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“La caridad no es ninguna herramienta para corregir las desigualdades sociales”
'Ouróboros: la espiral de la pobreza', de Julio Reyero, analiza la caridad y sus resultados negativos en materia de justicia social
Que la Iglesia Católica está presente, de manera obvia y poderosa, en la realidad política y económica española es un hecho indudable. En 2013, Julio Reyero publicó un trabajo sobre ese peso que las instituciones religiosas tienen en las vidas de los ciudadanos, cuya última parte versaba sobre la caridad y sus resultados negativos en materia de justicia social. Dicha reflexión acabó convirtiéndose en un documental titulado Ouróboros: la espiral de la pobreza que se estrena ahora.
Reyero ha estado rodeado por un numeroso grupo de personas durante la realización de la película. El teaser que se puede ver en la plataforma Vimeo está firmado por Neu Circuita: “Es la asociación que ha llevado la dirección técnica y artística. En su ánimo está realizar este tipo de trabajos que contribuyan a impulsar la construcción de movimientos sociales críticos con la realidad que nos ha tocado vivir, en lugar de estar haciendo publicidad muy bien remunerada para grandes multinacionales”. Asimismo añade que: “La idea, su investigación y lo que podría entenderse como producción es obra del Grupo Anarquista Albatros (FAI), editor del periódico Tierra y Libertad, en colaboración con la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL) y la Fundación Aurora y AMAL (Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores). Estos son algunos de los nombres, aunque la lista de personas que han colaborado en diversas labores de manera desinteresada es bastante más larga.
La idea principal de la película choca con la imagen que la sociedad tiene de la ayuda social de organizaciones ligadas a la Iglesia. El papel de Cáritas, por ejemplo, no se suele poner en duda (algo que no ocurre con los movimientos populares, a los que se criminaliza en ocasiones): ayudan a la gente en los momentos en los que más lo necesitan. Sin embargo, esa acción enmascara un problema: “La caridad no es ninguna herramienta para corregir las desigualdades sociales, que no contribuye a reducir los niveles de pobreza y, lo más sangrante, es que son los responsables de las políticas sociales y económicas que empujan a la gente a la exclusión quienes lavan su conciencia apoyando abiertamente este modelo en sustitución de la idea de que tenemos derecho a comer, a vestir o a una vivienda por el mero hecho de ser considerados personas”, afirma Julio.
Ouróboros [cuyo título proviene del símbolo de la serpiente comiéndose a sí misma como representación del círculo vicioso de los modelos de beneficencia] cuenta con testimonios de personas que conocen de cerca el impacto de estos modelos caritativos en una sociedad en crisis. Una de ellas es Ana Lima, presidenta del Consejo General del Trabajo Social, quién publicó en su web la denuncia del programa de TVE Entre Todos. También fueron escogidos: “El Banco de Alimentos del 15M de Tetuán porque fue clausurado por la policía tras la denuncia que realizó FESBAL contra ellos por utilización de lo que han registrado como marca. En Mérida hablamos con el Campamento Dignidad porque tuvieron un enfrentamiento sonado con la Fundación Banco de Alimentos de la localidad. Los casos de Córdoba, con el Colegio Rey Heredia y la OFIAM (Oficina de Apoyo Mutuo) del barrio madrileño de Manoteras aparecen por su labor abordando problemas de exclusión social demostrando que la solidaridad es el camino”.
El documental se estrenará el 25 de marzo en la Sala Azcona de Matadero Madrid a las 20:30 horas, aunque la intención es que en un futuro cercano se proyecte en otros escenarios y ciudades.
¿Un buen momento para el documental social?
Es prácticamente imposible encontrar algo positivo en la crisis que se vive desde 2008, a no ser que se dirija la vista hacia el despertar de la conciencia en muchos de los ámbitos de la sociedad (siendo optimistas, claro). La cultura ha sido uno de ellos y el éxito del documental de carácter social es uno de los ejemplos más relevantes.
Julio Reyero es, por supuesto, uno de los participantes junto a sus compañeros en ese repunte y comparte la idea del buen momento del género: “Esa es la sensación que tenemos, y por eso hemos adoptado este formato, porque es más accesible y mucha más gente pide información y crítica social por encima del entretenimiento vacuo cuando comprueba que su vida dista mucho de la de los anuncios publicitarios o las promesas que nos hicieron. Que lo que llaman democracia no es sino un decorado tras el cual existe un horror que Ciutat Morta, por ejemplo, ha sido capaz valientemente de denunciar”.
El nombrado por Reyero es uno de los títulos esenciales de esta oleada de películas, principalmente por su repercusión. Su estreno recuperó un caso que la Generalitat de Cataluña había intentado silenciar por todos los medios y que supuso un seísmo en la percepción que una gran parte de la ciudadanía tenía de las instituciones. Otro ejemplo es el de ReMine, el documental sobre la resistencia minera durante la huelga del verano de 2012, que se estrenó a finales del año pasado y fue premiada en varios festivales y proyectado en cines de todo el país.
Corrupción, el organismo nocivo se une a la lista después de una campaña de micromecenazgo que consiguió 451 aportaciones. Estrenada hace unos días, incluye testimonios de expertos como ex fiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo o Itziar González, exconcejal del distrito de Ciutat Vella en Barcelona, que explican cómo funcionan los mecanismos del poder ante una denuncia de corrupción en las instituciones. Por la misma fecha también se ha estrenado Temps de CanVi(e)s, que recoge los sucesos ocurridos en Barcelona durante el mes de mayo de 2014, cuando el Ayuntamiento decidió derribar el centro social okupado Can Vies y que provocó el rechazo masivo de los vecinos que encendió las calles del barrio de Sants durante una semana.
Quiero mis derechos, no caridad.
Cáritas es un parche más para perpetuar el injusto sistema capitalista y de paso lavar la imagen de una iglesia impostora que siempre ha sido aliada del capital y de las peores dictaduras.
Se debe repensar lo que en el imaginario colectivo significa la palabra «caridad», que va más allá de la «limosna» tranquilizadora de la conciencia, del analgésico contra el escozor que supone la existencia del pobre. El «caritas» es el amor más elevado que existe: el amor por el otro y a Dios, tanto como a uno mismo. En griego es el agape, el amor incondicional por los demás.
Dejando a un lado el debate etimológico, Caritas no es una organización limosnera, sino de implicación en la vida de la persona en dificultades. Caritas no vierte las monedas del cepillo parroquial sobre el pobre, sino que teje una red (de personas) de apoyo en torno a él y mantiene un proceso de acompañamiento, conocimiento y apoyo duradero que va más mucho más allá de la pura ayuda económica e incluso de la mera solidaridad. Y todo ello soportado en su mayor parte por el trabajo, el tiempo, de sus voluntarios (bueno, sobre todo voluntarias), que mantienen su compromiso por encima de los vaivenes y caprichos de la financiación pública o las crisis.
Por lo que el artículo dice, el documental parece describir situaciones de conflicto de movimientos de solidaridad «populares» con los bancos de alimentos (de FESBAL), que no es una organización «ligada a la Iglesia». Dichos movimientos, en tanto que populares y libertarios, parecen gozar según los autores de una legitimidad y enfoque mucho mejores que los de los bancos de alimentos con los que parecen entrar en conflicto.
Dicho todo lo cual, no entiendo la omnipresencia de la crítica a la Iglesia y a Cáritas en este artículo.
Calificar el «amor por el otro y a Dios» como «el más elevado que existe» me parece que es un dogma religioso que sirve bien para ubicar lo que significa «caridad». El problema es que hay amores que matan, y así como los inquisidores condenaban a la hoguera a sus víctimas «en amor de Dios», permíteme que dude del resultado de quienes, en algunas ocasiones con buena intención, se dedican a estos menesteres.
La teoría respecto a Cáritas es muy bonita, la realidad es otra cosa. La realidad es que todos los años financiamos públicamente esa estructura (por estatutos) de la iglesia católica para hacer proselitismo religioso con más de 80 millones de euros de fondos públicos declarados; que lejos de denunciar a los responsables de la pobreza social creciente se hacen fotos continuamente con ellos y en su página web se puede ver una lista de sus financiadores privados entre los que se encuentran los grandes bancos, multinacionales con graves denuncias de explotación laboral semiesclavista (no miro a ningún Amancio), grandes constructoras, etc., muy cristianos, eso sí; que mantiene en la presidencia a un policía nacional franquista (en el cuerpo desde 1962) que fue Director General de la Policía en los años más duros del terrorismo de Estado (1983-1986); que ha sido acusada de graves cargos en el plano internacional por su colaboración con los genocidas hutus durante el conflicto rwandés de 1994 que dejó en la zona más de 1 millón de muertos (hay condenas del Tribunal Penal Internacional a un sacerdote católico y dos monjas por el delito de «genocidio»), por no hablar de la falta de explicaciones a la intercepción de 2 camiones llenos de armas en el puerto de Ancona (Italia) dirigidas a apoyar a las fuerzas albanokosovares durante la última guerra que destrozó los Balcanes. Esta es también la práctica de «su compromiso».
Por otro lado, no hay más ciego que el que no quiere ver, y por tanto es normal que no entienda la crítica, como acaba diciendo en su comentario. Si usted busca en la página opusdei.es referencias a FESBAL (no se lo pongo muy difícil) comprobará cómo más del 10% de los presidentes de las fundaciones que componen la Federación ha declarado públicamente que son socios supernumerarios de la estructura creada por Escrivá. De entre los que no lo hacen directamente, algunos han participado de exposiciones sobre Torre Ciudad, hablan de «las enseñanzas de San Jose María» o han sido cargos relevantes de colegios dirigidos por el Opus Dei. Puede usted ver un video incluso, donde el presidente actual de Valladolid afirma que rezan el Ángelus a las 12:00, eso sí, por motivaciones culturales solamente. Pero si a esto no le da usted importancia, puede echar un vistazo a las memorias de cualquier Fundación de la FESBAL y comprobar dónde se reparten sus alimentos: parroquias, monasterios, conventos, centros y organizaciones cristianas en más del 90% de los casos (en algunas Fundaciones es casi total). Si a usted le parece normal que los centros de formación de los Legionarios de Cristo en El Plantío y Torrelodones reciban alimentos, a mi no. Si le parece que no tiene relación con la iglesia una organización que entrega alimentos al Seminario Redemptoris Mater de los Kikos en Alcobendas o a organizaciones antiabortistas como ADEVIDA, PROVIDA o la FUNDACIÓN VIDA, usted verá, pero me resulta extraño el concepto que tiene de «ligado» cuando afirma que FESBAL no lo está a la Iglesia.
Y sí, no solo los libertarios pero también. Todos los movimientos sociales que están protestando, señalando la responsabilidad de lo que pasa con nombres y apellidos y llenando las calles con las Marchas por la Dignidad o los portales de los domicilios que van a ser desahuciados, entre otras movilizaciones, están legitimados y enfocan el problema atacando su origen, que es en definitiva lo único que puede resolverlo. ¡Salud!