OTRAS NOTICIAS | Otros

RTVE, fundido a negro

La radiotelevisión pública estatal atraviesa una de las situaciones más críticas en sus 59 años de historia

[Artículo publicado originalmente en el número de junio de La Marea a la venta en quioscos y aquí]

¿Quién habla hoy en España de recesión y de paro?». La frase de la polémica la planteó Mariano Rajoy en un mitin del PP, cuando quedaban pocos días para la celebración de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 24 de mayo. Fue probablemente uno de los momentos más llamativos de la campaña electoral, un hecho resaltado por todos los medios de comunicación… excepto por TVE. Los espectadores que aquel día vieron el Telediario no pudieron escuchar aquel alarde de optimismo presidencial, porque el informativo obvió el mensaje lanzado por el líder del PP. Precisamente el día en que arrancaba la campaña electoral, el Canal 24 Horas emitió un programa especial en el que ni se mencionó a Podemos, Ciudadanos, PNV, ERC, BNG o Compromís. El hecho provocó la queja del Consejo de Informativos, el organismo de RTVE que vela por el control interno y la independencia de los profesionales de la información. «Ni siquiera se informó del inicio de la campaña electoral en La 1, como se ha hecho habitualmente. Unas elecciones son un objetivo prioritario del servicio público que debería ofrecer RTVE», denuncia el presidente del Consejo de Informativos, Alejandro Caballero. Ajeno totalmente a estas críticas, el director de los Servicios Informativos de TVE, José Antonio Álvarez Gundín, fue aún más allá la noche electoral del 24-M, cuando decidió no programar desconexiones territoriales tras el cierre de las urnas.

Fue también a finales de mayo cuando los responsables del Canal 24 Horas ordenaron a sus redactores que dejaran de informar sobra la entrega de los Premios Max de teatro. En la ceremonia, los premiados vertieron duras críticas contra el Gobierno y el 21% de IVA cultural. Unos meses antes, en este mismo canal de la cadena pública, el director del programa La noche en 24 horas, Sergio Martín, espetó en una entrevista al líder de Podemos: «Hemos visto a Pablo Iglesias defender la salida de los presos de ETA de las cárceles. Esta semana está usted de enhorabuena, entonces…». El tono empleado por Martín provocó la queja de buena parte de la audiencia y un toque de atención del Defensor del Espectador, aunque para los máximos responsables de la radiotelevisión pública fue una labor «impecable», «dignísima y muy bien hecha».

Periodistas, profesionales de la Corporación, casi todos los partidos políticos, sindicatos, académicos y gran parte de la ciudadanía coinciden en que, a día de hoy, RTVE atraviesa una de las situaciones más críticas en sus 59 años de historia.

Pero las continuas acusaciones de manipulación -que ocasionan una irreparable pérdida de credibilidad- no son el único problema que atenaza hoy a la radiotelevisión pública estatal. La lista es larga y variada: caída de la producción propia, cierre de estudios, venta de inmuebles, bailes y dimisiones de directivos, déficit millonario, acusaciones de creación de una redacción paralela, estrepitosos fracasos en su programación, hundimiento de la audiencia –en abril fue del 9,9%–… Todo ello se ha agravado en los últimos cuatro años, coincidiendo con el gobierno del Partido Popular.

Para entender qué ha pasado en los últimos meses, hay que echar la vista atrás. En diciembre de 2011, con Rajoy recién instalado en La Moncloa, el Consejo de Ministros recortó en 250 millones de euros la asignación anual del Estado a la Corporación. Desde entonces, la empresa genera un déficit anual que supera los 100 millones de euros, y el agujero acumulado en sus cuentas ronda ya los 700 millones de euros. Hace ahora un año, una inyección extra de 130 millones de euros por orden del Gobierno permitió a RTVE, al borde de la quiebra, superar una situación crítica. Y a finales de 2014, se tuvo que reducir su capital social un 30% para que no entrara en causa de disolución. La empresa salvó aquel primer match ball, pero el problema sigue ahí enquistado. «El sistema de financiación es inestable, inadecuado y sobre todo, imprevisible», sostiene  Emili Prado, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Cuatro meses después de anunciar aquel gran recorte presupuestario que hería de gravedad a la radiotelevisión pública, el Ejecutivo popular modificó la ley para elegir al presidente de la Corporación. Bastaba con su mayoría absoluta en el Congreso para designar al máximo responsable de RTVE, lo que echaba por tierra la norma aprobada cinco años antes por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La intención del expresidente socialista era, precisamente, acabar con el modelo de televisión de partido. Para ello, el presidente de la Corporación debía ser elegido por mayoría parlamentaria de dos tercios, con un mandato de seis años para evitar coincidir con las elecciones legislativas y garantizar así su independencia. Durante aquella etapa, los programas y profesionales de TVE recibieron más de 200 premios, entre ellos varios galardones internacionales como el Global TV Award en 2009 que reconoció al Telediario 2 como el mejor informativo del mundo. Un espejismo que acabó de forma abrupta con la victoria del  PP en las elecciones generales en 2011. Prado sostiene que «la desaparición de los mecanismos de garantía de desgubernamentalización» que había implantado Zapatero por primera vez en la historia de RTVE «compromete seriamente la credibilidad de la televisión pública y actúa como un elemento de rechazo por una parte de la audiencia».

Al servicio del Gobierno

«Desde el primer momento, el PP quería poner RTVE al servicio del Gobierno. Por eso ni se molestó en tratar de consensuar el nombre del presidente de la Corporación con el resto de grupos», coincide el diputado del PSOE Germán Rodríguez. De poco sirvió que los socialistas recurrieran ante el Tribunal Supremo aquella decisión.

El rodillo parlamentario del PP eligió en 2012 como hombre fuerte de la televisión pública a Leopoldo González-Echenique, abogado del Estado sin experiencia en el sector de los medios de comunicación y cercano a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Dos años y medio después, superado por los problemas de financiación, el ninguneo del Gobierno y la pérdida constante de audiencia, Echenique dimitió. Y el PP pronto le encontró sustituto: el elegido fue José Antonio Sánchez, director general de Telemadrid, responsable del ERE en la cadena autonómica que supuso el despido de 860 trabajadores (el 70% de la plantilla) y buen conocedor de RTVE, donde ejerció como director general durante la época de José María Aznar. Con Sánchez al frente de la Corporación desde hace ocho meses, las polémicas se han multiplicado, de manera muy especial en el área de Informativos. Piezas sobre Andalucía que se abren y cierran con declaraciones del líder del PP regional,  Juan Manuel Moreno; acusaciones de censura contra el director de RTVE en Cataluña, Eladio Jareño, antiguo responsable de prensa del PP catalán; cinco informaciones consecutivas protagonizadas por María Dolores de Cospedal en un informativo territorial de Castilla-La Mancha; noticias que ocupan un espacio mínimo en la escaleta como las referidas a las subvenciones a eólicas de Castilla y León que implicaban a los populares Martínez Pujalte y Federico Trillo…

En cambo, el Telediario abrió con la dimisión de Juan Carlos Monedero, «uno de los ideólogos de Podemos» que asesoró a Venezuela para construir «el argumentario político del chavismo», según informó aquel día la periodista Alicia Gracia en el Telediario 2. Gracia llegó a Torrespaña en febrero de este año junto a otros 10 profesionales. Antes había trabajado en Intereconomía, «el único grupo que dice la verdad, el que se enfrenta a todos los medios clásicos y se impone en el mundo mediático», según sus propias palabras cuando presentaba el programa La gatera en la cadena ultra. «Lo que leyó en aquella conexión en directo sobre Monedero fue al dictado de los responsables de Informativos. Hubo quien escuchó cómo le decían lo que tenía que contar y ella se lo anotó palabra por palabra», explica un redactor de la cadena pública.

Una redacción indignada

El tratamiento que ofreció aquel Telediario sobre la crisis en Podemos indignó a parte de la redacción, que se reunió para abordar el tema. Estas protestas, asambleas y sentadas se repiten desde hace varios meses, sobre todo desde el desembarco de José Antonio Álvarez Gundín como máximo responsable de los Servicios Informativos. Procedente del diario La Razón, donde fue jefe de Opinión, Gundín sustituyó en el cargo a Julio Somoano. Fue José Antonio Sánchez quien eligió al periodista de Ponferrada para pilotar la información de TVE en un año especialmente sensible. «La densidad electoral» fue el argumento que utilizó la dirección para justificar sus 11 nuevos fichajes.

Lo cierto es que la lista de acusaciones de manipulación comienza a ser interminable. El hecho ha saltado a medios de referencia europeos como Financial Times, que este año publicó un reportaje muy crítico con esta televisión de partido que defiende el PP. «En los últimos meses, la cadena no sólo se ha limitado a cubrir las noticias, sino que también ha ayudado a fabricarlas», afirmaba el diario británico. En un año de enorme relevancia electoral como 2015, concluía el rotativo, TVE «se ha convertido en un punto crucial en esta batalla política».

De la mano de Sánchez también han vuelto las corridas de toros a La 1. Y nombres como Ernesto Sáenz de Buruaga, Bertín Osborne, quien presentará en breve el espacio de entrevistas En la tuya o en la mía, o Los Morancos. También fue Sánchez quien buscó un hueco para José Luis Moreno y su Alfombra Roja Palace, un programa de entretenimiento que desapareció después de cuatro entregas y una audiencia del 5,9%. Rostros del pasado para una televisión del presente. «Creo que TVE está en estado terminal. Ahora mismo haría falta un milagro para recuperar algo que es dificilísimo, que es la credibilidad. Nuestra tele necesita un fundido en negro y volver a ese modelo alejado del gobierno de turno que los ciudadanos de verdad se creían, y que hoy ha desaparecido», apunta la periodista Mariola Cubells.

No opina lo mismo el diputado del PP Ramón Moreno, para quien RTVE cumple con su función de «servicio público esencial» que apuesta «de manera firme por su rentabilidad social y su estabilidad económica con el apoyo del Gobierno, y con todas las dificultades que se derivan de su ley de financiación». Respecto a las acusaciones de manipulación, Moreno cree que se trata de una «burda estrategia partidista que guarda muy poco respeto a la memoria de lo que se hizo antes en esa materia».

«No se trata de opinar sino de ver los hechos. Hasta 1.500 profesionales de los servicios informativos han firmado un manifiesto denunciando la censura y la manipulación. Desgraciadamente, desde hace tiempo los telediarios se han convertido en espacios de propaganda del gobierno y del PP, y esto es incompatible con el servicio público», replica el socialista Germán Rodríguez.

Esta devaluación del sentido de servicio público preocupa de manera muy especial a los sindicatos. «Se está trasladando a los ciudadanos la idea de que una radiotelevisión pública es prescindible, y eso es algo muy peligroso porque es básico para consolidar un sistema democrático avanzado», señala Maite Martín, secretaria general de CCOO en RTVE. Martín recuerda algunas de las decisiones propuestas por el Consejo de Administración en los últimos tres años para reducir la estructura de la Corporación.

«Intentaron suprimir la Orquesta y Coro, plantearon el cierre de Teledeporte, han dejado en precario la Onda Corta, han vendido los estudios Buñuel, han privatizado parte del segundo multiplex, la producción propia está por debajo del 60% que marca la ley, Prado del Rey se queda a finales de junio con dos únicos estudios de grabación… la situación es grave», resume. RTVE ha optado por el silencio, y no ha contestado a las preguntas de La Marea.

«Hay que hacer ver al contribuyente que el servicio público de televisión es algo suyo», coincide el periodista Rafael Díez Arias, miembro de la asociación Teledetodos. Porque, como defiende el catedrático Emili Prado, «una televisión pública fuerte y competitiva es esencial para cumplir las funciones de refuerzo de las identidades, la defensa de las lenguas, la promoción de la cohesión social, el fomento de la participación democrática y la creación de consenso». Algo a lo que parece que ha renunciado RTVE.

La Marea, Suscripción, Revista

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.