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La libertad de expresión en España es ETA
La libertad de expresión en España es atacada de manera sistemática cuando las ideas que se critican ponen en cuestión el ideario del sistema hegemónico, sostiene el autor
MADRID// El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, declaró que trasladará a la Fiscalía las declaraciones del líder de Sortu, Hasier Arranz, para ver si son constitutivas de delito. El miembro de la formación independentista declaró en San Sebastián con motivo de la operación contra abogados abertzales: “Es el momento de que el pueblo dé jaque mate a la Guardia Civil, es el momento de que se vayan de Euskal Herria”. Su declaración incluía el nombre de las dos últimas operaciones de la Guardia Civil en el País Vasco: Jaque y Mate.
El salvaje atentado a la revista Charlie Hebdo propició una multitud de declaraciones a favor de la libertad de expresión. Una defensa encendida de actores sociales, mediáticos y políticos que llevan mucho tiempo actuando contra ella o poniéndola en cuestión. Proporciona réditos políticos mostrarse a favor de la libertad de expresión cuando se produce un drama de estas características, pero es mucho más difícil hacerlo cuando son los ideales propios los que se sienten conculcados. Existen multitud de ejemplos en los que el debate sobre la libertad de expresión se ha puesto de actualidad sin que un suceso tan luctuoso como el del atentado terrorista de Charlie Hebdo escore la opinión pública hasta situar a todo el mundo en el mismo lado de la balanza. Es en esos momentos en los que la discusión se ha puesto sobre la mesa de una manera menos dramática cuando se ha visto la posición de ciertos colectivos que ahora se posicionan de manera efusiva a favor de un derecho fundamental como es el de mostrar tu opinión.
La situación de la libertad de expresión en España, como en todos los países del espectro europeo, tiene claros y oscuros. La reciente aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana supone un grave retroceso en lo que respecta a la libertad de expresión y prensa. Según Reporteros Sin Fronteras en su último informe, “de aprobarse en el Parlamento como está actualmente redactado, supondrá un grave atentado contra la libertad de información y una puerta abierta a la censura. Entre otras cosas, el proyecto prevé que la captación o difusión de imágenes que atenten contra el honor, la imagen o la seguridad de los miembros de las fuerzas del orden podrán ser penalizadas con multas de hasta mil euros, lo que en la práctica supondría una seria dificultad para que los periodistas puedan cubrir e informar de cualquier actuación policial en los espacios públicos, y no solo en manifestaciones y protestas”.
Precisamente el ministro del Interior, impulsor de esta ley, fue uno de los que se mostró más entusiasta en la defensa de la libertad de expresión tras el atentado de Charlie Hebdo y declaró sentirse orgulloso de que La Razón replicara las viñetas de Mahoma.
Sin embargo, el impulsor de la “Ley Mordaza” se mostró contrariado cuando en el año 2012 la revista el Jueves publicó una referencia a Mahoma durante la polémica por dichas caricaturas, el ministro calificó de irresponsables a los editores de la revista.
En España, la defensa de la libertad de expresión ha sido, como casi todas las cuestiones políticas, instrumentalizada en beneficio propio. La polémica de las caricaturas de Mahoma, antes de la tragedia de estos días, fue uno de los momentos álgidos de esa posición laxa y politizada de la libertad de expresión. El entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, publicó un artículo en The Herald Tribune junto a su homólogo turco Tayiip Erdogan en el que criticaba que se hiciera mofa y escarnio de la religión musulmana. El artículo decía que la publicación de este tipo de caricaturas “debe ser rechazado desde un punto de vista moral y ético”.
El caso de las caricaturas tuvo una segunda vuelta cuando el artista JAM Montoya publicó una serie fotográfica que fue calificada de Biblia Porno, y que provocó una reacción airada de la Iglesia católica y de los miembros del PP. Fue precisamente el recién elegido coordinador de campaña del PP, Carlos Floriano, quien escribió contra la publicación de estas fotografías echando en cara a Zapatero en un artículo en El Mundo llamado “empeñados en faltar el respeto a los católicos” que hablara de respeto a las religiones con las caricaturas de Mahoma y no dijera nada por una expresión que “no es más que un insulto a los sentimientos de millones de españoles y que nada tiene que ver ni con la cultura ni con los movimientos culturales”.
También el liberal José María Aznar se expresó en contra de la publicación del catálogo blasfemo de fotografías en una charla de FAES en Badajoz. El expresidente criticó duramente a los que publicaron el catálogo ofensivo con los católicos y eran tolerantes con los dibujos contra los musulmanes: “No se puede pagar con dinero público barbaridades que ofenden al más elemental sentido de la decencia y del respeto…este episodio, que en su vulgaridad es grave en sí mismo, saca a flote algo mucho más profundo: la cobardía de quienes hace solamente un año pedían perdón por unas caricaturas, que eran incomparablemente menos agresivas, de Mahoma publicadas en un periódico danés”.
La Razón y Mahoma
Sobre Charlie Hebdo, un medio en particular –La Razón– ha sido aclamado como defensor de la libertad de expresión por su valentía a la hora de publicar las caricaturas de Mahoma en su portada tras el brutal atentado de París. Sin embargo, la postura editorial del periódico y de sus directores cuando las caricaturas salieron a la luz fue menos tolerante con la libertad de expresión. José Antonio Gundín, uno de los subdirectores de este medio y actual director de informativos de TVE, publicó entonces un artículo llamado “Caricaturas y caraduras”, en el que pedía el respeto a la religión ajena y acusaba a los dibujantes de Charlie Hebdo de provocar a los musulmanes: “Se agradecería vivamente la abstención de los laicistas graciosos, que confunden la aconfesionalidad de las leyes con el desprecio a la religión. Una caricatura burda o una película insultante no aportan más de lo que aportaría un bidón de gasolina en un incendio”.
La Razón tampoco no es tan complaciente con la libertad de expresión cuando ésta pone en cuestión los valores de la Iglesia católica. Un editorial del diario “Ataques a la religión” pedía en abril de 2011 que se persiguieran con todas las de la ley las críticas desde la izquierda al credo católico, por ejemplo, los de Leo Bassi: “El sarpullido anticlerical y antirreligioso existe, prueba de ello son estas algaradas incívicas y pseudoartísticas que reciben el aplauso y la connivencia de algunos, incluso desde los ámbitos académicos, culturales, y políticos, que jalean estas iniciativas amparándose en la libertad de expresión para justificar el insulto, puesto que entra en colisión con la libertad ideológica y religiosa de la mayoría. El poder político y la justicia deben aplicar la Ley e impedir cualquier acto excluyente en el que se ridiculicen y ataquen las creencias de todos y cada uno de sus ciudadanos”.
Es precisamente si se ataca el credo católico cuando la libertad de expresión está más en cuestión en España. El artículo 525 del Código Penal, que persigue la blasfemia, dice: “Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”. Fue este el artículo que se usó para enjuiciar a Javier Krahe por cocinar un cristo en un programa de Canal Plus. Delito por el que finalmente fue absuelto.
El Partido Popular siempre está a la vanguardia de esa persecución de la libertad de expresión cuando se ataca el credo católico. En Getxo, el PP de la localidad pidió la retirada de un cristo blasfemo de una exposición en un centro comercial al considerarla una ofensa y declarar que ese arte no es bienvenido en su localidad.
No siempre las presiones políticas y legales sirven para cercenar la libertad de expresión, y a veces la intolerancia religiosa a la exhibición de opiniones blasfemas o contrarias a la doctrina católica han llegado a la agresión física. Dos nietos de Blas Piñar agredieron en 2004 a Iñigo Ramírez de Haro, creador de la obra Me cago en Dios mientras proferían gritos de “Viva Cristo Rey” y “Blasfemos”.
Menudo baño de hipocresía se dio Rajoy con sus colegas en la mani de París. Al final, los presuntos buenos de la película son quienes hacen realidad el objetivo yihadista de recortar la libertad. http://wp.me/p2v1L3-Er
Es enternecedor ver a Rajoy manifestándose por la libertad
de expresión cuando él en España aprueba leyes cada vez más fascistamente
represoras. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/12/mandela-era-simplemente-un-perroflauta.html
En España la libertad de expresión la cercenan las grandes empresas dueñas de los medios de comunicación. Aquí, toda la «gran» prensa se rasga las vestiduras de forma hipócrita cuando sabe que en nuestro país no se publica nada denunciando contra El Corte Inglés, Mercadona, Santander, Caixabank etc etc
La libertad de expresión es un bien tan supremo, tan brillante, que suele ser escaso. Aquí no es cuestión de cuantos lo buscan, sino de cuantos se encargan de camuflarlo para que no surja bajo el olfato de los lúcidos, que pretenden un espacio de convivencia donde todos digamos y seamos capaces de escuchar aunque no entendamos.
http://casaquerida.com/2015/01/12/derecho-a-la-ensonacion/