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¿Qué es la filosofía?

"Si la filosofía se menosprecia porque no contribuye directamente a la competitividad, cabe sospechar que los gobiernos estén buscando una instrucción que sirva sólo a los intereses del mercado", sostiene la autora

1. Una reflexión sobre lo que realmente importa

Los seres humanos no logramos vivir cabalmente como tales –aunque sí podamos satisfacer nuestras necesidades básicas y prosperar económica y socialmente– cuando nuestra vida no se sitúa en un horizonte suficiente de comprensión de nuestro ser y de nuestro actuar, tanto a nivel individual como a nivel social.

La filosofía es un constante e inagotable cuestionar sobre lo que realmente importa. Esa reflexión atraviesa y constituye toda la historia de occidente. Se equivocan quienes sostienen que la filosofía es accesoria, que su radio de acción no llega a la vida, que el pensamiento no es transformador ni revolucionario. La historia acontecida, para quien quiera conocerla, muestra con creces lo contrario.

La maltrecha Europa obedece a un proyecto filosófico y es –a pesar de todas las distorsiones– su plasmación. Se trata de un proyecto ético-político en el que la vinculación de la ética con la metafísica resulta probada.

En el origen histórico-filosófico que nos constituye, ética, filosofía y política iban de la mano y eran una. Nuestro descalabro actual es la consecuencia (al menos en buena medida), de haber perdido esa fructífera y esencial unidad. Porque no hay política posible que no esté gobernada por el sentido de lo justo y lo injusto.

2. Una cierta sabiduría humana

La filosofía es concebida por Sócrates, maestro de Occidente, como “sabiduría de las cosas humanas”; esas que realmente importan; una sabiduría que se alcanza cuando se conocen las diferencias y se va a la esencia. Hasta el momento nada parece indicar que las ciencias puedan sustituir a la filosofía en esta tarea. Su cometido es otro; puede ser útil dominar la naturaleza y contribuir al progreso, pero comprender el mundo que construimos y en el que somos es algo irrenunciable.

Para poder llevar a cabo esta comprensión, Sócrates y Platón nos proporcionaron claves maestras. Así, hay que destacar el rendimiento de la diferencia entre apariencia y realidad; una distinción que, en último término, se ha de remitir a la diferencia ontológica. Desde ella se explica de manera impecable la necesidad del recuerdo (anamnesis). En cualquier caso, no se puede olvidar que la filosofía es el recuerdo y el recordatorio de la diferencia.

3. La filosofía en la escuela y la universidad

Es de importancia capital que la filosofía se enseñe en la escuela y que se le reconozca el papel esencial que desempeña para la formación de la humanidad en cada persona. Si la filosofía desaparece de la escuela o se la arrincona, se pone en riesgo el cultivo de lo más específicamente humano; se merma la capacidad de crítica; se enrola con más facilidad a los estudiantes en el ejército anónimo de los servidores del mercado; se amputa fácilmente la posibilidad de la diferencia y la creatividad; se engrosa la masa anónima de trabajadores especializados y escasamente desarrollados personal, intelectual y moralmente. En definitiva, se ponen las condiciones idóneas para que triunfe la maquinaria que sirve a los intereses financieros y de poder de unos pocos a los que, desde luego, poco les importa la verdad y la justicia.

Si la filosofía se menosprecia porque lo que aporta no contribuye directamente a la competitividad en la sociedad globalizada, cabe sospechar que los gobiernos estén buscando una instrucción en la escuela que sirva sólo a los intereses del mercado. Una instrucción que luego se quiere perfeccionar en la universidad, redefinida ahora como una fábrica de dóciles cerebros especializados. Lejos queda la idea original de un ayuntamiento de maestros y profesores entregados al estudio y la investigación, libres e independientes de intereses espurios. Ya no interesa la búsqueda de la verdad y el conocimiento, porque no aporta beneficios empresariales. Así, junto con esta servidumbre institucional e institucionalizada, también desaparecen la autonomía y libertad personales.

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Carmen Segura Peraita es Profesora titular de Filosofía en el Departamento de Filosofía Teorética de la Universidad Complutense. Becaria de la Alexander von Humboldt-Stiftung, ha realizado diversas estancias de investigación y docencia en universidades europeas e iberoamericanas. Entre otros libros ha publicado: La dimensión reflexiva de la verdad, Hermenéutica de la vida humana y Fracasos de la razón. Además, ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas.

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Comentarios
  1. Permítanme comentar unas cosas.

    1. Dado que la filosofía, como cualquier otro dominio del conocimiento humano, tiene algún efecto en el cerebro humano, podemos inferir algún tipo de relación causal. Pero… ¿cuál es el efecto? Ésta es una pregunta muy difícil de responder. ¿Por qué alguien es más crítico por saber de filosofía? ¿Se trata, paradójicamente, de una narrativa que damos por sentada, basada en ideas intuitivas, o existen pruebas sólidas detrás?

    Y otra pregunta, ¿qué es ser crítico? ¿Hablamos de quien ha aprendido ciertos dominios y critica ciertos postulados del libre mercado sin basarse en evidencia sólida? Porque considero que éste no es un buen modelo de crítico: sí, critica X, pero se basa en premisas erróneas y muchas veces ofrece alternativas pobres, sin mucho sustento empírico (decrecimiento, verbigracia), o no las ofrecen. Por ejemplo, ¿sois capaces de criticar mejor algunos aspectos del libre mercado que Ronald Coase, que entre otras cosas, habló de «externalidades» para demostrar que las transacciones en el mercado también podían tener costes que no se reflejaban en el precio? El libre mercado tiene sus fallos, pero lo que pasa es que normalmente éstos los documenta mejor la ciencia económica que la filosofía.

    2. Planteo otro punto. La filosofía tiene milenios de tradición en Eurasia. A lo largo de estos tiempos, han salido todo tipo de sociedades. ¿Por qué necesariamente un mundo como el moderno es «deshumanizador»? Esto no parece casar con la evidencia historiográfica de la cual disponemos, en donde encontramos un montón de sociedades más violentas que la actual. Pensemos en Europa, donde, al menos en homicidios, la tendencia ha sido descendiente: http://ourworldindata.org/wp-content/uploads/2013/07/ourworldindata_homicide-rates-in-five-western-european-regions-1300-2010-–-max-roser.png

    ¿En qué medida la filosofía nos hace más críticos y humanos? Porque también podemos plantear que es el resultado de múltiples influencias: el Derecho (en donde la filosofía tendría una participación importante), los sistemas neuroquímicos que nos propenden a la empatía, las instituciones sociales y económicas, una educación mejor, los incentivos o la abundancia de recursos. Podemos proponer más factores si nos tiramos más tiempo. Muy probablemente encontremos circunstancias en las que, por lo general, uno que conoce de filosofía es una persona más ética y crítica, pero, de nuevo, es algo que requiere de mucho trabajo. Tenemos que hilar muy fino, no soltar vaguedades como las que se sueltan en este artículo:

    Si la filosofía desaparece de la escuela o se la arrincona, se pone en riesgo el cultivo de lo más específicamente humano; se merma la capacidad de crítica; se enrola con más facilidad a los estudiantes en el ejército anónimo de los servidores del mercado

    Por último, deberíamos especificar exactamente «qué es lo que se está deshumanizando». ¿Que en la actualidad más gente tiende a ver a los demás como objetos, sin que se les active la empatía? Parece una afirmación extraordinaria. Una que necesitaría de un trabajo serio para demostrarse (y buenas teorías sobre las motivaciones del agente y sus sistemas cognitivos, amén de muchos datos).

    3. ¿Por qué necesariamente la filosofía nos da una visión cabal de lo que somos, cuando encontramos muchos textos clásicos que se basan en premisas erróneas? Imaginemos. Presuponemos que somos libres porque nos hemos basado en argumentos filosóficos. Pero resulta que la neurociencia aparece y nos demuestra que el libre albedrío es un mito (de hecho, hay ya trabajos en este sentido).

    4. Nótese que en estos renglones no cabe ánimo alguno de menospreciar la filosofía: al contrario, la admiro. Me encanta leer, por ejemplo, a Saul Kripke, Patricia Churchland o Daniel Dennett. Me encanta leer ideas interesantes y provocadoras como la selección multinivel propuesta por Samir Okasha, en la que los dominios de la ciencia y la filosofía se entrecruzan para proponer que no hay un único nivel de selección dentro de la evolución de los seres vivos.

    De hecho, creo que estas líneas las he escrito con el mejor ánimo filosófico-científico. Porque planteo preguntas. Porque provoco un poco (¡je, je!). Porque hay que cuestionarse afirmaciones tremendistas y fáciles como las que ha propuesto la autora, que, por cierto, parece ser de una escuela filosófica poco dada al pensamiento preciso y analítico, la continental.

    Y porque ante todo, este gorrión intenta estar a las últimas en literatura científica. Y tiene noticias de que la ciencia está invadiendo dominios de los que antes se ocupaba la filosofía. ¿Libre albedrío? Neurociencia. ¿Ética e interacción? Teoría de juegos. Y así. Que conste que la filosofía seguirá teniendo su papel, sí, pero… ¿dónde va a estar? Es una pregunta muy interesante, por cierto.

  2. Muy buen artículo, pero siempre hay algo que cuestionar (¡cómo no!):
    ¿»Enseñar LA filosofía» o «enseñar a filosofar»? La diferencia entre pensar la filosofía como un objeto (único) de contemplación o como una acción creadora (múltiple) puede ser abismal. La primera puede llegar a ser un instrumento más de dominio, sometida a la pura pasividad de discursos «bonachones» (esa «verdad que no hace daño a nadie»). La segunda crea las condiciones de su libertad, el pensamiento como acción abre modos de existencia frente a todos los dominios a los que se ve sometido el individuo (por eso tanto pensamiento-acción silenciado públicamente).
    Es importante que la filosofía en la escuela se presente a los chavales y chavalas con pasión, conseguir que se avergüencen de «su» estupidez -no propiamente suya, sino de la producción mercantil de la sociedad. Pero también es importante no tener miedo a que la filosofía sea eliminada de la escuela, pues en ningún lugar se filosofa mejor que en la calle.

  3. y por todas esas razones es objetivo principal de los planes educativos a los que nos enfrentamos. No es que la filosofía sea innecesaria o esté vacía de intención práctica; es, como el artículo señala, el eje desde el que se puede articular con intención crítica una interpretación no partidista de lo que acontece en la realidad. En ausencia de esta herramienta, toda esperanza se margina.

  4. Sin filosofía tendríamos un mundo deshumanizado, entregado por entero al servicio de grandes financieros y de los mercados, las personas reducidas a entes individuales, inseguros, carentes de derechos, enfrentados por el mantra de «la competencia» vagando en busca de sustento, devorándonos unos a otros mientras unos pocos pertenecientes a una élite se cubren de leyes y derechos que defienden sus privilegiadas situaciones.
    Ante este panorama, es fácil sacar en conclusión que la filosofía, y la búsqueda del conocimiento «del ser», es contrario al modelo que persigue este neoliberalismo salvaje y destructivo.

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