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Si un niño se aburre…

"Los niños se suben en el coche y ya piden el DVD. Se sientan a comer y quieren el móvil o la tableta de los padres. En cualquier momento y lugar exigen entretenimiento instantáneo".

¿Qué locura es ésta? Los niños se suben en el coche y ya piden el DVD. Se sientan a comer y quieren el móvil o la tableta de los padres. En cualquier momento y lugar exigen entretenimiento instantáneo. Si hay algún mayor desprevenido, el zagal vendrá a exigirle que juegue con él. ¿Desde cuándo empezó a ser problema de los adultos que los niños se aburran? De toda la vida de Dios, si los niños se aburrían, era su problema, pero de alguna manera (¿alguien sabe cómo?) han conseguido hacerlo nuestro.

“Cuando el Diablo se aburre mata moscas con el rabo”, dice el refrán (que viene a significar que incluso cuando no sabe qué hacer el Diablo hace el mal). Quizá es lo que deben de tener en mente muchos adultos cuando se desviven para que sus retoños no caigan en el aburrimiento. No vaya a ser que se les ocurra hacer algo. Pero eso es precisamente lo que tiene que pasar: tienen que aburrirse y poner en funcionamiento el magín.

Y si se les ocurre alguna trastada y la hacen… pues mejor. Si les pillamos, bronca y, si no, que les quiten lo bailao. ¿Acaso no queremos que los niños desarrollen su iniciativa y cultiven diversas destrezas? Es mejor un niño travieso que un niño que no sabe divertirse solo, creo. Y me pregunto con angustia si todavía queda en este mundo algún niño travieso (o sea, con la imaginación y la capacidad organizativa suficientes para pergeñar y ejecutar una trastada).

Quizá hemos hecho un flaco favor a los niños convirtiéndolos en el centro constante de atención. Porque, o bien los anulamos plantándoles una pantalla delante, o bien los anulamos por la vía de estar presentes en su juego, dirigiendo su ocio y modulando (cuando no coartando) su iniciativa. Y claro, ellos se toman la revancha: cualquier reflexión de un adulto, y cualquier discurso de éste ante otros adultos, se interrumpirá de inmediato si un retoño profiere algún sonido o hace alguna monería. Los niños merodean en las tertulias de adultos intentando llamar la atención. Y lo logran. Y si no lo logran, lloran. Y entonces lo logran. Son como esas llamadas de teléfono a las que el funcionario o el empleado del banco da prioridad, para desesperación y asombro de los desgraciados que hayan decidido acudir en persona a hacer los trámites.

“Niño, no interrumpas. Si te aburres, búscate la vida”. Qué gran favor suponen estas palabras para todos. Con ellas estamos invitando al retoño primero a escuchar y (si se aburre de la conversación de los mayores) también a crearse su propio mundo de entretenimiento. A buscar dentro de sí mismo. A jugar a solas o con los hermanos (si los tiene y aunque sean de otras edades) y los amigos. Por supuesto nadie dice que no haya que jugar con ellos. Hay que hacerlo, pero que no lo den por sentado. Que sea un premio. Que no cuenten con ello. Que su diversión no dependa de la mirada o la participación de un adulto.

La hiperdependencia lúdica de los niños tiene un efecto colateral del que aún desconocemos las consecuencias. Cada vez menos niños miran ya el paisaje en los largos viajes en coche. Antes del surgimiento del DVD portátil, del móvil y la tableta, los niños cantaban canciones que debían recordar de memoria (no estaban en el CD) o jugaban a juegos que requerían imaginación (Veo-Veo) o inventaban historias, o escuchaban la música de los mayores…

Además, a través de esa pantalla mágica que es la ventanilla del coche, cuando uno era pequeño, descubría montes, ovejas, ruinas, cuervos, tractores, riscos, choperas, colores y sombras de nubes que lamían los sembrados… y cuando el coche iba llegando a una ciudad, fábricas, desguaces, naves industriales, moteles… y luego, los arrabales: las casas donde vive gente pobre. Los tejados de uralita, los solares de columpios oxidados donde quizá nuestros ojos de niño se cruzaban con los de otro niño. Un niño de otro mundo. Y nos poníamos en su lugar. Ahora ya no. El niño del columpio oxidado mirará al del monovolumen. Y el del monovolumen estará viendo cualquier cosa en el DVD portátil. Y no sabrá qué es un rebaño de ovejas (aunque se esté convirtiendo en una).
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Comentarios
  1. Hace tiempo que estoy pensando que no somos los peores o peores padres / personas de la Historia… somos unos más.

    Desde su más tierna infancia, de vez en cuando, me toca decirles a mis hijos: «Es bueno que te aburras, tienes que aprender que, a veces, te toca aburrirte y tienes que aprender a divertirte tú sólo».

    Hasta ahora, la trastada más gorda fue un conato de incendio; aún así sigo prefiriendo que se aburran a que estén el 100% del tiempo libre enganchados a la pantallita de turno.

  2. Para mi es simplemente q la humanidad va evolucionando. En mi niñez jugaba con mis hermanos/as. Andaba en bicicleta. Trepaba a los arboles. Todo lo hacia si mis padres y aquí estoy. Soy madre d 3 hijos. Con mi disponibilidad hacia ellos para q consigan jugar con lo q tienen y con lo q su imaginación les permita mi legado es hacer con ellos lo q hicieron conmigo y lo q me hubiera gustado q hicieran.

  3. Son los padres los que no sueltan el movil. El metro y el bus esta lleno de padres que no hacen ni puñetero caso a sus hijos porque le dan prioridad a mirar una pantalla. ¿Cuanto tiempo se supone que ha de pasar hasta que su retoño quiera mirar ahi tambien? Para muchos no solo es ver en sus padres que diversión es igual a mirar una pantalla si no que tambien es la unica manera de compartir algo con ellos.

    Me repatea la mania de los padres en reinterpretar todas sus miserias como actos de amor (son como la Infanta Cristina). Los padres les atizan las tablets a los niños para pasar de ellos, simple y llanamente, no es para que no se metan en lios ni es para que no se aburran. Les habrian dado un somnífero si estuviera socialmente aceptado.

    La gente tiene hijos igual que estudia una carrera con salidas aunque prefiera haber hecho letras, pero ademas con el aliciente de que cuentan con que la madre naturaleza les garantice quererlos. Se dicen: es una apuesta segura, no como lo de la carrera que ahora odio mi curro (si es que tiene uno), aqui esta el instinto maternal/paternal que me garantiza que dire cosas como «merece la pena» etc, y lo mejor es que es automatico, no tengo que hacer nada, veo al niño, digo ooooh y listo.

    Los padres no quieren criar a sus hijos. Los aparcan en el cole, les ponen la tele, les atizan el movil, les mandan a jugar con otros niños… si, he dicho bien, les mandan jugar con otros niños, porque eso tambien se trataba de quitarse a los niños de encima.

    Cada generación ha usado todos los medios que ha tenido a su alcance para pasar de sus hijos. Podemos estar deacuerdo en que a efectos practicos el niño salia ganando con el modelo antiguo pero no en que los padres de antes fueran mejores que los de ahora o tuvieran otros fines. Si ya no les mandan jugar con otros niños es porque ahora tienen metodos aún mas faciles de quitarselos de encima, no por nada más.

    Es narcotica la idea de que alguien te va a querer incondicionalmente, es embriagadora la idea de que te obedeceran y admiraran, es esperanzador que por fin vas a querer a alguien mas que a tu vida (que luego no salga como un cuento de adas no significa que lo mas cercano a eso que va a sentir alguien es tener hijos) y va fenomenal para el ego.

    Pero luego hay que criarlo y sales muy cansado del curro y el niño es muy pesado, etc, etc… todo ello verdades o excusas que tenian tanto o más la generación pasada y sin embargo pasaban menos de sus hijos. Como digo la explicación no es que fueran mejor o que quisieran algo distinto, la explicación es que tenian medios peores para conseguirlo.

    Dentro de 50 años alguien escribira un articulo como este denunciando que ya no se estimula la imaginacion y la inteligencia a los niños con las estupendas tablets de antaño, que ahora se pasa de los niños con <>

    Mientras el desarrollo lo permita y no se colmen las ansias (infinitas) de los padres cada generacion mejorara el metodo de la anterior y cada generacion usara a la siguiente o a los más avanzados de la suya para fingir que ellos son mejores padres.

    Con lo de la crisis muchos han retrasado lo de tener hijos (y eso que ya normalmente – por mucho que la gente diga que quiere tener hijos – se intenta retrasar todo lo que se pueda para maximizar el tiempo de estar sin hijos y solo se aprieta el acerelador cuando se ve peligro de que se te pase el arroz) para ver si las cosas mejoran, pero casi nadie ha condicionado realmente el tener hijos a que las cosas mejoren. La idea era tenerlos en una mejor epoca para que los padres lo tuvieran más facil, no los hijos, por eso al no mejorar las cosas la resignacion en vez de llevar a no tenerlos por el bien de los niños a lo que lleva es a tenerlos a «pesar» de las esperanzas de los padres de que iba a ser más facil, pero como a este paso se les pasa el arroz tiran pa lante y ya si eso le compraran la tablet en los chinos, al fin y al cabo va a estar fabricado por los mismos niños esclavos del tercer mundo -he ahi la prueba de lo mucho que les importa la infancia – y se va a entretener igual. Eso si, va a durar menos, no porque se rompa si no porque cuando el niño aprenda lo que son las marcas ya no se le podra calmar con una de los chinos, pero quien sabe, para entonces quiza si se ha pasado la crisis.

    • Muy buen comentario, mucho mejor que el artículo. Nadie parece darse cuenta de que, si un niño exige el dvd o la tablet cuando entra en un coche o cuando se sienta a comer, en primer lugar, es porque ya le has ofrecido antes esa posibilidad (porque querías que te dejara en paz, en el coche/en la mesa). En segundo lugar, ¿metes a un niño en un coche donde no puede moverse y esperas que estarse quieto sin poder hacer nada sea divertido? ¿Lo sería para nosotros? Haz el próximo viaje en coche con tu mujer/marido/x sin móvil, sin música y por supuesto sin abrir la boca, a ver cómo te lo pasas viendo las ovejitas.
      Ya está bien de pedir peras al olmo y de intentar que los niños se comporten de una forma o de otra según nuestra conveniencia. No hablo de trato especial. Bastaría con tratarles con el mismo respeto con el que trataríamos a otra persona adulta, teniendo en cuenta que sus necesidades no son las nuestras .

  4. ¡¡¡Un artículo que me hace volver a creer que aún hay esperanza!!!! Le felicito, Sr, Fraguas, y felicito también a Miguel, autor de ese también magnífico comentario. !Ojalá les leyera toda la humanidad!

  5. Creo que falta una parte muy importante en toda esta teoría, que entre otras cosas, hace imposible la hiperdependencia lúdica: Los niños no pasan prácticamente nada de tiempo con los padres. Solo los fines de semana. Y por eso exigen una mayor atención de ellos en esos momentos. Lo malo es que lo que obtienen, como bien dices, son DVD, tablets o móviles.

    • En mi opinión, el problema no es que los niños no pasen mucho tiempo con los padres, sino que pasan poco tiempo con otros niños. No digo que los padres y madres no tengamos que jugar con los hijos, pero desde luego no estamos para ser un instrumento lúdico de ellos. Lo importante es que interactúen con mas niños y actualmente fuera del ámbito escolar, eso cada vez se da menos. Seguramente cualquier chaval/a prefiera jugar con otros como ellos a usar una tableta.

  6. Lo bueno de generaciones anteriores, era que los adultos tenían su mundo y los niños y niñas tenían el suyo. Eran mundos paralelos, y los unos no interferían en el mundo de los otros. El mundo de los adultos era aburridísimo y ningun niño quería formar parte de él, sin embargo el mundo de los niños era apasionante, y ningún adulto tenía cabida en él. Nuestros padres no jugaban mucho con nosotros, y sin saberlo (o quizas sabiéndolo) nos hicieron el mejor regalo que nos podían hacer, vivir como niños en un mundo nuestro, con nuestras canciones, y nuestra libertad. Ahora somos los que jugábamos libremente en la calle con los demas chaveles del barrio, los que a fuerza de querer meterlos en nuestro jodido mundo, los que les hemos arrebatado el suyo. Vemos a niños/as cantando como adultos, bailando como adultos y cocinando como adultos, sin darnos cuenta de que son niños y deben vivir como tales. Somos nosotros los que a fuerza de querer meternos en su mundo para controlarlo, vigilarlo y cuadricularlo todo, se lo hemos arrebatado. Porque el mejor regalo que pueden hacer unos padres a sus hijos es su infancia, ser amos y dueños de su mundo y eso no consiste en ser una especie de adultos en pequeño.

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