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La primera ronda de contactos dibuja un gobierno en minoría de Ada Colau
La CUP descarta gobernar con Barcelona En Comú y ERC reclama que se sume a la hoja de ruta independentista. Un bipartito con el PSC llevaría a la candidatura de confluencia a una gran contradicción
BARCELONA // «Estamos a favor de todo proceso popular desde abajo por las libertades, por los derechos, y por la soberanía real de Cataluña y de Barcelona. Por el derecho a decidir de verdad. Pero no se nos puede pedir que firmemos una hoja de ruta con CiU, con quien no compartimos hoja de ruta», ha declarado este miércoles Ada Colau en la televisión barcelonesa BTV sobre la exigencia planteada por ERC para llegar a pactos en Barcelona. Es el último capítulo del complicado rompecabezas en el que se ha convertido la constitución de un gobierno municipal en la capital catalana. “Todavía está todo abierto. Somos partidarios de buscar pactos lo más estables posibles, por el bien de la gobernabilidad de la ciudad. Se ha avanzado, pero todavía no hay cosas concretas”, ha afirmado Colau.
Con 11 concejales, a diez de la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Barcelona, la candidatura de confluencia tendrá que hilar fino en las conversaciones con el resto de formaciones políticas para poder llevar a cabo su programa de gobierno. Y en primer lugar, para garantizarse la investidura el próximo 13 de junio. Desde la victoria electoral en las municipales, el equipo negociador de Barcelona En Comú ha mantenido encuentros con los partidos con los que consideran que será más factible llegar a pactos, ya sean puntuales o de forma estable: PSC, ERC y la CUP, como explicó la propia Colau el lunes siguiente a los comicios. Estas conversaciones, ha explicado Colau, están siendo “positivas” y se producen “cada día”. A poco más de una semana para el pleno de investidura, el equipo negociador integrado por la propia Ada Colau, Gerardo Pisarello, Laia Ortiz, Jaume Asens, Raimundo Viejo, Eloi Badia y David Cid trabaja a contrarreloj para cerrar los apoyos para la investidura.
Descartado por ERC y el PSC, el amago de Trias para llegar a un acuerdo alternativo, que según expuso Colau fue propuesto al alcalde en funciones “por el PP y sectores económicos de la ciudad”, parece claro que no se conformará una mayoría que invista como alcalde al candidato de otro partido. Pero tras las primeras reuniones mantenidas con el PSC, ERC y la CUP, tampoco se divisa como un escenario probable un acuerdo estable de gobierno que forme un bipartito, tripartito o cuadripartito.
La CUP se mantendrá en la oposición
La primera formación en desmarcarse de la posibilidad de entrar al gobierno municipal ha sido la CUP (con 3 concejales), que el pasado lunes, tras encontrarse con miembros de Barcelona En Comú, les trasladó que no formarán parte del gobierno de la ciudad, como proponía el partido de Colau. “Somos útiles condicionando a otras fuerzas obedeciendo mandatos populares”, señaló la futura concejal Maria Rovira.
Tras felicitar a Barcelona En Comú por haber logrado el objetivo compartido de “echar a Trias”, trasladó la disponibilidad de la CUP a llegar a acuerdos concretos, incluso más globales en un futuro. La candidatura de la izquierda independentista debatirá estos días en las asambleas descentralizadas si vota a favor de la investidura de Colau.
ERC insiste en la ‘hoja de ruta’
ERC (5 concejales), partido con el cual, según afirma Colau, existen “muchos puntos de acuerdo”, ha puesto como condición de un eventual pacto estable que Barcelona En Comú se una a la hoja de ruta hacia la independencia acordada con CiU, la ACN y Òmnium. El partido de Alfred Bosch, al menos en las declaraciones públicas, aprieta a Barcelona En Comú a “definirse” sobre “independencia sí, o independencia no”, lo que ha llevado a Colau a insistir en que Barcelona En Comú es un “aliado real para el proceso soberanista”.
La futura alcaldesa, sin embargo, ha descartado sumarse a una hoja de ruta que incluya a CiU, un escenario que considera “impropio”. La presión que realice CiU sobre ERC también jugará su papel. El president Artur Mas ya dejó entrever hace unos días que las elecciones del 27-S se mantendrían si ERC cumple con los acuerdos alcanzados, entre los cuales se encuentra priorizar los pactos entre fuerzas soberanistas en las instituciones municipales. Aunque el partido de Mas, tras haber perdido las elecciones, ha liberado a ERC en Barcelona para cerrar los pactos que desee, entre los republicanos persisten las dudas sobre las consecuencias de unirse a un gobierno con Colau.
Reticencias hacia el PSC
La tercera fuerza en discordia, el PSC (4 concejales), parece a priori la más dispuesta a formar parte del equipo de gobierno en el Ayuntamiento. A pesar de que Colau ha asegurado que “con el PSC están abiertas todas las posibilidades, pactos más puntuales o más estables”, una alianza únicamente con los socialistas sería un campo abonado para la oposición para señalar la contradicción de gobernar con quien lo ha hecho en la capital catalana durante tres décadas. Las reticencias a un gobierno estable con los socialistas se mantienen especialmente en los miembros de la candidatura procedentes de Guanyem Barcelona.
Fuera como fuese, y descartada la entrada al gobierno de la CUP –además de los pactos con CiU, PP y Ciutadans, que en ningún momento se han contemplado-, cualquier otra combinación se presenta insuficiente para alcanzar los 21 concejales que marcan la mayoría. Por lo tanto, las políticas que desarrolle la futura alcaldesa deberán contar al menos con el apoyo de otros dos partidos y la abstención del tercero. Dado el escenario, habrá que ver hasta qué punto Colau podrá desarrollar las propuestas más rupturistas como, por ejemplo, una eventual remunicipalización del servicio de agua de la ciudad.
Complicado escenario y por otro lado normal y no sólo en Barcelona.
De estar escorados a la derecha ahora habrá que hacer el deseado retorno con paciencia, ingenio y paso a paso.