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Carta de un aspirante a súbdito a su amado Felipe VI, “El Preparado”

"He venido hoy ni más ni menos que para defenderos de tanto postmoderno que sueña cual infante con romanticismos arcaicos, como el de la República y otras herejías", expone el autor

El rey Felipe VI junto a su familia en el Palacio Real. POOL

Querido Felipe VI, «El Preparado»,

Quiero aclararle, antes que nada, que yo no soy español, y ni siquiera soy europeo.

Según certifica mi permiso de residencia permanente que me habilita para trabajar, soy sólo un extranjero con autorización para desarrollar mi humilde actividad artesana en vuestro reino.

Y dejo asentado aquí y ante testigos, que he venido hoy ni más ni menos que para defenderos de tanto postmoderno, estos de La Marea y Carne Cruda, que sueñan cual infantes con romanticismos arcaicos como el de la República y
otras herejías.

Pero puede, oh, Felipe VI, «El Preparado», que leáis por ahí que, junto con otros cinco desalmados, hacemos una revista infesta, un infame pasquín llamado Mongolia, y que tiene a vuestra excelencia y a vuestra familia como blanco predilecto de sus chanzas y machetazos periodísticos.

Incluso puede que sepáis que ahora mismo está en imprenta Borbonia, un libro recopilatorio de Mongolia dedicado única y exclusivamente a vuestra figura y a los miembros de vuestra casa, tan noble estirpe. Un libro hecho, para peor pecado, mediante crowdfounding, ese método por el que se esquilma al pueblo con su aprobación en vez de hacerlo por la ley, como lo hacen lo de vuestra sangre noble.

Y puede que alguno de vuestros fieles servidores os cuente que aparece mi nombre entre los autores de tan innobles infamias, y os sorprenda que un aspirante a lacayo aparezca firmando tan vergonzosas páginas.

Pero no me culpe a mí de tal acción tan canallesca, oh, alteza, porque sé que en vuestra sabiduría entenderéis que mis motivos son nobles y puros como el agua clara.

Vos, excelencia, comprenderéis que, como extranjero, debo adaptarme a los nativos para ser, si Dios quiere, algún día y de verdad, un auténtico lacayo de vuestro reino.

¿Qué gesto más noble, oh, Felipe, que el de un foráneo haciendo un gran esfuerzo por adaptarse a las costumbres de vuestro pueblo, aunque dichas costumbres, como la de infamarle, le repugnen en tal grado que le quitan el sueño?

Lo mío es un esfuerzo por parecerme y pertenecer, Alteza, ni más ni menos.

Y sé, oh, Felipe VI, «El Preparado», que vos me entenderéis, gran Monarca europeo, porque su familia también, igual que este servidor, vino del extranjero.

Eso sí, le prometo, Alteza, que cuando llegue ese día futuro en que, al fin, tenga a bien nombrarme súbdito de su reino dándome esta su nacionalidad, entonces, y sólo entonces, afirmaré con la cabeza bien alta que sí, que antes no lo era pero que ahora soy republicano hasta el tuétano.

Pero ojo, sufriré tamaña conversión de mis principios sólo por vuestro bien y el de vuestro nombre y estandarte.

Porque no hay lugar más alto, más noble y más respetable en el podio de los grandes de la historia que el de aquel que renuncia voluntariamente a su puesto porque le preocupa más el devenir y la historia de los que habitan su misma tierra que el bienestar y la historia de su propia casa, y el devenir de su estirpe que, al fin de cuentas, como la de todos, tampoco será eterna.

Sin más, y esperando comprenda su excelencia que este consejo está motivado sólo por mi amor y admiración hacia su figura,

Su aspirante a lacayo: Darío Adanti

La Marea, Suscripción, Revista

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