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La mujer clásica de Syriza
"En el teatro griego, el drama tenía solución pero la tragedia no, alguien debía morir. Parece que Tsipras ha decidido que las víctimas de la tragedia, una vez más, sean las mujeres", apunta el autor
La moderna Europa se proclama heredera de la democracia griega clásica. Hay un esfuerzo de propaganda para que cale entre la sociedad que el modelo ateniense de hace 25 siglos es la referencia para articular y definir el proyecto europeo actual.
Parece que el nuevo Pericles, al frente de Syriza, quiere ir más allá de la simplista analogía y poner en práctica de manera fiel la democracia ateniense del siglo V antes de nuestra Era. Entre los ministros de su recién nombrado gobierno no se encuentra ninguna mujer. El 50 % de la población vuelve a bajar del escenario teatral para sentarse entre el público. Ni siquiera la interpretación de las fuentes deja claro si en la Grecia clásica las mujeres estaban autorizadas a presenciar las obras teatrales, aunque se intuye que no pudieron. Fue en la época posclásica cuando accedieron a las gradas mujeres de las élites, eso sí, separadas de los hombres.
Es cierto que en las democracias modernas, las mujeres tienen reconocida la ciudadanía de la que no disfrutaban nuestras tatarabuelas atenienses pero, realmente, si no acceden a los gobiernos, a los órganos de decisión, ¿se puede considerar que son ciudadanas de pleno derecho? En la Antigüedad, el Consejo de Atenas estaba conformado exclusivamente por hombres, hoy también.
Cuando de manera oficial se defiende la igualdad, se habla del derecho de la mujer, en singular. La mujer como idea, como concepto, pero cuando se pasa de la declaración a la realidad, las mujeres, una a una, quedan fuera.
En el teatro griego, el drama tenía solución pero la tragedia no, alguien debía morir. Parece que Alexis Tsipras ha decidido que las víctimas de la tragedia, una vez más, sean las mujeres.