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El 16% de las camas que oferta el hospital Infanta Leonor están inutilizables

Las habitaciones permanecen cerradas o están siendo utilizadas como despachos, almacenes o salas de relajación

MADRID // Una habitación del área de hospitalización de pediatría tiene pintada en su puerta al mono mañoso. La figura de este dibujo animado debería dar paso a una de las 30 camas que el hospital Infanta Leonor dice tener en la planta de hospitalización de pediatría. Sin embargo, un improvisado letrero sobre el número de habitación indica su verdadera función: «Despacho de la supervisora».

La situación se repite hasta en otras 42 ocasiones, tal y como demuestra el programa informático que utilizan los profesionales del centro sanitario. Hay 43 habitaciones –el 16% del total– que, en lugar de dedicarse a alojar camas se dedican a otros usos. O sencillamente permanecen cerradas. De hecho, una trabajadora del hospital que prefiere mantenerse en el anonimato asegura que se están derivando pacientes a otros centros pese a tener camas cerradas.

El hospital Infanta Leonor, un modelo de colaboración público-privado, ya tuvo que instalar en 2010 una segunda cama en 16 de sus habitaciones que debían ser individuales ante ocasiones extraordinarias, como episodios puntuales de gripe. A día de hoy, en algunas de ellas sigue habiendo dos camas separadas por una sábana.

Por otro lado, en algunas áreas como pediatría, psiquiatría o neonatos hay habitaciones cerradas. Esas estancias que no alojan pacientes tienen diferentes usos: gimnasio, despacho, almacén, sala de relajación, sala de contención, sala de técnicas.

Según los datos a los que se accede a través del programa informático Selene, el total de «camas funcionantes» es de 218. Es decir, éstas serían las camas que se ofertarían en total en el hospital para ingresos de pacientes. Para el Sindicato Asambleario de Sanidad de Madrid (SAS) esta situación, se trata de una demostración de que «el hospital está mal hecho y se está ofreciendo una información a la población de carácter asistencial engañosa».

Especialmente significativo es el caso de la Unidad de Coronarias. Pese a que en el hall del centro hospitalario se anuncia que está en el primer piso, al acceder allí, únicamente aparece la Unidad de Cuidados Intensivos. Aunque el Infanta Leonor no dispone aún (seis años y medio después de su inauguración) de esa unidad, sigue anunciando tanto en su web como en las memorias anuales que dispone de seis camas allí.

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Comentarios
  1. La experiencia de ingresar en el Infanta Leonor bien merece unas líneas:
    Llegas a urgencias y comienza la pesadilla. Salas atestadas, largas esperas. Si eres una persona discreta aunque te encuentres doblada por el dolor acabas teniendo que reivindicar que te atiendan. Tras muchas horas de pie o sentado te tienen que llevar a hacer las pruebas de un extremo al otro del hospital y puedes comprobar que está prácticamente vacío.
    Si tienes que quedarte, como fue mi caso, entras directamente en el grupo de los secuestrados: Las salas de los pre ingresos. Hay dos, son salas de campaña en las que nos hacinamos unos 20 pacientes, en mi caso compartida hasta con una persona infecciosa a la que su familia y cuerpo sanitario acompañaban y atendían con las batas verdes de protección mientras los demás estábamos a su lado pertrechados con un mal pijama. En estos zulos solo hay dos baños: caballeros-Señoras para todos, colas a las duchas, suciedad si alguno de nosotros tenía algún problema intestinal… Tras tres días solo con sueros y medicación en vena se decide que puedo empezar a comer. Cuando traen la primera comida completa me llama la atención su bajísima calidad, es un rancho prácticamente no comestible.
    En ese invento, quiero suponer que ilegal, llamado pre ingresos, los pacientes estamos secuestrados, solo una persona de la familia puede visitarnos media hora al día y cínicamente, otra media hora durante las comidas, mano de obra gratis para los que necesitan que les den de comer. El trato a familiares y pacientes se pretende casi militar en manos de unas supuestas señoritas de atención al cliente, uniformadas como si de un salón del automóvil se tratara y del personal de seguridad que se sienten muy envalentonados dependiendo del tipo de colectivo de que se trate.
    Tras cinco días en pre ingresos y ya con el diagnóstico claro, consigo que me permitan continuar el tratamiento en casa.
    En un giro de la situación incomprensible me suben a planta para tan solo 12 horas que me faltan para salir. Otra pesadilla, mis familiares que se encuentran en urgencias no son avisados, tengo que acabar protestando enérgicamente y al final mis familiares acaban en los pasillos de la planta esperándome mucho tiempo mientras yo no acabo de salir de pre ingresos.
    Las tan cacareadas habitaciones individuales no existen. Solo los ingresados “problemáticos” están solos y pude comprobar que únicamente la primera habitación de cada pasillo tiene una sola cama. Esto es así porque el hospital tiene cerradas varias plantas sin actividad alguna.
    La comida que sirven en planta no tiene nada que ver con la de pre ingresos, hasta la fruta es de mejor calidad.
    El trato en administración es deplorable, los jefes médicos tratan con desprecio absoluto y su atención hacia el paciente es de disgusto.
    Pasada mi operación a lista de espera con una previsión de más de cuatro meses decido pedir externalización, elegido el centro hospitalario y dos meses y medio después sigo sin tener noticia de ninguno de los dos centros. Cabe destacar que en la documentación que se me entrega no figura de ninguna manera el hospital elegido, otra irregularidad.
    Las inmediaciones del hospital son un auténtico vertedero, los accesos andando sin asfaltar, el aparcamiento es privado y caro. Las indicaciones para el acceso al hospital desde Avenida de la Albufera no son correctas provocando que se tenga que entrar en Villa de Vallecas sin más indicaciones que las pintadas que se pueden leer en los muros protestando por este hecho.
    Por todo ello mal va la Sanidad Madrileña con este modelo público-privado de hospitales. Lo demás lo hacemos las personas.

  2. Además de actuar rápido, de paso estaría muy bien que le cambien el nombre al hospital.
    Que méritos ha ganado la niña Leonor para dedicarle el nombre de un hospital? Se nota la mano de l@s grandes adulador@s.
    ¿Es qué no hay eminencias en el campo de la medicina, de la ciencia, de la filosofía, de los derechos humanos, ect. que tengan más méritos que la niña real para honrar con su nombre tanto a ell@s como al hospital?

  3. Pienso que esto puede ser más grave de lo que parece. Si no se actúa rápido no me extrañaría que el porcentaje subiese al 20%. Tal vez ahora que se conoce esta información alguien decida hacer algo al respecto.

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