidad policial en los CIE. Para Ramiro García de Dios, los jueces de instrucción no saben qué es un Centro de Internamiento

MADRID // El juez Ramiro García de Dios llega a la entrevista con una carpeta llena de papeles, autos, sentencias y denuncias. Conocido como «el magistrado bueno de los CIE», se ha hecho famoso por dictar autos en los que denunciaba el ataque a la dignidad que sufren las personas encerradas en los Centros de Internamiento de Extranjeros.

García de Dios es desde el año 2009 uno de los tres jueces de vigilancia del CIE de Aluche, en Madrid. Él mismo define estos centros como espacios de gran opacidad, de gran arbitrariedad y con una fuerte impunidad policial. Miembro de Jueces para la Democracia, fue juez en Bilbao y presidente de la Sección Primera Bis de la Audiencia Nacional.

¿Cuál debe ser el papel de juez de control de los CIES?

Debemos ser jueces de garantías de los derechos de los internos y las internas. Cuando hablamos de garantías nos referimos en este caso frente al Estado y el Ministerio de Interior, y más concretamente contra la dirección del CIE. Allí, el único derecho que se pierde es el de estar privados de libertad, pero el resto de los derechos que no fueran incompatibles con la privación de libertad deben poder ejercerlos.

¿Por ejemplo?

Te cuento un caso concreto. El otro día me trajeron a una persona que tenía una cuenta corriente en el banco y a la que si le hubiesen expulsado se hubiese quedado sin el dinero. Me hicieron una petición para salir del CIE con un policía de escolta, y así pudo cancelar su cuenta corriente.

¿Los jueces de instrucción saben a dónde envían a los internos?

Esa es una de las claves: no lo saben. Un juez de A Coruña o de Lugo, o de algún sitio donde no haya CIE, no tiene la menor idea de lo que es un centro de internamiento, las condiciones en la que están y la situación de intensa vulnerabilidad en la que quedan. Tú coges a un sin papeles en A Coruña, lo internas y viene a Madrid, y queda desconectado totalmente: el abogado que le ha asistido es gallego, los familiares en general no están allí con él… Los jueces de instrucción en general, no saben qué es un CIE, de ahí que tampoco forma parte de los planes de formación ni haya mucho interés en que se conozcan.

¿Su labor es como la de un juez de vigilancia penitenciario?

Sí, como juez de garantía, pero no en el sentido comparativo con los jueces de vigilancia de penitenciaria, que tienen funciones exclusivas y van con mucha frecuencia a las prisiones. Es distinto.

¿Tiene más garantías un preso que un interno en el CIE?

Mi experiencia es que están más garantizados, en mi opinión, que es lo que conozco, el CIE de Aluche. Pero como nunca he sido juez de garantía penitenciaria no puedo hacer un juicio comparativo. Si yo leo la ley orgánica penitenciaria y su reglamento, y veo las funciones del juez de vigilancia penitenciaria y cómo es la situación en las prisiones o el sistema de reclamaciones, en mi opinión, tiene más garantías un preso que un interno en un CIE.

Es decir, tiene más garantías alguien que ha cometido un delito que quien sólo está privado de libertad por una falta administrativa…

Mira. Tuve un caso en abril de una persona que pidió verme y aproveché para preguntarle. Él ya sabía que iba a ser expulsado y me contó que había estado cuatro meses en prisión por un delito menor. Pues bien, esta persona, y me lo dijo textualmente, me dijo que prefería esos cuatro meses en prisión que los cincuenta días que llevaba en el CIE, lo cual es muy elocuente.

¿Por qué?

En prisión, para empezar, las celdas no son de ocho personas, lo normal son dos como máximo. Tienen un lugar para colocar su ropa, mesita para leer, su urinario, tienen gimnasio, bibliotecas… y de todo eso no hay en el CIE. A su vez, el CIE, cuando está a tope, está masificado. En la primera entrevista a la que fuimos los tres jueces de vigilancia en 2009, pese a que avisamos y que lo dejaron todo limpio y fenomenal, ya nos dimos cuenta de que en lo que llaman sala de estar de mujeres, estaban hacinadas, y los varones metidos en lo que es el comedor, con una televisión que ni se oye y en la que ponen fútbol y lucha libre como norma. Mucha gente que está ahí nos dice que son peor que las cárceles.

Usted que ha estado allí en varias ocasiones, ¿cómo definiría a los CIE?

Es un centro de sufrimiento, no sólo por la privación de libertad, sino precisamente por las condiciones. Después, ese centro de sufrimiento se incrementa más porque son espacios de gran opacidad, de gran arbitrariedad y de impunidad policial. En una prisión, el juez de vigilancia penitenciara tiene un control muy grande, pero yo no puedo.

¿Por qué habla de espacios de impunidad policial?

Se trata de un sistema acusadamente policial. El hecho de que haya gente armada genera una tensión muy alta porque, al menor conflicto, el interno tiene delante a una persona con un arma, además de que no está identificada porque lleva una plaquita mínima, que algunos no se la ponen, y como es mínima es muy difícil de ver los números. Cuando hablo de impunidad policial es porque los internos pueden estar allí como máximo 60 días y se dan situaciones complejas. Imagínate que hoy yo recibo una queja de maltrato físico y mañana tengo la entrevista con el interno. Al tercer día debo averiguar quién es y se lo pido a director del CIE, que igual me contesta en una semana. Mientras tanto, han podido expulsar al interno, o a lo mejor hay testigos, pero entre los internos no se conocen o se aceleran los trámites para la expulsión o los ponen en libertad. El director tiene facultad para poner a un interno en libertad y yo, por muy rápido que actúe, dependo de otros organismos. Además, yo no soy competente para la instrucción de un delito de tortura punitiva, yo recojo el material y lo tengo que mandar a decanato a reparto y a quien le toque…

Y entonces, ¿cuál es la labor del juez de control?

Hemos logrado muchas cosas. Por ejemplo, logramos que se estableciese asistencia sanitaria. Cuando empezamos no había. El segundo logro, a través de un auto que creó mucha polémica, fue conseguir que las ONGS tuviesen derecho a visitas diarias. Otro fue establecer el régimen de visitas, que antes dependía únicamente de la arbitrariedad de la Policía.

¿Cuáles son los problemas principales que tienen los CIE actualmente?

El problema es el internamiento. Las carencias son las que siguen siendo, no hay biblioteca, no hay asistencias sociales, no se permiten que las ONGS operen con sus servicios sociales. ¿Qué faltaría? Pues todo eso y otra cosa, que no hubiera tanto policía armado, que vigilen la zona perimetral, las zonas de entrada y salida, pero nada más.

¿Y las quejas?

Malos tratos verbales, que si “negro de mierda”, que si “vete a tu país”. Muchas quejas del servicio sanitario, se les llama doctor “ibuprofeno”. Ante esto, lo que hemos conseguido es que inmediatamente que un interno esté malo, lo trasladen al hospital. Con esto logramos que se les preste atención especializada y que en caso de enfermedades graves, con el historial médico, se les ponga en libertad.

Así se evitarían muertes como la de Samba Martine…

Efectivamente. Hay cuestiones donde se han conseguido avances pero que deberían estar ya resueltas de antes. De ahí lo que te decía de que es peor que una institución penitenciara, donde la asistencia está asegurada. Pero hay mucho por hacer, no hay una enfermería como tal, por ejemplo, ni un sistema de farmacia in situ que pueda dar todo tipo de medicinas que se necesiten, por ejemplo antipsicóticos.

La Marea, Suscripción, Revista

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