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Un estudio revela las desigualdades en el acceso a las medicinas en 60 países

Una investigación de la Fundación Civio compara cuántos días de trabajo son necesarios para poder comprar medicamentos esenciales en países en desarrollo

MADRID // Los 11 días de sueldo que un trabajador de Kirguistán necesita para adquirir en la farmacia un inhalador para el asma, supone 48 minutos de trabajo para un español o 115 para un alemán. Este es uno de los ejemplos que aparecen en Medicamentalia, una nueva investigación de la Fundación Civio que analiza y compara los precios y el número de días de trabajo necesario para poder adquirir 14 medicinas esenciales en 60 países, la gran mayoría en vías de desarrollo.

A partir de una metodología consensuada por la OMS y Health Action International (HAI) para recopilar y conocer la accesibilidad de este grupo de fármacos, y con apoyo del Centro Europeo de Periodismo (CEP) y de la Fundación Bill & Melinda Gates para investigar sobre el terreno, Medicamentalia permite consultar, por ejemplo, las horas de trabajo necesita una persona en Haití o Etiopía para pagar el antibiótico más común o un simple omeprazol.

La primera clave que arrojan los datos es que un ciudadano de un país en desarrollo tiene que trabajar mucho más para poder costearse un tratamiento esencial. Así, en Nigeria o Congo, un tratamiento con omeprazol (30 pastillas) puede costar casi 13 días de trabajo. En
España, Italia y Alemania, el mismo tratamiento se costea con entre una y dos horas de salario.

Las diferencias son mucho más llamativas entre medicamentos patentados como el famoso Sovaldi, el nuevo tratamiento contra la Hepatitis C. Pero incluso en los fármacos genéricos, cuyas patentes caducaron hace años, la disparidad de costes por países son más que notables. En términos globales, la medicina esencial más difícil de adquirir entre las analizadas es la simvastatina, que se usa para reducir los niveles de colesterol en sangre: son necesarios casi cinco días de media (4,67) en los 60 países. Todo lo contrario que el ansiolítico diazepam, que se paga con menos de una hora de trabajo.

«Junto con los días de trabajo necesarios para adquirir un fármaco, también hemos usado la relación entre el coste del medicamento en cada país y el precio de referencia internacional de cada uno», explica Eva Belmonte, responsable de proyectos de Civio y de esta
investigación. «Eso nos ha permitido cruzar datos de estudios de diferentes años y visualizar su desviación. De esta forma, apreciamos que en Kuwait el ciprofloxacino, uno de los antibióticos más habituales, llegó a costar en 2004 en las farmacias del emirato más de 100
veces el precio de referencia», añade.

¿Cuánto cuesta de verdad crear un medicamento?

El proyecto también refleja cómo, en países en vías de desarrollo como Ghana, el alto precio de las medicinas abre la puerta a peligrosas falsificaciones que entran a través de mercado negro. También que, aunque existen modelos alternativos al sistema tradicional de patentes, como las colaboraciones público-privadas para transferir tecnología y producir fármacos asequibles para los sistemas públicos de salud, la aplicación de los derechos de propiedad intelectual a los medicamentos sigue siendo un camino obligatorio.

«El coste de los medicamentos, y particularmente la falta de transparencia en torno al mismo, demanda un debate global, con acceso a mejores datos y basado en la evidencia», sostienen los responsables de Medicamentalia. «Actualmente resulta prácticamente imposible
conocer a ciencia cierta cuánto cuesta producir un medicamento. Nuestra aportación a este debate empieza con esta investigación, que sigue abierta», concluye Belmonte.

La Marea, Suscripción, Revista

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