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No hemos visto nada, todavía

"Nos tienen dominados y no sólo por su cine, sino series, programas, música, etc", señala el autor

¿Qué es el cine? ¿Qué son las series, los cortos, el audiovisual y la cultura en general? ¿Son un arte o una industria? ¿Son entretenimiento o cultura? ¿Una pura diversión efímera o una interpretación de la vida? Es un debate que no tiene fin, que hay posturas de peso de un lado y otro pero lo que, modestamente, creo que no se puede negar es la influencia que ha tenido este medio a la hora de querer hablar de nuestra sociedad y las sociedades que nos quedan lejos. Es decir, el cine, como medio cultural más popular desde el siglo pasado, nos muestra, quieran sus creadores o no, tenga o no esa intención, cómo es nuestra sociedad, qué valores tenemos, qué modelos defendemos y cómo vemos la historia o cómo aspiramos a que sea el futuro. Unos con más acierto, otros con menos, unos indagando más y otros sólo queriendo entender pero contando y explicando cómo somos y en qué sociedad vivimos. Ya sean vampiros, zombies, astronautas, un inmigrante, un soldado o una transexual, el cine nos explica mucho sobre nuestros valores y nuestro contexto.

Gracias al cine sabemos cómo es Estados Unidos. Todos y todas conocemos tan bien Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Washington o San Francisco porque lo hemos visto en nuestras pantallas, que en el caso del Estado español, llegan a “colonizar”, sí colonizar, nuestros cines. Las majors de Hollywood son las que abundan en nuestras salas de cine, de casa y pantalla individual, da igual si son madrileñas, catalanas, andaluzas, vascas, castellanas o asturianas. Son las películas yankees las que más se consumen y las que más vemos. Y las que más nos dicen cómo son otros países y cómo es su sociedad. Algunas tan magnificas que nos muestra la ‘pesadilla americana’.

Todos y todas conocemos las grandes historias de Estados Unidos, sus héroes y villanos, sus relatos de amor, sus guerras y su historia, gracias a la magia del cine. Y todo esto no es gratuito porque, tras unas risas, varios sustos o tensión, siempre salimos reforzando ideas, cuestionando o asumiendo discursos, así sólo hayamos visto carreras de coches, magia, balas, vampiros o catástrofes. Todas las imágenes y sonidos nos hace comprender, o eso parece, cómo son, cómo pueden pensar, cómo se comportan los y las estadounidenses.

Nos tienen dominados y no sólo por su cine, sino series, programas, música, etc. Ya sabéis, aquí no entraron los tanques con las banderas de barras y estrellas, pero sí su forma de vida y sus productos nos entraron por los ojos y los demás sentidos, poco a poco. Pero por suerte podemos ver todo cine, pese al domino cultural. Y hablo de hegemonía cultural como podemos consultar quién se lleva la taquilla o por qué somos más anglófilos, por mucho que después defendamos el catalán o el andaluz. Tod@s hablamos de nuestros dibujos favoritos, las mejores imágenes y recuerdos lo compartimos en nuestro imaginario colectivo ¿y de dónde vienen la mayoría? Y no es malo saber o tener referencias de otros países, es enriquecedor, pero el problema es que es siempre el mismo tipo de referente que engloba a la sociedad estadounidense, su forma de vivir, pensar, consumir y su forma de organizarse pese a que, desde Europa, queramos “diferenciarnos” de “no somos” como los “americanos”. Si echamos un vistazo en nuestra casa, podemos ver en lo cultural u otros productos, cuánto abunda el contenido y gustos vienen de allí. Y no es malo que te guste pero sí podemos cuestionarnos por qué tan anglófilos y por qué no otros. ¿Y por qué casi todos y todas tenemos esta tendencia? ¿No es hegemónica?

Por supuesto que Estados Unidos no es sólo “la típica peli americana” y hay mucho más cine y series maravillosas, muchas pertenecen a mis interminables listas de obras maestras que nos muestran las propias contradicciones de ese modelo hegemónico de sociedad, pero a lo que pretendo dar importancia en el audiovisual es al contenido y lo que explica de nosotros (o ellos/as). No escribiré sobre los bellos planos y grandes producciones, si no de lo que las imágenes, sonidos, escenas, conversaciones, etc. Nos cuentan de nosotros mismos y de el resto de sociedades.

Mi objetivo con este texto no es hablar de cine y series porque sí, de si son innovadoras técnicamente o de si la fotografía es más o peor que otra, de lo que intento hablar (esperando debate) es de lo que nos cuenta nuestro maravilloso cine, hecho en Cataluña, Madrid, Extremadura o Aragón. Y por supuesto de las maravillosas series y películas que se hacen en Europa, América Latina y el propio Estados Unidos. Y como el cine habla de nuestra sociedad, queramos a o no, sea esta o no la intención del director/a, no hay nada mejor que hablar del cine como el instrumento que intenta “reflejar la realidad aparente y los infinitos matices de la vida humana”, como señala José Luís Sánchez en su libro Desde que los Lumière filmaron a los obreros . Por tanto, la importancia del cine es que es un reflejo de nuestra sociedad, ya que si la pintura, la literatura, la arquitectura, la música, etc. hablaban de las sociedades a lo largo de la historia, las imágenes más el sonido son el reflejo de todas ellas juntas y es donde apreciaremos más los matices de nuestra contradictoria vida y nuestras contradictorias sociedades. Y para citar a un director madrileño, Antonio Méndez Esparza, “Todo cine es político, es imposible escapar de eso. El cine puede dar voz a los problemas sociales (añado yo, a nuestros miedos, sueños, valores y sentimientos como sociedad) y si no los resuelve, al menos los muestra”.

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