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Bretón de los Herreros 41: Del racismo institucional de opulencia al racismo de crisis

El grupo nazi que abrió en Tetuán un comedor sólo para españoles toma un nuevo inmueble en el centro de Madrid

Los vecinos de Chamberí recordamos las colas en Bretón de los Herreros 41. Eran los años de la opulencia. Cuando trabajadores huían del hambre de sus países y venían a España a hacer trabajos que a los españoles nos sobraban y no nos gustaban. Cuando el ladrillazo de pies de barro nos hacía creernos ricos. Cuando Aznar decía “el milagro soy yo” y Zapatero explicaba que España estaba en “la Champions League de la Economía”. Cuando nos creíamos que los precios inaccesibles de la vivienda eran un síntoma de prosperidad. Los años en los que se pusieron tantos cimientos que dejamos puestos hasta los cimientos de la ruina del país. Los años de los robos que se descubren ahora que no hay sobres para callar todas las bocas. Los años del saqueo.

Las colas de Bretón de los Herreros 41 eran de trabajadores extranjeros y sin papeles. Eran colas que daban la vuelta a la manzana, que empezaban la noche antes. A veces los vecinos del barrio volvíamos de noche a casa y ya había personas acostadas en el suelo de Bretón de los Herreros y Alonso Cano para poder ser de los primeros en ser atendidos la mañana siguiente. Las colas fueron noticia. Seis inmigrantes sufren desmayos en las largas colas para los permisos (El País, 28 de enero de 1999). Once ONG denuncian las esperas y colas de los inmigrantes en Trabajo (El País, 24 de Febrero de 2001). La espera diaria para conseguir papeles (20 minutos, 12 de septiembre de 2006).

La ubicación en Bretón de los Herreros 41 de la Dirección Provincial de Trabajo, las colas de aquel exilio económico que explotaban esos mismos constructores que repartían sobres para ganarse concesiones ruinosas para el resto, generó incluso una pequeña huella económica en la calle. Aún puede verse un par de despachos de abogados a pie de calle especializados en extranjería, varios locutorios, un bar paraguayo justo enfrente recién cerrado…

Dejó de haber colas. No por una recepción más atenta con la gente que viene a buscarse la vida que le niega su país. El Ministerio de Trabajo, que ya ni se llama así, cerró esa oficina entre otras cosas porque España se ha convertido en uno de esos países de los que la gente huye porque aquí no puede vivir. Muchos de aquellos trabajadores que hicieron cola por conseguir trabajar con permiso (y por tanto en condiciones algo mejores que las de un esclavo) volvieron a sus países. Muchos españoles que llegaban por la noche y se cruzaban con ellos con compasión o con desdén han tenido que huir también; ellos o sus hijos.

El Estado que nunca movió un dedo por aliviar las condiciones de aquellos trabajadores entró en quiebra y se deshizo de aquel inmueble. Hace poco más de una semana nos enterábamos de que una empresa llamada Domo Gestora se había hecho con el edificio por 7.565.000 euros y lo reconvertiría en “29 pisos distribuidos en seis plantas más ático en urbanización cerrada con piscina y zonas ajardinadas”, vivienda libre, faltaría más. Es una empresa con suerte, que había comprado a las administraciones públicas en los últimos meses otros inmuebles en Raimundo Fernández Villaverde, del Ministerio de Defensa, otro en Retiro a Metro de Madrid, el edificio de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid en la calle Guatemala… Si dentro de unos años se supiera que ahí hay gato encerrado alguien se escandalizaría porque nadie se hubiera dado cuenta de algo tan obvio.

El círculo racista se acaba de cerrar estos días. Aquel racismo de opulencia es sustituido en el mismo inmueble de Bretón de los Herreros 41 por el racismo de crisis, el racismo de decadencia. Aquel grupo nazi que abrió en Tetuán un comedor sólo para españoles ha entrado en este inmueble en el que tantos inmigrantes fueron humillados por intentar trabajar en condiciones legales. Pretenden retomar aquí la indecente labor de discriminación entre víctimas de la crisis. Como durante tantos años el Estado discriminó para que el beneficio de la opulencia fuera por barrios y la explotación permitiera que trabajadores en condiciones miserables generaran una inmensa riqueza para unos pocos.

Esa explotación, que favorecían las condiciones simbolizadas en aquellas colas revertía, por cierto, en el partido de gobierno mediante maletines y sobres que llevaban los constructores que se forraron explotando a los trabajadores que andaban por aquí, hubieran nacido donde hubieran nacido, haciendo inaccesible el acceso a derechos como la vivienda o el trabajo, conduciéndoles a, años después, ser desahuciados de aquellas viviendas y de este país.

Ya no hay colas de trabajadores humillados y discriminados en Bretón de los Herreros. Ahora el racismo sin corbata, pretende que Bretón de los Herreros 41 siga siendo un lugar de humillación y discriminación. Y de colas de gente que pasa por lo que sea con tal de comer. El Estado no puede tolerarlo. Y en cualquier caso el barrio no lo va a tolerar. Fuera fascistas de Chamberí.

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Comentarios
  1. Habrá que estar atentos a esto, no olvidemos que a pocas manzanas, 3, está el consulado de Perú, con su tránsito habitual de peruanos y con dos o tres comercios abiertos y regentados por latinoamericanos. Esperemos que no haya problemas y que se tarde poco en echarles de ahí. No aportan nada nuevo, beneficencia racista ya tenemos, e institucionalizada, desde hace décadas.

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