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Miquel Iceta: “El partido socialista aparece como un partido del sistema”

El primer secretario del PSC tomó las riendas de los socialistas catalanes el pasado verano y afronta el reto de minimizar la caída del partido que auguran las encuestas en las próximas citas electorales

BARCELONA // En julio de 2014, Miquel Iceta fue escogido primer secretario del PSC por el congreso extraordinario de los socialistas catalanes. Como ocurrió con Alfredo Pérez Rubalcaba, el pésimo resultado en las elecciones europeas se había llevado por delante al hasta entonces líder del PSC, Pere Navarro. El partido, erosionado por la crisis socialista y con constantes fugas de militantes críticos con la línea adoptada por la dirección en el proceso soberanista catalán, ya venía sin embargo experimentando una pérdida progresiva de apoyos.

Iceta, un hombre del aparato con más de tres décadas en el PSC, fue el perfil escogido para apaciguar los ánimos y tratar de enderezar el barco. Lo primero parece conseguido. Lo segundo, según apuntan las encuestas, requiere aun de una ardua tarea. El último barómetro publicado esta semana por El Periódico sitúa a los socialistas catalanes como sexta fuerza, con apenas 10 escaños, cinco veces menos de lo obtenido por Pascual Maragall en 1999. Desde su despacho del grupo parlamentario, en los sótanos del palacio situado en el Parc de la Ciutadella y pared con pared con la jaula de los ñus del Zoo de Barcelona, Iceta atiende a La Marea tras un intenso día de sesiones en la Cámara catalana.

¿Cómo explica la pérdida de apoyos al partido socialista, tanto en España como en Cataluña?

El factor más importante es la incapacidad para hacer frente a la crisis con parámetros distintos a los de las políticas de austeridad. Pero no es el único. Existe un factor de desgaste de gobierno; en 2008 estábamos en el cénit de puestos de responsabilidad: en el Gobierno de España, el Govern de Catalunya, la Diputación, el área metropolitana y la mayoría de ayuntamientos. En el caso de Cataluña, se agudiza a partir de 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, y la percepción por una parte de la sociedad catalana de que el sistema tradicional de negociación para incrementar el autogobierno había quebrado. También hay algunos problemas que tienen que ver con el surgimiento de nuevas demandas sociales, a las que el partido socialista no es capaz de responder adecuadamente. Aparece como un partido del sistema, de un sistema que está en crisis, tanto económica, como política, institucional y social.

¿Qué parte de este apoyo menguante atribuye a la crisis de la socialdemocracia en Europa?

Hay una cosa que la olvidamos quizás demasiado rápido, porque ya no es tan reciente, y es que en los años ochenta se produjo una ofensiva del neoliberalismo en el Reino Unido y EEUU, con las victorias de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que inauguró una etapa en la cual parecía que el crecimiento económico por sí mismo proporcionaba posibilidades de justicia social, redistribución e igualdad de oportunidades. Y una parte de la izquierda se acabó convenciendo de que este era el camino. Buscó el crecimiento económico per se pensando que este ya resolvería todos los otros problemas. La izquierda quedó injertada de esta ofensiva neoliberal.

Las consecuencias están a la vista…

Cuando llega la crisis, que de alguna manera da la razón a los que habían dicho que un mercado sin regular va al fracaso, la izquierda ha perdido autoridad en este terreno porque ha abrazado estas políticas durante mucho tiempo. La que habría tenido si hubiera mantenido una visión muy crítica sobre el funcionamiento de una economía de mercado desregulada, que es lo que proponía esa ofensiva neoliberal.

El apoyo del Grupo Socialista europeo a Juncker como presidente de la Comisión no ayuda mucho a cambiar esa imagen…

En Europa la lógica no es sólo entre socialistas y Partido Popular Europeo, sino que actúa también una lógica de partidos europeístas y partidos euroescépticos. Muchas veces las alianzas y los apoyos que se producen a nivel europeo no sólo tienen como divisoria el eje derecha-izquierda, sino pro-Europa o euroescépticos. Pero hay que destacar que el PSOE y el PSC votaron en contra de Juncker. Los socialistas franceses se abstuvieron, y el resto votaron a favor.

No parece casar mucho con el principio socialdemócrata de redistribuir la riqueza a través de los impuestos poner al frente de Europa a un exministro de Finanzas de Luxemburgo…

Este fue uno de los motivos por los cuales votamos en contra. Y eso que diez días después de la votación explotaba un caso importante, Luxleaks, en el cual se comprobaba que el señor Juncker había tenido un papel muy activo en el diseño de determinadas operaciones que permitían una fiscalidad muy opaca concentrada en Luxemburgo.

Centrándonos en España, ¿qué efecto han tenido sobre la opinión pública medidas a priori alejadas de la izquierda como la reforma del artículo 135, privatizaciones, o sin ir más lejos los acuerdos con Florentino Pérez sobre el proyecto Castor?

Más que decisiones concretas, ha tenido mucho más peso la valoración que se hace de la etapa de gobierno de Zapatero, Lo que la gente no ha aceptado es que el PSOE llegó al Gobierno en 2008 negando la inminencia de una crisis y después aceptó unas recetas que no son precisamente las que los ciudadanos esperan de un partido socialdemócrata. Salvando todas las distancias es lo que le sucedió también al Gobierno francés. Hollande gana las elecciones con un discurso muy a favor del relanzamiento económico, pero una vez es elegido se encuentra que la orientación de las políticas europeas va absolutamente en contra de lo que había defendido, y se ve obligado a aceptarlo. Creo que ese es el factor fundamental del desengaño de mucha gente.

¿Ese desengaño lo capitalizará Podemos?

Parece. Pero cuando Podemos tiene que definirse dice que es socialdemócrata. Creo que difícilmente podemos encontrar una definición de izquierdas en Europa que no sea dentro de la socialdemocracia: regulación de los mercados, política fiscal redistributiva y estímulo económico para la creación de ocupación. Incluso partidos que puede parecer que vienen de una trayectoria distinta no están pidiendo otra cosa que esto. Syriza está intentando hacer una socialdemocracia de verdad en un campo europeo que no es favorable a las políticas socialdemócratas. A pesar de que haya podido haber decisiones equivocadas, realmente se hace muy difícil pensar en una alternativa de izquierdas que no sea socialdemócrata. En el sentido fuerte de la palabra.

¿Qué espacio queda entonces para implementar políticas socialdemócratas si el marco europeo no lo permite? ¿Dónde queda la soberanía de los Estados?

No es que Europa reste soberanía a los Estados, es que si no tenemos una Europa federal no tendremos suficiente soberanía para hacer valer criterios de regulación de los mercados. Necesitamos más Europa, pero una Europa distinta, una Europa guiada precisamente por planteamientos socialdemócratas. Así como algunos dicen que la única manera que tenemos de deshacernos de esta especie de trampa es salir de Europa, para nosotros la solución es implicarse más en Europa y conseguir una orientación socialdemócrata de las políticas europeas. La globalización es un fenómeno irreversible en muchos terrenos, y por lo tanto si Europa quiere hacer prevalecer un modelo social lo debe hacer con una integración mayor. Pero eso sí, con una orientación marcada por la izquierda, que en estos momentos no es mayoritaria.

¿Qué mal ha hecho al partido la presencia de algunos de sus miembros en consejos de cajas de ahorro que han acabado quebrando, donde cobraron sueldos y dietas astronómicas?

Aquí hay dos cosas. En algunos casos, las cajas se expusieron mucho a la burbuja inmobiliaria y eso les causó problemas de solvencia, y después hubo gente que utilizó las cajas como mecanismo o de promoción social o de expolio. Me gusta distinguir que hemos tenido problemas en diversas cajas catalanas pero en ninguna como el de las tarjetas black. Son problemas distintos, pero es verdad que el fracaso de determinadas entidades de crédito en las que había exponentes socialistas en cargos de dirección ha sido también el ejemplo de que no siempre la izquierda sabe gestionar bien.

¿Hubo falta de control de los partidos de los miembros que tenían en las cajas?

Sí, pero también es verdad que nuestro partido nunca se planteó la presencia de miembros del partido en las cajas como un mecanismo indirecto de control de la caja. Los que estaban en una caja de ahorros lo estaban en calidad de electos locales o de electos de alguna diputación, con un margen de autonomía muy amplio sobre las decisiones que tomaban. Es evidente que debían ser congruentes con el programa con el que se habían presentado a las elecciones y con los principios del partido, pero el partido no les dice lo que deben hacer. Nadie puede decir que el éxito o el fracaso de una caja se le podían atribuir al PSC porque era el PSC el que decidía qué política se hacía, eso no ha ido así.

Con el foco mediático puesto sobre ‘los males del bipartidismo’, aprobar con CiU una rebaja de impuestos a los casinos para construir Barcelona World, ¿no entorpece que la ciudadanía les vea como una opción de izquierdas?

En este caso apoyamos el proyecto porque entre otras cosas tenía el aval del territorio, de nuestros electos locales en Tarragona, y también de las centrales sindicales, porque tenía que ver con unas determinadas promociones de puestos de trabajo. Algunos partidos de izquierdas quizás se han especializado en la reivindicación, cosa que está muy bien, pero nosotros no somos un partido que sólo reivindicamos sino que queremos gobernar, queremos cambiar las cosas, y por lo tanto nos debemos implicar y tomar riesgos, como a veces puede ser este.

¿Pasar del modelo del tocho al del casino cambia las cosas?

A mí me interesan mucho los criterios de nuevos modelos de desarrollo, pero muchas veces son temas sobre los que se habla mucho pero nadie los ha visto. Recuerdo que cuando nació Port Aventura éramos muy críticos, mucho, y en cambio el tiempo ha dado la razón a aquellos que pensaban que aquél determinado proyecto en aquél determinado espacio tenía un sentido. En esto no tenemos una posición dogmática, hay proyectos que pueden funcionar y otros que no. Lo que sí decimos es que a toda la gente que perdió su trabajo debido a la crisis de la construcción, particularmente gente joven que abandonó sus estudios antes de tiempo, difícilmente los reciclaremos con las nuevas tecnologías. Ahora bien, es evidente que no puedes pensar que relanzarás la economía sobre la base de nuevas burbujas. Por lo tanto, siempre debes buscar un equilibrio. Pero es verdad que en Cataluña el sector del turismo, de los servicios, es un sector muy potente que no podemos descuidar y que es una posibilidad de crecimiento que en algunos lugares puede ser la indicada.

También han aparecido en la foto con CiU en vetos en comisiones de investigación parlamentarias…

Como hablas muchos de pactos con Convergencia, yo siempre digo que en Cataluña se ha hablado mucho de la sociovergencia pero no se ha visto nunca. No hemos gobernado nunca Cataluña con CiU. En todo caso, lo que hemos hecho, cuando hubo oportunidad, fue una alternativa a la Generalitat de CiU después de 23 años. Sobre estas comisiones creo que el tiempo nos está dando en parte la razón. La mejor manera de que una comisión no llegue a ningún sitio es inundarla. Ahora se está viendo en la comisión del fraude fiscal y del caso Pujol, que se están echando atrás propuestas de comparecencia que antes habían sido largamente exigidas, porque la propia comisión está viendo que se ha fijado un programa de trabajo que es imposible de cumplir.

También porque ha habido un adelanto electoral…

Pero es que esto estaba muy cantado, y algunos de los que las pedían querían que las elecciones fueran en marzo, así que la comisión no habría podido prácticamente ni ponerse en marcha. Por lo tanto, muchas veces, bajo las demandas de más comparecencias y más transparencia, que siempre es una cosa de muy buena voluntad, los hechos concretos es que las comisiones no siempre llegan a buen término precisamente porque no son capaces de focalizar en lo que buscan. En el caso de la comisión del caso Pujol, algunos han tenido mucho interés en difuminarla como forma de no aclarar qué sucedió de verdad.

¿Qué ha hecho mal el PSC para algunos de sus miembros estén implicados en casos de presunta corrupción como Mercurio o Pretoria?

Esto puede tener que ver con que no todo el que se dedica a la política lo hace con el criterio de servicio público que debería tener. Ahora, me gustará ver cómo acaba todo esto. El caso Mercurio en teoría comenzó porque estaban investigando un caso de corrupción urbanística del cual no hemos vuelto a saber nada. Un cargo público no puede utilizar su influencia para ayudar a un amigo en una empresa o para beneficiarse directamente de su responsabilidad en una administración. Y creo que afortunadamente se han dado muy pocos casos que hayan sido condenados como tales, y eso no quiere decir que no se deban investigar todos al máximo. Somos los primeros interesados en separar los garbanzos negros de los que no lo son, que son muchísimos más.

Sobre la cuestión soberanista, ¿se ha roto el equilibrio entre las dos almas del PSC?

Siempre me he resistido mucho a la idea de las dos almas, porque creo que hay muchas más, cada uno tiene la suya. Intentar dividir el PSC en dos sectores creo que no se corresponde con la realidad. Lo que sí es verdad es que hasta ahora el PSC había hecho compatible la defensa del autogobierno de Cataluña y la participación en un proyecto español de tipo federal. En el momento en que hay gente que cree que eso ya no es compatible, que cree que la defensa del autogobierno de Cataluña debe pasar necesariamente por el soberanismo o la independencia, esta gente no se siente cómoda en el partido o suficientemente representada por el PSC.

Y se van…

Si Cataluña y España eran compatibles y se podía mantener la defensa de la identidad y el autogobierno de Cataluña con un proyecto español, el PSC lo tenía bien; en la medida en que una parte importante de la población considera que eso ya no es posible, es el primer partido que sufre esta polarización. La gente que cree que no es posible un proyecto federal ha ido abandonando el PSC, cosa que lamentamos. Pero tampoco les podemos reprochar nada, porque es una discrepancia política que hemos intentado gestionar de la mejor manera posible.

¿Cree que se actuó correctamente con aquellas personas del partido con posiciones más soberanistas?

Yo sólo puedo hablar por mí, y desde que soy primer secretario creo que nadie, de los que se han quedado en el partido ni los que se han ido, puede decir que no ha tenido la posibilidad de dialogar, hablar y acordar muchas cosas. La gestión de los conflictos internos de los partidos siempre es muy delicada, pero todos debemos aceptar que una discrepancia política de esta naturaleza finalmente se solventa con que hay gente que no se siente cómoda y se marcha. Es muy difícil gestionar la transición entre una situación y otra; he intentado hacerlo lo mejor que he sabido, y no es fácil; pero creo que nadie de los que han dejado el PSC puede tener ninguna queja de su primer secretario actual.

¿En la línea que tomó el PSC, pesó más el buen entendimiento con el PSOE que mantener el equilibrio dentro del partido?

Si tú a los catalanes les dices que no te entiendes con los socialistas españoles, ¿cómo les puedes decir que debemos seguir vinculados con el resto de España? Aquí hay un punto de coherencia, si uno quiere mantener un proyecto federal para España debe tener una contraparte con quien hacerlo, y ese es el PSOE.

En las elecciones catalanas del 27 de septiembre, ¿el PSC puede quedar diluido entre el sí y el no a la independencia?

No aceptamos una política frentista, uno de los elementos que ha definido al PSC es la defensa de la unidad civil de los catalanes. No queremos la independencia pero tampoco queremos quedarnos como estamos, y esa es nuestra propuesta política.

¿Queda espacio mediático para posiciones intermedias? Porque el frentismo vende más…

Es posible, pero no nos dejaremos cerrar ni con el bloque independentista ni con un bloque que no quiera ningún tipo de reforma. Somos conscientes de que hay una parte muy significativa de los catalanes que quieren una relación distinta con España, y en eso trabajamos. Eso quizás tendrá menos espacio en algunos medios de comunicación, pero es nuestra posición y no la cambiaremos.

¿Cómo ve nuevas formaciones de izquierdas como Guanyem (Barcelona en Comú) o Podem? ¿El apoyo que puedan tener constata un fracaso del PSC como fuerza aglutinadora de la izquierda?

En parte surgen porque el PSC no ha sabido dar respuestas a gente que las esperaba, pero también son la reconfiguración de otro espacio. Siempre ha habido un espacio a la izquierda del PSC, que ha ido cambiando de nombre a lo largo de la historia. Siempre hemos planteado la necesidad de acuerdos de izquierdas lo más amplios posibles, cuando hemos podido gobernar Cataluña lo hemos hecho con partidos de izquierda, y así seguirá siendo en el futuro. Para nosotros, Guanyem, Podem, etc. no serán nunca nuestro primer adversario; nuestro primer adversario siempre serán el PP y CiU.

¿Los partidos tradicionales se han adaptado suficientemente a la evolución de la sociedad?

Sobre temas de participación creo que hemos evolucionado en un buen sentido. Desde el punto de vista de los procedimientos democráticos y de primarias ningún partido le puede dar lecciones al PSC. El otro día miré los votos que tuvo Gemma Ubasart en Podem, ¡y yo tengo más! Y eso que yo era candidato único. El PSC ha hecho un esfuerzo de democratización interna que probablemente ningún otro partido es capaz de igualar. Hay partidos que parecen más de moda, pero las modas pasan muy rápidamente. Los fenómenos históricos hay que mirarlos con algo de perspectiva.

En cualquier caso, es verdad que la socialdemocracia tiene un reto de actualización y de modernización, que tiene que ver con el cambio de las estructuras económicas y sociales; también con el impacto de nuevos medios de comunicación y de mecanismos nuevos de trabajo conjunto. Somos aun partidos muy herederos del modelo tradicional del siglo XIX, y seguramente debemos recorrer mucho camino.

¿Qué debería hacer el PSC para volver a conectar con el electorado perdido? ¿O ya es imposible y vamos a un escenario de mayor fragmentación?

A corto plazo es probable que vayamos a un escenario de más fragmentación. Aun así, el PSC tiene una vocación mayoritaria y de gobierno. Otros partidos se pueden sentir muy cómodos representando a un fragmento muy pequeño de la sociedad, para nosotros eso no sería satisfactorio, siempre buscaríamos elementos de suma con otros porque estamos convencidos de que para cambiar las cosas desde una política reformista lo debes hacer sobre la base de mayorías amplias. Esta voluntad unitaria y de buena relación con otros partidos de izquierda seguirá.

Las encuestas no les auguran precisamente una posición muy mayoritaria…

El otro día decía en una entrevista que creo que el PSC en las municipales será la segunda o tercera fuerza en Cataluña, y el periodista se sorprendía. Hay mucha gente que por lo que sea ha decidido que el PSC no está, y creo que se llevarán una sorpresa. El PSC está, probablemente no con tanta fuerza como la que había tenido, pero siendo una fuerza aún muy importante en Cataluña, con muchas cosas que decir. Estoy convencido de que lo que proponemos sobre la cuestión catalana es la mejor solución y que el tiempo nos acabará dando la razón.

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Comentarios
  1. Después de décadas en donde ha jugado magistralmente a dos barajas: izquierdista en la y neoliberal en el gobierno, con unos afiliados solidarios, comprometidos y hasta un punto revolucionarios (yo conozco algunos casos) dirigidos por una élite anquilosada y totalmente sumisa ante los grandes poderes fácticos, líderes que después son recompensados vergonzosamente como buenos lacayos del capital con suculentos puestos en diferentes consejos de administración de las más grandes empresas del país, parece que al final al PSOE le ha llegado la hora de mostrar en toda su palpable evidencia la terrible esquizofrenia que ha desarrollado desde la espuria Transición. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/11/el-psoe-solo-es-izquierdista-mientras.html

  2. Hola. Desconozco las diferencias que pueda haber entre el PSC y el PSOE. Tal vez las haya, más allá de la discrepancia personal de algunos y algunas militantes, pero hay una cosa que es difícil negar: el PSC es, en el peor de los casos, un aliado fiel del PSOE.

    El PSOE se caracteriza por tener respuesta para todo, cabida para todo, excusa para todo. Utiliza todos los medios retóricos y todos los recursos morales y no morales, para justificar sus actos y sus omisiones.

    Ver a Luz Rodríguez, responsable de Empleo del PSOE, lucir orgullosa posando en una foto ante un gran retrato de Pablo Iglesias (fundador de su partido), o escuchar a Pedro Díaz en la cuenca minera asturiana enaltecer histórica lucha minera, me llenan de profunda vergüenza e insatisfacción.

    El PSOE, en temas de política exterior, fluye con las directivas europeas y estas, con las de OTAN. Eso quiere decir que se posiciona en contra del socialismo del siglo XXI latinoamericano de Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia, etc. Por no mencionar su aversión al sistema cubano. Todo ello, en beneficio de los lobbies y las multinacionales, y con la connivencia de sectores opositores y/o golpistas, de estos países «hermanos».

    No me quiero extender, pero sí os pediría reflexionar: ¿de verdad consideráis al PSOE o PSC-PSOE una alternativa deseable?.

    Saludos.

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