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Barbijaputa/Lula Libé: “La sinestesia es muy bonita porque es como estar drogada”
Lula Libé escribe un poemario infantil en el que convierte los miedos en monstruos que cuidar.
Barbijaputa transforma su nombre más conocido en Lula Libé para enseñarnos a combatir los miedos de la infancia más vulnerable a través de un poemario infantil de colores. El Planeta Lilaverdia es un mundo de fantasía donde los niños y las niñas metamorfosean sus miedos en monstruos que deben proteger para cuidarse a sí mismos. El libro, editado por Origami, es un mundo onírico en el que la ensoñación colorista de los juegos y la alegría hacen que los lectores puedan sentirse a salvo. Lula Libé, con sus 33 inviernos y 34 veranos, sigue cuidando de esa niña que, por un peculiar trastorno sensorial llamado sinestesia, sentía en colores.
¿De dónde ha libado Lula para escribir este poemario infantil?
Un poco de mi niña interior y un poco de cada uno de los que conocí en un voluntariado que hice durante algunos años en la Cruz Roja en un ala de Pediatría. [Lula dedica el libro a una de las niñas que conoció durante esa experiencia].
¿A qué tipo de monstruo cuidaría Lula?
Yo cuidaría del Garabato Galimatías [uno de los personajes del libro], porque es un ser incompleto que necesita cuidados y protección para lograr convertirse en algo más grande y bonito.
Maurice Sendak en su obra Dónde viven los monstruos situaba el paraíso perdido de la infancia en un país habitado por estos seres de fantasía. ¿Es Lilaverdia el paraíso perdido de Lula Libé?
No el mío, pero sí podría ser el de los niños con miedo. De hecho, es un sitio que he querido crear para proteger a los niños de aquellos miedos que se les infunden, como la oscuridad, el hombre del saco… Me parece muy cruel que en el imaginario infantil existan esos seres creados para atemorizarles.
¿Transformar los monstruos en algo bello y protector es una manera de que los niños y las niñas se enfrenten a lo que temen de la vida?
Totalmente, esto lo hacía en el ala de Pediatría cuando estaba de voluntaria. Los niños allí tenían más miedos que el resto porque estaban malitos, porque los tenían que operar o porque tenían enfermedades más graves. Se encontraban desorientados y rodeado de temores. Tampoco se les contaba toda la verdad pero ellos la intuían. Entonces yo intentaba transformar los miedos de cada niño, que no los vieran como algo enorme, inabarcable y amenazador. Les intentaba poner a cada miedo un punto de ternura. Uno de los niños con los que estuve cuando fui voluntaria había sido ingresado para operarse de apendicitis. Cuando se despertó tenía los lógicos dolores, pero también desarrolló miedo a quedarse solo. Entonces intenté personificar ese miedo, el miedo a la soledad. Le conté que cuando había más de uno en un lugar, la soledad tenía que irse. El niño acabó cogiéndole en cierta forma cariño a la soledad, porque “pobrecita, cuando había más de uno, ella no podía estar”, la acabó compadeciendo, y empezó a querer a quedarse solo para ayudar a la soledad. En eso pensé para hacer el poemario, en transformar en personas con debilidades los miedos. En algo físico y vulnerable.
¿Cuánto de la niña que sentía en colores continúa habitando en los 33 inviernos de Lula?
Queda bastante de la niña que sentía en colores. La sinestesia es una cosa que está contigo hasta que te mueras. La que siente en colores lo hace siempre. De pequeña, como todavía no sabía qué era y por qué me ocurría, me dejaba mucho más llevar por la sinestesia. Además, es un trastorno que dificulta a veces el aprendizaje porque también te hace relacionar números con colores. Y cuando te hacían sumar un uno rojo y un cinco azul, pero tú sientes que el azul es un cuatro, acabas sumando como tú lo sientes y no como lo ves. Aunque la sinestesia también tiene cosas muy bonitas, cuando oyes sonidos, por ejemplo, los asocias a formas, o cuando escuchas un nombre ves un color relacionado. Es una forma de sentir muy bonita, en cierto modo onírica. Aunque con la edad la intento controlar porque desconcentra un poco. En cierta forma la sinestesia es muy bonita, ¡es como estar drogada! De hecho, la mayoría de la gente que tiene sinestesia de manera puntual es porque ha tomado LSD.
Los niños en el libro protegen a los monstruos, y a veces a la inversa necesitamos monstruos que nos protejan ¿Son los avatares una especie de monstruo que nos protege?
Completamente, esto que me haces es psicoanálisis puro. Completamente, nunca lo había pensado pero es así. Yo me protejo detrás del avatar. En el nombre de Barbi. Aunque cada vez más gente sabe quién se esconde detrás pero, aun así, me siento más protegida, desde ir más tranquila por la calle hasta tomarte algunas críticas de una manera mucho menos personal de lo que creo que me las tomaría si fuese mi imagen personal con mi nombre y apellidos.
Como sinésteta, ¿de qué color has sentido el libro?
En lila y en verde.
¿Y por qué, qué significan para ti?
No puedo no relacionar sentimientos con colores, y el lila siempre aparecer con cosas positivas o tiernas. Y lo días que me siento muy energética los veo en verde. Por otro lado, los días que son marrón, negro y gris los llevo fatal. Y, claro, el nombre del libro me salió de forma inmediata, no es que barajara nombres y me decidiera por él. Además, para los sinéstetas el color que asocias a una emoción es desde ese momento siempre el mismo. Así que me salió lilaverdia.