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Cinco años de lucha y resistencia contra las cárceles racistas
Hoy se cumplen cinco años de la primera protesta organizada ante un CIE por la campaña por el Cierre de los CIE
Los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) son espacios donde se vulneran los derechos fundamentales. Conscientes de ello, en Valencia, desde 2010, entidades sociales y personas a nivel individual, decidimos organizarnos en un movimiento para exigir su cierre y velar por la integridad y dignidad de las personas internas al que llamamos Campaña por el cierre de los CIEs (CIEs No).
Desde sus inicios, hemos querido visibilizar la necesidad de cerrar de forma inmediata y definitiva estas cárceles racistas -costeadas con nuestros impuestos, no lo olvidemos- que nos convierten en una sociedad indiferente con la injusticia que sufren miles de personas en el País Valencià, en todo el Estado español y en el resto de la Unión Europea.
Para ello, desde CIEs No, hemos acompañado a las personas víctimas de Zapadores, el CIE de Valencia, con visitas periódicas al centro; hemos denunciado públicamente las condiciones lamentables en las que éstas se encuentran -falta de ropa de abrigo y agua caliente en invierno, comida escasa y de mala calidad, plaga de chinches cuyas picaduras son extremadamente dolorosas y dificultades para acceder a la asistencia jurídica y sanitaria, entre otros agravios-. También, hemos realizado el seguimiento de las más de 50 denuncias que las personas internas han interpuesto por maltrato policial y otras vejaciones.
Además de todo esto, nos hemos concentrado ininterrumpidamente cada último martes de mes, a las 19.00 horas, en la puerta del CIE de Zapadores, sin importar si diluviaba, era fin de año o un desértico mes de agosto en una ciudad como Valencia.
Hoy, conmemoramos cinco años de estas protestas, que han impulsado la resistencia contra la represión de las personas migrantes en el País Valencià, con un llamamiento a la ciudadanía a participar en ellas y a rebelarse contra el racismo institucional, a exigir el fin de las redadas racistas, de la privación de libertad en los CIEs y de las deportaciones forzosas en vuelos fletados por el Estado que sufren miles de personas a diario.
Cada minuto que el CIE de Zapadores y los otros seis que hay en el Estado español permanecen abiertos, nos convierte en una sociedad cómplice con una prisión en la que se encierra a personas migrantes por el hecho de serlo: vecinos y vecinas que han perdido sus papeles, después de construir durante años un proyecto vital junto a sus familias, que serán expulsadas a sus países de origen con los que es posible que ya no tengan vínculo alguno; o, bien, personas que acaban de llegar arriesgando sus vidas para escapar del empobrecimiento, de los conflictos armados, de la imposibilidad de aspirar a un futuro seguro y cuyas devoluciones forzosas pondrán en grave riesgo sus vidas.
Por todo ello, hasta el cierre de todos y cada uno de los CIEs vamos a seguir gritando que queremos un mundo sin muros, con el firme convencimiento de que ningún ser humano es ilegal.