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El fiscal pide tres años de cárcel por la agresión neonazi en el metro de Barcelona
La "gran colaboración prestada por la ciudadanía" ha permitido desenmascarar la ideología ultra de los autores del ataque
Bertran Cazorla // Tres años de prisión, 3.600 euros de multa y una indemnización de 9.550 euros es la pena que pide el servicio de delitos de odio de la fiscalía de Barcelona para Jaume, el joven que el pasado 28 de junio grabó y difundió masivamente en internet la agresión racista y gratuita que su hermano menor de edad, Aleix, y otro menor, Vladislav, propinaron a un viajero de la línea 1 del metro de Barcelona. El fiscal antiodio le acusa de una falta de lesiones. Pero además, siguiendo la práctica habitual desde 2007, remarca que Jaume profesa «una ideología nacionalsocialista» y que el móvil de la agresión fue el odio racial, y lo acredita citando numerosos comentarios racistas y neonazis que dejaba en las redes sociales y que fueron recogidos gracias a la «gran colaboración prestada por la ciudadanía». Ante este móvil racista del ataque, el fiscal antiodio añade en su acusación contra Jaume un delito contra la integridad moral y otro de discriminación. Los otros dos autores están siendo procesados en la jurisdicción de menores.
Numerosos internautas rastrearon los perfiles de Jaume en las redes sociales cuando las imágenes del ataque racista corrieron como la pólvora en internet, tan sólo unas horas después de que Jaume las subiera a su cuenta en Youtube y las difundiese a través de su cuenta en Twitter. Miles de personas vieron la agresión gratuita. Los tres jóvenes, que habían subido a la línea 1 del metro en la plaza de la Universidad, eligieron una víctima por sus rasgos asiáticos -el agredido ha nacido en Mongolia-, «que se encontraba tranquilamente y confiada sentado», y Vladislav le comenzó a agredir diciéndole «qué te pasa a ti, chino», hasta que «de forma súbita y muy agresiva, con ánimo de humillar», la víctima, «delante de los otros usuarios del metro que estaban atentos a lo que estaba sucediendo, comenzó a golpearle de forma reiterada, dándole golpes de puño a todas las partes del cuerpo, sobre todo en la cara». Pero no sólo eso, Jaume grabó y subió el vídeo de la agresión «con la finalidad de hacer propaganda masiva de su violenta acción», y «consiguió su objetivo de propagar y multiplicar de forma indiscriminada en internet los hechos, con el consiguiente efecto colateral de causar evidentes daños morales en la víctima».
De este modo lo recuerda el escrito de la acusación de la Fiscalía, que para acreditar el móvil racista del ataque también recoge numerosos comentarios racistas y neonazis que Jaume había hecho a trabés de su cuenta en Youtube, como «putos antiblancos de mierda», «no me gustaría vivir en un país de mierda llamado Cataluña llena de catalufos asquerosos», «comunistas asesinos al paredón», «negro de mierda» o «sieg heil, arriba España».
Ante estas evidencias, el fiscal acusa a Jaume no sólo de lesiones, sino también de un delito de discriminación y de otro contra la integridad moral. Esta es una estrategia habitual para tratar de evitar que los ataques racistas queden impunes que la fiscalía de Barcelona usa desde el caso, similar, de la agresión de una chica de origen ecuatoriano por parte de un joven en la línea de Llobregat de FGC, en octubre de 2007. También esta agresión racista generó una fuerte polémica porque fue grabada, en aquella ocasión por las cámaras incorporadas al vagón.
[Artículo publicado originalmente en La Directa]
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