Economía | Economía social
Las cooperativas buscan su sitio en el empleo verde
El sector pide que la Administración aplique la cláusula social en las adjudicaciones
Artículo publicado en el número de febrero de 2015 de La marea, disponible en nuestra tienda virtual
Son dos palabras que aparecen de forma recurrente en los discursos que vinculan ecología y trabajo: empleo verde. Algunos partidos políticos incluso lo cuantifican y aseguran que, sólo en Madrid, se podrían generar más de 200.000 puestos de trabajo de este tipo en cinco años. Equo habla de la “economía sostenible” como la auténtica “alternativa para la salida de la crisis”. Y en esa alternativa es donde irrumpen con fuerza las cooperativas que buscan hacerse un hueco en un sector que hasta el momento dominan de forma mayoritaria las grandes empresas.
Frente a ello, las cooperativas vinculadas al sector medioambiental se reivindican como las más capaces para liderar este nuevo paradigma económico ya que no necesitan una transformación empresarial hacia un modelo verde. «Lo único que hace falta es visibilizar el hecho de que las cooperativas tienen los valores de la economía ecológica: una gestión responsable de los recursos, un mínimo impacto ambiental, empresas vinculadas a los territorios. Además, apuestan por resultados económicos que garantizan la sostenibilidad», enumera María Sánchez, trabajadora de la empresa de ecoturismo Algaba de Ronda.
Precisamente Sánchez es una de las responsables del informe presentado por la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas de Trabajo (Faecta) en el que se vincula “el ADN cooperativo” con los yacimientos de empleo verde. A su juicio, las cooperativas deben ser el motor que lidere y dinamice la economía verde, rompiendo el modelo clásico que no da protagonismo a los valores medioambientales.
El estudio contrapone dos modelos económicos: el capitalista tradicional, dominado por grandes empresas, y uno nuevo basado en una economía verde, inclusivo y centrado en la cercanía al territorio. En este sentido, Francisco Puche, de la Asociación Guadalhorce Ecológico, define la economía verde como un concepto ambiguo. Por un lado, el neoliberalismo ve en ella un mercado donde entrar «para apropiarse de los bienes naturales y convertirlos en mercancía”. Por otro, desde el mundo cooperativo se vive como “una concepcion del mundo en la que la economía no se puede separar de la naturaleza”.
Para María Sánchez, la solución pasa por una apuesta política. “Nuestros gobernantes deben posicionarse”, asegura. Para ello exige a las administraciones que en sus licitaciones tengan en cuenta “las cláusulas sociales” y saquen a concurso proyectos pequeños que puedan ser gestionados por cooperativas ya que, “si son grandes, sabemos para quién serán”.
El discurso de Sánchez coincide con el de Pablo Ascasíbar, socio-trabajador de la cooperativa Agresta, para quien hace «mucho tiempo» que se habla de cláusulas sociales y ahora es el momento de apostar por esta forma de generar empleo con valores como la dignidad, la estabilidad o la equidad. “El sector medioambiental, queramos o no, está muy vinculado a lo público, y por eso la administración tiene un papel muy importante a la hora de poner en valor modelos de empresa vinculados al territorio y donde la beneficiaria no sea una gran compañía que vela por otras cosas», afirma. Por ejemplo, en el caso de los montes –la especialidad de su empresa–, Ascasíbar recuerda que hay un gran número de inversiones que se pueden hacer y que vienen amparadas por directivas de la Unión Europea.
Uno de los riesgos sobre los que alerta este cooperativista es que, en ocasiones, se quiera ir muy rápido y se generen burbujas, algo que, señala, sucedió con las energías limpias. «De repente había inversores que venían a dar el pelotazo con las renovables. Creo que son sectores con recorrido pero la manera de abordarlos es muy importante, ya que hubo un momento en el que las grandes constructoras, cuando vieron que lo suyo caía, empezaron a tener sus filiales medioambientales, y eso es algo que se ve en los residuos urbanos. ¿Quién los está gestionando en las capitales de provincia? Las grandes, que tienen sus empresas filiales: FCC y ACS, que tiene su Clece…», apunta.
Finalmente, otro de los aspectos sobre el que el sector hace hincapié es la necesidad de trabajar en red para que se pueda optar a proyectos empresariales de mayor envergadura. Sólo de este modo –explican desde las cooperativas verdes– se podrá tener la fuerza suficiente a la hora de presionar a las administraciones para que se compromentan con un nuevo modelo de trabajo.