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Ucrania celebra el aniversario del Maidán con nuevos viejos problemas

Ucrania ha vivido una nueva y dura derrota militar contra los rebeldes de la región del Donbass. Justo estos días el país recuerda a los caídos en las protestas antigubernamentales de hace un año

La guerra entre Kiev y los rebeldes del este está congelada.

KIEV (UCRANIA) // Esta semana Ucrania ha vivido una nueva y dura derrota militar contra los rebeldes de la región del Donbass. Este fracaso militar llega en la misma semana en la que el país recuerda a los caídos en las protestas antigubernamentales de hace un año. Todo ello condiciona aún más la ya de por sí complicada realidad política y social del país. Estos sucesos combinados no hacen más que dejar claro que la paz real está todavía lejana, y que el futuro de Ucrania tal como la conocíamos antes del Maidán es prácticamente imposible.

Justo ahora hace un año las protestas que se celebraban en el centro de Kiev, en la plaza de la independencia, vivían su punto álgido. En esos días, del 20 al 22 de febrero de 2014, en el Maidán (plaza en ucraniano) murieron más de 100 personas, la mayoría por disparos. No ha habido investigación detallada del asunto, y seguramente no la habrá nunca. Las muertes subieron la tensión al máximo y el presidente Victor Yanukóvich finalmente no aguantó la presión y huyó del país, dejando el camino libre para la toma del poder por parte de las fuerzas opositoras, prácticamente las mismas que siguen gobernando un año después.

Esta celebración, emotiva por el recuerdo de los manifestantes caídos, llega en mal momento para algunos de los dirigentes del país. Las fuerzas ucranianas que combaten en el Este en una de facto guerra civil, consecuencia precisamente de los cambios que trajo al país el Maidán, han sufrido una nueva derrota, y ello a pesar de estar teóricamente vigente un alto el fuego. Los acuerdos diplomáticos firmados en Minsk con la mediación de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande parece que por el momento no se consideran una solución duradera para acabar con el conflicto que se desarrolla en el Donbass.

La situación interna de la política ucraniana es así mismo inestable. En la coalición gobernante existen dos grupos claramente marcados. La denominación coloquial en el ámbito político, es la de “partido de la paz” y “partido de la guerra”. El presidente Petro Poroshenko heredó la guerra del gobierno salido directamente del Maidán, si bien no puede acabar con ella de inmediato sin que su valoración caiga en picado entre los ucranianos, ya que sería aceptar una derrota contra los rebeldes. Aun así el presidente intenta buscar soluciones para avanzar hacia una posible resolución dialogada del conflicto armado.

El “partido de la guerra”, los dirigentes ucranianos que empezaron el conflicto, son el primer ministro, Arseniy Yatsenyuk, el ex presidente y dirigente actual del consejo de seguridad nacional, Oleksandr Turchinov, y el ministro del Interior, Arsen Avakov. Este grupo es reacio a buscar una solución dialogada. Defienden una solución militar a los movimientos secesionistas del Donbass. Este grupo no duda en presentar el nuevo fracaso militar como una consecuencia de la gestión del Ministerio de Defensa. Intentan debilitar de esta manera las posiciones del presidente.

Puede resultar extraño para un observador alejado de la realidad política que en una país en guerra, con una más que complicada situación económica existan problemas semejantes entre los dirigentes del país. Sin embargo, la explicación no hay que buscarla demasiado, los intereses económicos personales son los culpables.

Ucrania es uno de los países más corruptos de Europa. Lo era antes de Yanukovich, lo era durante su gestión, lo cual provocó su caída, y lo sigue siendo ahora con la nueva gestión. Yanukovich cayó, aparte de por otros motivos, por la falta de apoyos de las élites ucranianas. Ningún oligarca lo apoyó, y muchos financiaron sin ocultarlo demasiado las protestas del Maidán. La gestión del clan Yanukovich tenía la culpa, su hijo era un oligarca en la sombra. No dudaba en presionar a sus competidores utilizando todos los mecanismos del Estado en interés propio.

Las nuevas élites siguen con la misma tendencia, la lucha de clanes por hacerse con el control de la economía continúa. Poroshenko, uno de los oligarcas más ricos, se enfrenta a un grupo de millonarios -Yatsenyuk, Avakov o Turchinov- apoyados por el oligarca Igor Kolomoisky.

Los dos grupos no dudan en presionarse y atacarse siempre que les es posible. Poroshenko llegó al poder con la idea de acabar con la guerra que los otros tres habían empezado. De ahí nacen las denominaciones de partidos de paz y guerra. Lo ocurrido en Debaltsevo [tomada por los rebeldes en plena tregua] es una derrota de Poroshenko y su “partido de paz”. No cabe duda de que los contrarios sacarán los máximos dividendos en opinión pública de este fracaso del presidente, sobre todo en las fechas de la celebración del aniversario del Maidán.

Diplomacia occidental

Poroshenko se ve apoyado en sus intentos de buscar una salida dialogada por los líderes europeos. La voz cantante la han tomado los dos pesos pesados de la Europa continental, Francia, y sobre todo Alemania. Angela Merkel no ha dudado en mediar para que se produzca una reunión entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Poroshenko. Asimismo, es la líder occidental que en más ocasiones ha hablado por teléfono con el Jefe del Estado ruso. Ello deja claro el interés europeo en acabar con un conflicto que está provocando un serio desencuentro político y a, consecuencia de ello, económico, en un espacio europeo que no vivía semejante problemática desde hace bastantes años.

El otro gran jugador diplomático en la zona es Estados Unidos. Sin embargo, Washington se abstiene de participar directamente en las conversaciones. Aun así, ello no significa que no defienda sus intereses. La relación más estrecha con los diplomáticos del otro lado del Atlántico la mantienen los miembros del llamado partido para la guerra. La política norteamericana hacia Ucrania es hasta ahora la de confrontación máxima posible con Rusia. Ello no es de extrañar, ya que los estadounidenses tienen unas relaciones económicas poco destacables con Moscú, a diferencia de la UE. El conflicto en Ucrania, además, afecta a la economía europea, una de sus mayores competidoras.

La voluntad de Washington la dicta hasta la fecha con los mecanismos de presión económica. Su control del FMI y el Banco Mundial hace que pueda influir a través del primer ministro Yatsenyuk en lo que sucede en el país. Ucrania necesita de manera casi desesperada capital extranjero, y éste entra en forma de créditos de las organizaciones citadas. El interlocutor principal de estas organizaciones en Ucrania es precisamente Yatsenyuk.

Ucrania necesita dinero, Poroshenko lo sabe. Yatsenyuk lo obtiene, pero a cambio de diferentes decisiones. Esta sutil cadena es la manera de influir en la política ucraniana por parte de Washington. Esta dependencia además no tiene alternativa por ahora. Rusia es el enemigo y no va a aportar capital para salvar la economía ucraniana. La UE no dispone de capital, sus problemas internos son mucho más importantes.

Al otro lado del frente

En toda guerra hay al menos dos frentes. Como ya hemos visto, en el bando ucraniano hay una complicada realidad de lucha por el poder. En el lado rebelde, la situación es desde luego diferente. No hay demasiadas dudas de que las repúblicas populares son cada vez menos independientes en todos sus actos. Rusia va tomando el control total de la situación, y con ello van llegando las victorias militares.

Es un complicado debate la presencia o no de tropas regulares rusas en el Donbass. Este autor mantiene que no hay presencia masiva de soldados rusos, aunque sí hay bastantes voluntarios, pero no hay duda de una presencia masiva de ayuda material de equipos militares rusos. Asimismo, las operaciones militares las dirigen “consejeros militares” rusos. Ello ha quedado patente en Debaltsevo, donde un general ruso dirigió la operación sin ocultarse.

La participación rusa, aunque se concrete más en material que en hombres, es utilizada por Ucrania como explicación para seguir con la guerra en el Donbass. Sin embargo, visitando la zona de guerra a los dos lados del frente, queda patente que la población local es un porcentaje muy elevado contraria al gobierno de Kiev. Los habitantes locales incluso de las ciudades del Donbass en poder de las fuerzas ucranianas desde hace meses no ocultan demasiado sus simpatías por las repúblicas populares y su deseo de vivir separados de Kiev.

Ellos vuelve a sacar a escena el debate de la ruptura del país. Por ahora se está intentando evitar, al menos de forma pública, pero la realidad muestra que el país está cada vez más separado. Parece muy poco probable que unos y otros ucranianos puedan volver a vivir juntos en un único país.

En el bando de Kiev, la inestabilidad política se ve alimentada por las derrotas del frente. El fracaso de las operaciones militares llega en parte por la ausencia de unidad inquebrantable de la clase política. Todo ello se verá maximizado en estos días de conmemoración de los hechos de hace un año y sobre todo los duros meses desde el punto de vista de la economía que van a seguir. La reflexión sobre lo ocurrido en sólo un año en el país da vértigo.

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