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Contar la lluvia en invierno
Decía Enrique Meneses que el periodismo debe ser fuerte con los fuertes y débil con los débiles. Me gustaría saber de qué corresponsalía lo habrían cesado hoy día
Pasa con las guerras eternas como la de Israel y Palestina, que de tanto eternizarse, de tanto repetirse cada capítulo, de tanto llamarlas guerras, perdemos la capacidad de observación y las miramos como miramos en invierno llover. Llueve porque es invierno, pensamos. Mueren porque es la guerra. Conceptos fríos y artificiales como defensa preventiva o daño colateral chocan contra el cristal de la ventana y gotean, al mismo tiempo que chocan y gotean imágenes calientes y naturales de casas destrozadas y muerte sin que nos inmutemos ya demasiado. En la ventana mueren porque es invierno.
Si para algo sirve un periodista, si tiene sentido que exista un oficio tan extraño como el de contar cosas, es para sacarnos de vez en cuando de ese letargo y contarnos la lluvia. Contarnos la lluvia de forma que las gotas llamen nuestra atención durante el invierno. Yolanda Álvarez es una periodista porque cuenta cosas. Las cuenta para TVE desde su corresponsalía en Jerusalén. Desde allí, un día de julio del pasado verano abría una de sus muchas crónicas contándoles desde los escombros a quienes la escuchaban desde España la destrucción de Gaza y lo que Gaza contenía:
“Éxodo masivo en Shahaiya, el barrio más poblado de la ciudad de Gaza. En sus caras, dolor y terror. Huyen familias enteras. Desde anoche el ejército israelí bombardea esta zona cada vez con más fuerza. Más de 50 palestinos han muerto en sólo unas horas en el este de la capital”.
Ayer supimos que Yolanda Álvarez será cesada de la corresponsalía. Yolanda hizo su trabajo: contó cosas y además lo hizo con dignidad y valentía. Hasta tal punto hizo su trabajo que llegó a atragantarle la comida al embajador de Israel en España, que día a día veía desesperado cómo al otro lado de la ventana, esa mujer llamaba muertos a los muertos, en lugar de daños colaterales. Por si hacer bien tu trabajo no fuera motivo suficiente de despido, hace un mes la corresponsal recibió el reconocimiento de sus compañeros de profesión en forma de premio a la libertad de expresión. Sentencia segura. Yolanda compartió el premio con Charlie, eso que fueron durante un rato quienes cesan a periodistas por contar cosas.
La noticia del cese de Yolanda Álvarez como corresponsal la habrá conocido Carlos Cué de camino al aeropuerto, rumbo a Buenos Aires. Carlos Cué es otro periodista que cuenta cosas. En este caso para El País, en este caso sobre el PP y el Gobierno. Cuando levantaba la mano en las ruedas de prensa y en sus crónicas, a Bárcenas lo llamaba Bárcenas en lugar de “esa persona de la que usted me habla”. Y a la corrupción, esa lluvia nacional, la llamaba corrupción. En año de elecciones El País manda a la otra punta del planeta a uno de sus mejores cronistas de actualidad nacional. Carlos Cué será temporalmente corresponsal en Argentina, lugar por donde, en principio, no pasará la caravana electoral de Rajoy.
Decía Enrique Meneses que el periodismo debe ser fuerte con los fuertes y débil con los débiles. Me gustaría saber de qué corresponsalía lo habrían cesado, o a qué corresponsalía hubieran desterrado a Enrique Meneses hoy día.
La mayoría no nos hemos parado a pensar lo mucho que un pueblo debe al periodismo honesto y valiente.
Libertad de expesión!!! JA
Libertad de expesión!!!
Además está el caso en México de la periodista Cármen Arísteguy despedida con todos los reporteros de su equipo con la excusa de participar en la asociación de medios de prensa en «MexicoLeaks» para filtraciones.
La razón real del despido es que destapó que la mansión privada del Presidente de Mexico es un «soborno» de una serie de empresas a cambio de la concesión a esas empresas del megaproyecto de tren de alta velocidad entre 2 ciudades importantes.
Ocurre que el caso de la mansión del Presidente de México está relacionado con casos que en España lleva el juez Ruz