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Los despropósitos del sistema de reciclaje de aceite doméstico usado en Barcelona
Sobre el actual sistema pesa una demanda por plagio. El anterior, instalado durante la estancia de ICV en el área de Medio Ambiente, se retiró por graves defectos
BARCELONA // Un envase de boca ancha con una cara sonriente que recibiría el nombre de Claki, con un tapón de doble membrana especialmente diseñado para evitar que escapase su contenido, y reutilizable. Esta fue la idea desarrollada por el diseñador industrial Antonio Mérida para instalar un sistema de reciclaje de aceite doméstico usado en las escuelas, que animase a los pequeños a participar junto a sus familias de la recogida del aceite del hogar para que terminase convertido en biodiesel. Un sistema aparentemente sencillo, que incluye la trazabilidad del aceite recogido para facilitar información medioambiental con el volumen de CO2 que se ha evitado lanzar a la atmosfera, pero que nadie había ideado cuando, en 2005, Mérida comenzó a llamar a la puerta de asociaciones y ayuntamientos para implantarlo y posteriormente lo patentó. El sistema de reciclaje de aceite implantado actualmente en Barcelona, denuncia el empresario, está plagiado del suyo. Por ello, ha presentado una querella después de una serie de acontecimientos que parecen que terminarán, espera, con final feliz.
Volvamos a 2005. El sistema tuvo éxito. Ayuntamientos de la comarca barcelonesa de El Baix Llobregat comenzaron a instalarlo en escuelas y centros cívicos, y se extendió a otros puntos de España como Madrid, donde de la mano de la Obra Social de Caja Madrid y el Ayuntamiento se puso en 50 centros educativos en 2008. Desde entonces ha recibido numerosos galardones empresariales y medioambientales, como el Premio a la Iniciativa Empresarial con mayor respeto por el Medio Ambiente de 2006, otorgado por la Diputación de Barcelona. Pero a pesar de haberse implantado en varios municipios, no había sido posible llegar a la gran plaza, Barcelona. Hasta que a principios de 2011 se presentó una primera oportunidad. Fue el inicio de una serie de despropósitos en las adjudicaciones del sistema de reciclaje de aceite en la ciudad.
La empresa de comunicación y publicidad DDB contactó con Mérida y le expuso que el consistorio, que entonces presidía el socialista Jordi Hereu y cuya área de medio ambiente gestionaba Imma Mayol (ICV), había abierto un proceso adjudicatario para instalar un sistema de recogida de aceite doméstico en los puntos verdes de Barcelona. Mérida rediseñó el Claki con formas gaudinianas (ver imagen) y, de la mano de DDB, presentó su oferta, convencido de que al disponer de un sistema que ya funcionaba en numerosos ayuntamientos se le adjudicaría el contrato. Sin embargo, días después DDB le contactaba para informarle de que el Grupo Bassat Ogilvy, propiedad del publicista Lluís Bassat, se había hecho con el contrato. “En DDB no se preocuparon mucho, daba la sensación de que no estaban preocupados porque ya les adjudicarían otra cosa más adelante, pero yo quise saber por qué no me lo habían adjudicado, estaba convencido de que mi sistema era el mejor”, explica Mérida. Y es que el envase presentado por Ogilvy, con el nombre de Olipot, presentaba multitud de defectos.
El diseñador del Claki pidió las bases del concurso a DDB, pero nunca se las hicieron llegar. Solicitó entrevistarse con los responsables de Medio Ambiente del consistorio, encabezados por Mayol, sin éxito. Con las puertas de los partidos de gobierno cerradas, probó con la oposición. Se reunió con Joan Puigdollers, responsable de Medio Ambiente de CiU en la capital catalana, que trasladó estas dudas en un pleno municipal. “El sr. Puigdollers pide que se les permita acceder a la documentación administrativa de este programa de educación ambiental, ya que les gustaría conocer todas las propuestas que se presentaron al concurso”, recoge la Gaseta Municipal de Barcelona del 30 de junio de 2011. El concurso nunca apareció. “Se adjudicó a dedo”, afirma convencido Mérida.
Según las cifras ofrecidas en pleno por los responsables del área, se adquirieron 108.225 unidades, cuya producción representaba 3,59 euros por unidad, a lo que había que sumar 145.870 euros del coste de la campaña de medios y márquetin. Un cálculo rápido estima que la cifra total supera el medio millón de euros. Pero el Olipot, que Mayol presentaba con todos los honores en febrero de 2011, tenía graves defectos, que fueron denunciados por algunos usuarios: al volcar el aceite, este salía por todas partes, no cerraba bien, y tenía piezas pequeñas desmontables peligrosas para los niños pequeños. Según constató el propio Mérida en un análisis de laboratorio, el tipo de plástico con el que se había fabricado contenía un 15% de cargas inorgánicas de tipo silicato que podría hacer el envase tóxico y no apto para contener alimentos, lo cual no se advertía en ningún momento. Meses después, el sistema fue retirado con CiU ya en el gobierno sin hacer ruido. Sorprende pues que Mayol afirmase en el citado pleno que “el grado de calidad y garantías que ofrecía su recipiente –en referencia al Claki- en comparación con el que finalmente ha sido seleccionado es inferior”.
Un envase calcado al Claki
Por aquel entonces, Mérida firmó un convenio de colaboración con Asproseat, una de las mayores empresas de la economía social de Cataluña, que emplea a personas con discapacidad. El acuerdo, suscrito el 29 de diciembre de 2011, otorgaba a Asproseat la representación de Oliklak S.L. (la empresa de Mérida) para captar nuevos puntos para el sistema del Claki. Aunque pronto comenzaron las desavenencias. “El gerente, Ramón Vives, tenía una forma de trabajar muy autoritaria, y en una ocasión llegó a decirme que eso de tener una cara en el envase había que quitarlo, a lo cual me negué”, explica Mérida. “¡No quiero el muñeco en la bolsa!”, llegó a gritarle. Los encontronazos terminaron en que, de mutuo acuerdo, Asproseat y Oliklak resolviesen el convenio en mayo de 2012. Mérida quiso seguir colaborando con Asproseat con un acuerdo menos exigente para ambas partes, pero Ramón Vives se negó, sostiene el empresario. La Marea ha contactado con Vives para recabar su versión sobre estos hechos, pero ha declinado contestar.
Extracto del convenio firmado entre la Fundación Asproseat Empresa i Treball y Oliklak S.L.
Cuál fue su sorpresa al descubrir, cuatro meses después en una visita a la nave de Asproseat para retirar un material de Oliklak, que habían fabricado un envase calcado al Claki. Este recibía el nombre de Olisses, y tenía el mismo diámetro (100 mm.), altura (257 mm), tipo de rosca (DIN 80) y, lo que es más importante, el tapón con doble obturación que años atrás había encargado a un prestigioso diseñador industrial de Barcelona, ya retirado, Venancio Pérez. Según confesó su antiguo comercial, que disponía de los planos originales del tapón, Vives había contactado con él con la instrucción de que calcase el que tenía el Claki. Comenzó un largo periodo de requerimientos entre los abogados de ambas partes. “Me planteé denunciar, pero las empresas de la economía social con las que trabajo me pedían que no lo hiciese, Asproseat es una de las empresas más importantes y daría muy mala imagen al sector”, detalla Mérida. “Vives intentó entonces implantar el Olisses en varios lugares. Pero el Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat tuvo que hacer una ampliación y me compró a mí los Clakis; en Cornellà, Antoni Balmón –el alcalde- les dijo que seguían conmigo, porque conocían la historia”, relata.
Olisses desembarca en Barcelona
Hasta que, el 30 de septiembre de 2014, Mérida escucha por la radio al ya concejal de Medio Ambiente de Barcelona, Joan Puigdollers, anunciando que el ayuntamiento ponía en marcha un nuevo sistema de reciclaje de aceite doméstico usado, con un envase de la Fundación Asproseat. El Olisses, si bien el envase de Asproseat en Barcelona dejó de utilizar ese nombre, entraba en la codiciada plaza que anteriormente se le había negado al Claki. El 6 de octubre presenta una querella contra Asproseat por usurpación de la patente P200500579 que, según ha podido comprobar este medio, consta en el número 2964 del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial de junio de 2009. Así comienza un periplo judicial en el que Asproseat ha impugnado su patente –pese a que en el convenio que en su día firmaron con Oliklak le reconocían la autoría- y en el que, este mismo mes de mayo, Mérida ha presentado una segunda demanda por la copia del tapón y un posible espionaje industrial. Ramón Vives, actualmente director general del Grupo Asproseat, señala que están “plenamente convencidos de que la justicia avalará la honorabilidad y legalidad de nuestra tarea”. Preguntado sobre el desarrollo del caso, el origen e invención del sistema de Olisses, afirma que la postura del grupo es “no hacer declaraciones públicas y permanecer a la espera de las resoluciones judiciales”.
Por su parte, Joan Puigdollers, que cuatro años atrás recibió a Mérida para que le contase su caso y lo utilizó para cargar contra ICV en el pleno municipal, en cuanto llego al gobierno municipal se ha negado a recibirlo. “Quiero agradecerles su interés en presentar al Ayuntamiento el sistema Oliklak, que conocemos bien a raíz de las reuniones que ya mantuvieron anteriormente con los técnicos (…) A pesar de ser un buen sistema, actualmente el Ayuntamiento ya dispone de un envase para recoger aceite que cubre las necesidades ciudadanas”, le trasladó en una escueta carta el encargado de Medio Ambiente.
Carta enviada por Joan Puigdollers a Antonio Mérida en diciembre de 2013.
El convenio en vigor entre el Ayuntamiento y Asproseat, al que ha tenido acceso La Marea, no especifica el coste de la campaña ni la cantidad de envases que se adquirirán. Tampoco hace referencia a concurso alguno para la adjudicación del sistema. Según informa el consistorio, durante los seis primeros meses de la campaña (del 1 de octubre al 30 de marzo) se han distribuido 109.293 envases. Puigdollers, sostiene Mérida, conocía perfectamente que la titularidad de la patente era suya. Fuentes municipales se limitan a señalar que se trata de un “contencioso entre dos privados en el que el Ayuntamiento no es parte y lo que ha hecho es aportar toda la documentación que nos ha solicitado el juzgado”. El consistorio se niega a facilitar el coste de la campaña.
“Saben que tienen un problema y que el convenio no hay por dónde cogerlo”, afirma Mérida, que en su querella apunta también a los responsables municipales. El diseñador del Claki comenzó una campaña de denuncia con videos dirigidos al alcalde Xavier Trias y logrando el apoyo de personas conocidas, como el periodista Jordi Évole. Tras varias reuniones entre los abogados del consistorio y los de Oliklak, y un fortuito encuentro en el aeropuerto de la esposa de Mérida con el alcalde Xavier Trias, a quien relató todo el asunto, el pasado jueves el caso dio un nuevo giro. En una reunión con Mérida, Carles Vázquez, responsable de residuos del Ayuntamiento, le prometió instalar el sistema de Oliklak en las escuelas municipales de la capital catalana. “Quieren que deje de hacer ruido y han propuesto esto para encontrar una salida”, zanja el padre del Claki. Aunque esta rocambolesca historia todavía deja dudas: ¿Qué procedimientos se siguen para adjudicar los servicios de la ciudad?
El periodista Jordi Évole con un Claki.
Cada paso que ha dado fue en falso,donde esta la ley en estos casos?es un engaño impune,y esto sucede con todo,un escenario y unos actores que conocemos de sobra en este pais.