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Procesión política en Sevilla
Ha sido la primera campaña electoral para muchos de quienes han estado estos días de arriba para abajo, de pueblo en pueblo, de mitin en mitin
En la estrecha calle San Esteban, en pleno centro de Sevilla, cruza de acera a acera la pancarta de una tienda de capirotes. Quedan pocos días para que empiece la Semana Santa y en la ciudad se mezclan los preparativos de las procesiones con el final de la campaña electoral andaluza. Bajo la pancarta de tela de los capirotes se encuentran por casualidad un dirigente estatal de Izquierda Unida y un miembro del Consejo Ciudadano de Podemos. Se saludan como lo hacen un par de viejos amigos. Apretón de manos, qué tal, qué haces por aquí, yo acabo de llegar para la campaña igual que tú, me quedo en un hotel de aquí al lado, pues yo en una calle perpendicular, cómo lo llevas, muchos kilómetros, bastante cansado la verdad, yo también, ya sólo falta el último tirón. Pasado el saludo, los viejos amigos se convierten en políticos marcando músculo. Estamos bastante optimistas, no descartamos pegarle una patada a las encuestas, nosotros también, ten en cuenta que en Andalucía hemos llegado a tener un 20% de votos, así que jugamos en casa, saca pecho el dirigente de Izquierda Unida con datos históricos frente al de Podemos, que responde con una encuesta interna que les dice que hay partido que disputarle a PSOE y PP. Ambos se despiden deseándose suerte.
En un pub irlandés de la tradicional Plaza de la Gavidia la gente de Podemos de Sevilla y los refuerzos venidos de Madrid para arroparlos en el último mitin se refugian de la lluvia. Las conversaciones que en las elecciones europeas de hace menos de un año giraban en torno a conceptos quincemayistas hoy giran en torno a alta política y estrategia. Mucha estrategia. Estamos pendientes de si Francia se posiciona y consigue que Alemania le dé un respiro a Grecia para que Syriza tenga margen para gobernar, es clave, comenta uno de los refuerzos de Podemos venido de Madrid mientras fuma un cigarro en la puerta del local. A un metro, otros dos fumadores que no van con el grupo hablan también de política: va a haber elecciones a la junta de gobierno de la Hermandad de la Carretería en el barrio del Arenal. Ambas conversaciones en paralelo, la de Francia y la de la Hermandad de La Carretería, coinciden en la incertidumbre del panorama que se presenta y ambas se cruzan durante un instante por la falta de mechero en el bando de Podemos.
En la Puerta de la Carne, a 20 minutos del pub irlandés tiene su campamento base un grupo de cargos y colaboradores de Izquierda Unida recién llegados de diferentes puntos para vivir el final de la campaña. Mientras comparten uno de esos barriles con cinco botellines de cerveza, comentan cómo se repartirán las camas. Unos en casa de amigos, a otros les toca compartir habitación en una pensión. Como este tío es tan grande, le he dejado la cama buena y a mí me toca la cama supletoria, dice uno.
Ha sido la primera campaña electoral para muchos de quienes han estado estos días de arriba para abajo, de pueblo en pueblo, de mitin en mitin. Estoy exhausta, reconoce en el pub irlandés una candidata de Podemos Andalucía que tendrá asiento en el nuevo Parlamento. Estas dos semanas han sido un no parar, mis hijas las pobres me han preguntado hoy si la semana que viene es ya normal. Les he dicho que sí, pero después del domingo es cuando empieza lo fuerte, dice.
Demasiadas circunstancias entre eso que ahora se viene a comparar, llanamente, con lo viejo y lo nuevo, en esta primera cita electoral de relumbrón. Que lo del domingo puede marcar tendencia es cierto; que quizás todo cambie un poco y nada cambie del todo, también.
http://casaquerida.com/2015/03/21/apego-a-lo-viejo/