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Recapacitando

Un lector repasa el 2014 y expresa sus deseos para el 2015

Alejandro López Parejo // 2014 es ya Historia, pero como afirmaba el escritor mexicano Carlos Fuentes «el pasado está escrito en la memoria y el futuro está presente en el deseo». Y el deseo hizo que irrumpieran con fuerza nuevas formaciones políticas, ideas frescas y declaraciones insólitas hasta el momento en un panorama político hasta entonces desolador. Sobre la memoria del pasado poco queda por decir, aquellos que entonces fueron «molt honorables» se postulan hoy como «molt sobornables», al tiempo que la sociedad civil arguye la necesidad de un cambio no sólo de rostros, sino también de ideas.

Y hay quien decía que el 15M no sirvió de nada. Llegaron los cambios y las elecciones europeas forzaron a un Estado harto inconsciente a mover ficha. Llegaron los que no querían, los indeseados, los «frikis» a fin de cuentas. «¡Viva la democracia!» Proclamaban quienes al tiempo alentaron el miedo a lo nuevo en una muestra, otra más, de incoherencia democrática y sociológica como sólo ellos nos tienen acostumbrados. Pero el hartazgo era (y es) sublime. Quienes en su día pudieron, no quisieron, y ahora que ya no pueden, quieren. Cambiaron caras para seguir diciendo lo mismo y haciendo lo propio; llegó su Majestad en un alarde de regeneración nunca visto. Transparencia era ahora la palabra fetiche. Felipe VI demostró nada más llegar que no estaba dispuesto a ceder ante quienes le reclamaban un referéndum que a todas luces habría reforzado su autoridad y respaldo. Pero en la España democrática los referéndums son sinónimo de inconstitucionalidad; preguntar a la ciudadanía constituye delito para quienes durante décadas ampararon cajas, regalos y cuentas en B.

Frente al shock inducido por los continuos casos de corrupción cabría preguntarse por qué ahora. Creer que jueces y fiscales están hoy, como todos, más hartos que nunca no es respuesta a una situación que se antoja contraproducente para con un Gobierno que todo lo ve y que todo lo alcanza. Torresdulce dimitió al tiempo que en el Supremo se firmaba un escrito exigiendo mayor independencia (y respeto) a la Justicia por parte del Gobierno, todo mientras Ruz apura como puede sus últimas semanas al frente de la trama Bárcenas, de la que pronto será relevado gracias a un cambio legislativo vía Real Decreto y en diferido. Del 2014 algunos hemos confirmado nuestras sospechas de que la transparencia de la que hablaban, la regeneración que prometían y los cambios que proclamaban no eran más que palabras vacías. No entienden nada.

Y yo hoy creo. Creo en quienes día a día hacen el cambio, en quienes frente a las palabras vacías, responden con épicos actos de valentía, acciones que transforman y cohesionan una sociedad empachada de la retórica y avaricia de (no lo olvidemos) unos pocos muy notables. Sólo cuando la ciudadanía toma conciencia de su poder, las instituciones caen en la cuenta de su debilidad. Es entonces, y únicamente entonces, cuando el cambio deja de ser un deseo futurible y pasa a convertirse en un hecho formidable.

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