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Elogio de la politización

En la medida en que adquirimos conciencia política somos más libres y más resistentes a la manipulación, afirma el autor

“Toda decisión es política porque si decido escribir sobre un árbol, decido no escribir sobre el hambre”. Aunque no recuerdo al autor de dicha cita que parafraseo con las licencias del olvido, reflexionar sobre ello viene al caso ante los denodados esfuerzos de sectores vinculados al poder para desprestigiar la “política” como término, siendo como son conscientes de que el lenguaje que utilizamos condiciona sustancialmente la forma que tenemos de entender el mundo.

Dejando aparte, que ya es dejar, la demolición activa del concepto en sí que supone banalizar la corrupción de los que ejercen la política como profesión, una de las estrategias más comunes es la de desacreditar, entre otros, las manifestaciones, los manifiestos, los medios de comunicación, o los tribunales, por ser “políticos”, tomar decisiones “políticas”, o estar “politizados”, según corresponda.

En esta misma línea y de cara a las inminentes elecciones locales y autonómicas de este domingo 24 de mayo, no es descartable que alguien advierta que los votos de los ciudadanos, o incluso los votantes mismos, podamos estar “politizados”. Por todo ello, creo que es oportuno recordar que “política” y “partidismo” no son términos equiparables, aunque muchos quieran confundirnos. Para señalar algunas diferencias, he seleccionado las siguientes acepciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE):

político, ca.
9. f. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

politizar.
1. tr. Dar orientación o contenido político a acciones, pensamientos, etc., que, corrientemente, no lo tienen.
2. tr. Inculcar a alguien una formación o conciencia política.

partidismo.
1. m. Adhesión o sometimiento a las opiniones de un partido con preferencia a los intereses generales.
2. m. Inclinación hacia algo o alguien en un asunto en el que se debería ser imparcial.

En vista de esas definiciones, entenderemos que cualquier decisión que los ciudadanos tomamos en sociedad es “política”. Así, entre los numerosos actos políticos que ejercemos diariamente están el comprarle a una gran corporación o a un pequeño comercio, utilizar la sanidad y educación públicas o las privadas, pagar o no los impuestos que nos corresponden, o salir a la calle a criticar los recortes indiscriminados frente a quedarnos en casa. De hecho, la renuncia y la inacción son también actos políticos y, como tal, tienen consecuencias públicas.

Del mismo modo, no se puede “politizar” una manifestación porque per se cualquier tipo de protesta pública tiene ya un contenido político. Una manifestación apolítica es una contradicción en los términos… y una pérdida de tiempo. También tiene carga política una decisión judicial, o la línea editorial de un periódico; no podría ser de otra forma: ambas, cada una en su ámbito, conforman actividades ciudadanas con una repercusión muy trascendente en los individuos y la sociedad en general.

Cosa bien distinta es que una manifestación, decisión judicial, política, o editorial estén sometidas a los intereses directos de un partido político, esto es, que sean “partidistas”. Es posible que cuando alguien advierta de, por ejemplo, la “politización” de una manifestación –observación realizada generalmente frente a las protestas opuestas a los intereses de quien la efectúa-, se refiera a esto último. Evidentemente, cualquier actividad “política” puede ser “partidista”, pero confundir los términos consciente y sistemáticamente no es inocente sino que persigue precisamente y en último término que los ciudadanos denostemos la política en sí por asimilarla como algo consustancialmente tendencioso y servil, esto es, persigue que nos despoliticemos.

En la medida en que nos politizamos, es decir, en la medida en que adquirimos conciencia política, somos más libres y más resistentes a la manipulación. Por eso al poder no le interesan los individuos ni las sociedades politizadas, porque no interesa que pensemos y elijamos en consecuencia, porque prefieren vendernos eslóganes que argumentos. Desde el “pienso, luego estorbo”, que señalaban algunas pancartas del 15-M, nuestra sociedad ha experimentado una creciente politización, seguramente la más significativa desde la Transición. Por ese motivo y pese a que quede mucho por caminar, ya nada puede ser lo mismo.

Algunas de las consecuencias de esa mayor politización resultan tan evidentes en este momento como casi impensables hace sólo cuatro años: el bipartidismo se derrumba, la corrupción resulta mucho más intolerable, los movimientos sociales ganan peso y trascendencia, la mayoría de los partidos políticos considera seriamente las primarias o las listas abiertas, etc… Pero muy probablemente las más profundas las observaremos a medio y largo plazo; confiemos en ello, seamos pacientes y perseverantes.

Este domingo 24 de mayo tenemos la oportunidad de dar un paso más en este proceso imparable con un acto “político” de gran significación. Hagámonos cargo de su trascendencia y ejerzámoslo con orgullo y dignidad. Porque estamos más “politizados”, sabemos más y elegimos con mejor criterio. Pero sin quitarle trascendencia, recordemos que el del domingo es sólo un paso más. Pasado este, sigamos politizándonos, sigamos ejerciendo la política.

*Aser García Rada es pediatra, periodista freelance y actor

La Marea, Suscripción, Revista

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