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Documentos oficiales (1931-1968 y más), top secret

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha descartado una vez más la desclasificación de documentación oficial de este periodo de la historia de España

Es sabido -sobre todo por la gente de mi generación- que el psicoanalista y psicólogo social Erich Fromm escribió un libro titulado El miedo a la libertad que analiza, entre otras cosas, las condiciones psicosociales que dieron paso al nacimiento y desarrollo del nazismo en Alemania. Que el ministro de Defensa, Pedro Morenés, haya descartado una vez más la desclasificación de documentación oficial comprendida entre los años 1931 y 1968 del pasado siglo, me parece un atentado a la libertad de investigación histórica y, consecuentemente, una lesión grave a la memoria de cuantos creemos que sin ese conocimiento seguimos estando huérfanos del pasado que vivieron las generaciones precedentes, la de nuestros padres y nuestros abuelos.

Morenés no considera prioritaria esa cuestión y alega que las circunstancias económicas del país no son las apropiadas para disponer de los medios técnicos y el personal que se requeriría esa tarea. Se trataría de rescatar para la historia en torno a diez mil carpetas y legajos, entre los que se encuentra buena parte de documentación sobre la Guerra de España y la primera etapa de la dictadura -la más rigurosa-, clasificada como secreta en virtud de la Ley de Secretos Oficiales adoptada, como no podía ser de otro modo, por la propia dictadura en 1968.

Esa ley, según el senador de ICV Joan Saura, que ha dirigido una interpelación sobre este asunto al ministro de Defensa, no establece «límite legal» de tiempo para desclasificar los documentos, algo que «no ocurre en otros países» de nuestro entorno. Somos, por lo tanto, la excepción una vez más en Europa, manteniendo vigentes leyes aprobadas por un régimen condenado por la Unión Europea -a la que pertenecemos- y del que seguimos desconociendo -porque nuestros gobiernos democráticos lo quieren- una parte sin duda muy interesante de su concepción y desarrollo.

El miedo a reconocernos en nuestra memoria histórica, esa que como mejor se analiza y discierne es a través de las aportaciones del material que la documentan, sería una vertiente más -y no baladí- del miedo a la libertad del que hablaba From. Sin ir más lejos, no saber todavía lo que de verdad ocurrió el 23 de febrero de 1981 es una prueba más de ese miedo, que Jordi Évole satirizó con la agudeza que le caracteriza en unos de sus programas televisivos, y que reverdece en la derecha cada vez que entramos en periodo electoral.

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