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La bata blanca del 24-M

Podemos ha sido el motor pero no la única explicación del éxito de que movimientos ciudadanos puedan llegar a gobernar muchas de las principales ciudades del país.

cultura popular

El pasado domingo acabó la Santa Transición Española que empezó hace 40 años.  Llegó eso que llaman la nueva política y se presentó ante nosotros como un científico de bata blanca trayendo consigo la demostración empírica de que el sistema diseñado para estar cerrado y bien atado tenía grietas que han permitido que movimientos ciudadanos, surgidos al margen de presupuestos, siglas y estructuras de poder, puedan llegar a gobernar muchas de las principales ciudades del país. Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, A Coruña, Oviedo, Valencia o Santiago de Compostela en manos de la ciudadanía organizada. Nada menos. Si los Premios Nobel tuvieran categoría en Sociología, el experimento surgido hace cuatro años en las plazas se llevaría uno.

Queda saber si la participación ciudadana y los esfuerzos colectivos han venido para quedarse o han venido para salvar una situación de emergencia. Si es lo segundo, como parece probable, la tensión y la capacidad de movilización no durarán para siempre. Cuando los movimientos ciudadanos entren en las instituciones o convierten las grietas por las que se han colado en grandes puertas de acceso, abiertas y bien señalizadas, o habrá que sudar lo insudable para que algo así vuelva a repetirse en un futuro.

Desde el escrutinio mismo los grandes medios de comunicación coincidían en dar por perdidos para el PP gobiernos autonómicos gracias a un seguro pacto PSOE-Podemos. Como por arte de magia, la línea que separaba «casta» y «nueva política» había desaparecido esa noche sin dejar rastro, creando expectativas como la de desalojar a Dolores de Cospedal de Castilla-La Mancha mediante la fórmula de situar a Podemos en el papel que tradicionalmente había jugado IU. Si el PSOE de Andalucía no ha sido capaz de pagar el precio de la abstención de un Podemos que parece no ceder, ¿qué hace hace suponer que en Castilla-La Mancha el PSOE esté dispuesto a pagar el precio por un voto a favor? Si la falta de acuerdos provoca la continuidad de gobiernos del PP, ¿sobre qué espalda recaerá la frustración por la expectación creada?

Se pudo. Y se pudo al margen de siglas cerradas. Podemos ha sido el motor pero no la única explicación del éxito. Mientras la formación de Pablo Iglesias recorría el camino de la seguridad, vía estructura tradicional de partido, el resultado de las municipales dejaba una pregunta en el aire: ¿es caballo ganador el modelo de partido clásico? En Izquierda Unida, Alberto Garzón parece convencido de que la respuesta, visto lo visto, es rotundamente no.

Las mujeres ganan su sitio a la izquierda. Hacía falta una feminización de la política más allá del modelo Thatcher, y esa feminización ha llegado con fuerza. Manuela Carmena o Ada Colau están aquí no sólo para ponerle cara al municipalismo ciudadano, sino para dejar impreso de una vez por todas el rostro de mujer sobre un lado zurdo del tablero que estaba teniendo serios problemas y dificultades para transitar el camino que la derecha recorrió tiempo atrás con el modelo dama de hierro. Ya era hora.

La Marea, Suscripción, Revista

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Comentarios
    • muchos madrileños y barceloneses, en situacipnes reales de riesgo, si Ada y Carmena son finalmente alcaldesas, estarán en disposición de responderle a lo que sí ha cambiado.
      Aunque, de acuerdo, en las ventajas que ve el capital en la sustitución de unos x otros, si realmente Podemos consigue el regreso de políticas socialdemócratas, no sería moco de pavo, tras 25 años de globalización ultra liberal, que nos conduce a una situación similar a la anterior a la revolucion francesa.

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