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“Fueron a por mí, querían que el cazador fuera el cazado”

Entrevista a José Camarasa, diputado autonómico del PSPV-PSOE entre 1999 y 2009 que destapó el caso Terra Mítica en 2005.

En diciembre de 2005 dos empresarios de Terra Mítica, Antonio Moreno Carpio y José Herrero, contactaron con el entonces diputado socialista José Camarasa. Un ingeniero hizo de enlace y en su despacho se celebró una primera reunión. La segunda y la tercera fueron en el antiguo hotel Victoria Eugenia, en la calle de las Barcas. La cuarta en una oficina particular. Y la quinta y la sexta en el despacho parlamentario de Camarasa, quien grabó el último encuentro y aportó la cinta a la Fiscalía. Las revelaciones eran un bomba: los empresarios reconocían dobles y triples facturaciones por importes hinchados. Y cobros de comisiones a través del industrial Vicente Conesa, quien supuestamente también repartía con Eduardo Zaplana, entonces presidente de la Generalitat. En total se movieron irregularmente, según estos empresarios, entre 12 y 18 millones.

Una década después se celebra el juicio del caso Terra Mítica, pero solo en lo que afecta a 4,4 millones defraudados a Hacienda durante el 2000 y 2001. Zaplana no está entre los acusados. Y la fiscal solicita algunas de las penas de cárcel más elevadas para Vicente Conesa (28 años) y los dos empresarios con los que trató el ex diputado socialista: Antonio Moreno Carpio (53 años) y José Herrero (17 años). José Camarasa declarará como testigo este martes 5 de mayo.

Usted destapó el caso Terra Mítica, decano de la corrupción del PP y que en su día fue un bombazo informativo. Ahora el juicio pasa de puntillas por los medios y la sociedad. ¿Por qué?

Han transcurrido 10 años. La cuestión se adormece y en los últimos tres o cuatro años el fenómeno de la corrupción a gran escala emerge dentro de la política española. Es mucho el volumen de casos y de alguna forma se tapa.

Eduardo Zaplana llegó a estar implicado, pero no imputado. ¿Por qué?

El nombre de Zaplana surge en una de las conversaciones que tengo con estos empresarios. Dicen que el elemento nuclear de la trama es Vicente Conesa. La desviación que pudo haber la cifraban en dos o tres mil millones de pesetas. Conesa, supuestamente abochornado, habría comentado que todo ese dinero no era solo para él, sino que repartía, entre otros, con Eduardo Zaplana. En la grabación, uno de los dos, José Herrero, dice que probar que este señor le ha dado el dinero a Zaplana no puede, pero que Conesa se lo dijo a ellos y a seis o siete empresarios más y que eso lo podría jurar ante la Virgen de los Desamparados.

¿Y qué hizo la Fiscalía?

Estuvimos personados durante mucho tiempo y costó un pastón de dinero al PSPV. Aún debemos parte a los abogados. En una situación de asfixia económica del partido, entendimos que con la denuncia ante la Fiscalía, esta actuaría de oficio. Di datos, presenté grabaciones e incluso hice referencia a cuentas corrientes cifradas y secretas en la Banca Privada de Andorra. Dije en qué sucursal estaban y, en una vistilla con fiscales en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), quién era el comercial que recibía las sacas de dinero. No sé qué habrá hecho la Fiscalía, pero tenía datos e indicaciones que le proporcioné.

Zaplana se revolvió contra usted.

Se querelló contra mi. Pienso que pretendía apartarme del cargo público. Alguna indicación recibí de la órbita del TSJ de que la cosa iba en serio y de que, si me descuidaba, pretendían que el cazador fuera el cazado. Lo intentó no solo por la vía jurídica sino a través de los medios de comunicación. Siempre he sospechado que tuvo una relación muy estrecha con responsables del diario El Mundo, que publicó que yo había ofrecido 1,8 millones a estos empresarios por implicar a Zaplana.

¿Sin contrastar?

Me llamó el que era director en Valencia, Benigno Camañas, para decirme que tenía un escrito de estos empresarios con el ofrecimiento de los 1,8 millones. Me dijo que vendría a mi despacho para hablarlo. Han pasado 10 años y todavía le estoy esperando.

Fue una época de mucho estrés que llegó a afectarle a la salud.

Tuve un desvanecimiento en las Cortes y perdí el conocimiento. Me llevaron al Clínico. Creo que tuvo bastante que ver con el estrés. Te vas metiendo en esa maraña, a veces no notas ayuda, no es que no la tengas, y esto te va minando por dentro.

¿Se refiere a ayuda dentro de su propio partido?

No he tenido nunca cortapisas y nunca me han vetado nada. Pero quizá en algunos momentos piensa uno que debe estar más arropado. En el caso de la demanda de Zaplana el partido colaboró y se hizo cargo de la defensa.

¿Era más difícil en su época denunciar la corrupción?

En esa época no calaba. Denuncié la primera actuación de Orange Market [filial valenciana de la trama Gürtel], que fue la maquetación e impresión de la Guía de la Comunicación de la Comunidad Valenciana, encargada por la consejería de Presidencia, dirigida por Esteban González Pons. Orange Market se había creado unos meses antes y no tenía pedigrí en la administración, ni plantilla. En unas declaraciones a Levante-EMV ya dije que podría tratarse de la punta del iceberg de la corrupción en el Partido Popular. La información la sacaba de la Sindicatura de Cuentas. El gobierno del PP no me contestaba a nada y me negaba la información sistemáticamente. Utilizaban su mayoría para no tramitar muchas de mis preguntas. Y las que admitían, en numerosas ocasiones las respondían con vaguedades e imprecisiones. Pero mal que bien creo que tracé una senda que luego han transitado con esfuerzo y dedicación otros compañeros de la oposición.

También denunció los sobrecostes de Santiago Calatrava.

Denuncié cómo cobraba Calatrava, por transferencia, que era absolutamente ilegal. Y salía una cosita en los medios a tres columnas y ya está. ¿Quién le tocaba la cara a Calatrava? Hasta me autocensuraba buscando un equilibrio entre la crítica y la admiración al arquitecto reconocido. Decía algo así como: el tan brillante arquitecto como dilapidador… En aquel momento era un icono mediático, triunfaba en todo el mundo. No había ocurrido lo del puente de Venecia y el de Bilbao. Creo que si los medios de comunicación se hubieran implicado más habríamos abierto antes la brecha, pero quizá tenían otras facetas que atender y otros compromisos que pagar.

¿Por qué abandonó la política?

Tenía problemas en casa. Había tenido ese achuchón allí, pero había sufrido alguno más. Cuando alguien se dedica a la política con una cierta intensidad pierde también vida familiar.

¿Ha estado tentando o le han tentado para volver?

A mí la política me gusta como comer con los dedos, pero creo que debe tener un principio y un final y además no debe abarcar un periodo muy largo. Como todo en la vida, tienes un periodo de motivación, otro de estabilización y otro en el que sientes que puedes estar perdiendo la motivación. Entonces creí que había llegado el momento de dejarlo. Pero ni me lo han ofrecido ni he tenido interés en volver.

De todos los casos de corrupción, ¿cuáles le parecen más reprobables?

El caso Cooperación por el destino de los fondos. Y, cualitativamente, Terra Mítica, porque es el primer impacto y en una cantidad importante. Y, por el derroche continuado, la Ciudad de la Artes y las Ciencias. Todavía no llego a entender como se procesa a Jaume Matas por una desviación de 100 millones cuando aquí lo presupuestado era de unos 300 y deben andar por 1.300 millones. Y ni se ha investigado.

¿Y los políticos más reprobables?

Hablar de personas me cuesta. Sí me pareció reprobable la intención del entonces presidente de las Cortes, Julio de España, cuando salió el caso Terra Mítica. Me dijeron que pidió informes para despojarme de mi condición de diputado. Uno de ellos, a los letrados de la Cortes para encontrar un fallo al haberme reunido en sede parlamentaria con aquellos empresarios. Pero no había por donde meterme mano. Y sé que, como mínimo, encargó un segundo informe, que le costó un dinerito a la cámara, y en el que volvieron a decirle lo mismo. Un letrado de las Cortes me lo dijo: nos han encargado un informe para ver si te podemos echar.

¿Por qué el PSPV no ha conseguido capitalizar electoralmente la denuncia de la corrupción?

Estábamos en un momento de bonanza económica y la sociedad no prestaba suficiente atención a estos asuntos. Se marcó una línea de trabajo que, quizá en esta segunda etapa, más acuciado el PP por la presión mediática y popular, permitió que esos casos que había aflorado el PSPV pudieran evidenciarse todavía más.

En la última legislatura, ¿ha mantenido el PSPV esta trayectoria?

Eva Martínez ha seguido una buena línea, por ejemplo, en la Ciudad de la Luz y la de las Artes.

Eva Martínez y Josep Moreno han tomado tu testigo en el PSPV.

Creo que lo han hecho muy bien, con mucha profesionalidad.

Y sin embargo no repetirán como diputados.

Son dos buenos parlamentarios, que han dado la talla, pero no estoy en la comisión de listas. No siempre el buen trabajo tiene su traslación y reconocimiento en las listas. Debería ser así, pero no siempre lo es.

¿Qué sensación tiene de cara a las elecciones del 24 de mayo?

El PP tiene que pasar a la reserva. Pero la izquierda, en general, empieza a mantener una cierta actitud de búsqueda de la primacía individual y no tanto de conjunción de fuerzas. Cuando se habla de exclusiones, de sumar más que éste o aquel o de imponer a fulano, creo que no toca. El PSPV lleva sin gobernar en esta comunidad 20 años. Hemos hecho una oposición que, desde el punto de vista de lucha contra la corrupción, nos da legitimidad como al que más. No nos hemos quedado solo en la denuncia parlamentaria, sino que casi nos hemos arruinado en los tribunales. Hemos hecho lo que hemos sabido y quizá lo que hemos podido. Por eso espero una conjunción a la izquierda del PP, porque nadie va a tener fuerza para desalojarlo por sí mismo.

[Artículo publicado originalmente en La Veu del País Valencià]

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Comentarios
  1. Entiendo lo mal que lo ha debido pasar estos años pasados la oposición en el Paìs Valencià.
    Cuándo la mafia quiere apartarte de enmedio nunca faltan todo tipo de adversidades, depresiones y problemas de salud. La mafia recurre a todo lo imaginable y inimaginable.
    Válida persona y político, Josè Camarasa.

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