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Aznar es un busto

"Hay que entender que Aznar es un busto de sí mismo, y los bustos ni cargan maleta ni sufren eso de la vergüenza o el pudor", señala el autor

Esta semana Aznar volvía a dirigirse a la comunidad internacional como en los mejores tiempos. Aquellos en los que pedía respaldo para la guerra de su amigo por las armas de destrucción masiva que no existían, aquellos tiempos en los que exigía que el nombre de ETA apareciese en las condenas internacionales del atentado que ETA no cometió. A Aznar, patriota de sí mismo, esta vez le tocaba arreglar asuntos personales. Como en los mejores tiempos. Esta vez sus asuntos pasaban por Venezuela. Nicolás Maduro había llamado asesino a Aznar días antes por su participación en el bombardeo de Irak y como en aquella entrevista en la que prometía que el régimen iraquí tenía armas de destrucción masiva (pueden estar seguras todas las personas que nos ven), Aznar aparecería esta semana con gesto grave y agraviado para pedir duras sanciones contra Venezuela por no respetar los Derechos Humanos. Pocas personas tendrían el aplomo de ir por el mundo dictando sentencia sobre libertad y Derechos Humanos con la cabeza alta al tiempo que cargan con una maleta en la que hay Irak, manipulación del 11M, Gürtel o negocios con Gadafi, por ejemplo.

Para entender a esa cabeza siempre alta y llena de aplomo a pesar de la maleta que porta, hay que entender que Aznar es un busto de sí mismo, y los bustos ni cargan maleta ni sufren eso de la vergüenza o el pudor. Un busto de sí mismo. Con estas cinco palabras podríamos entender mejor quién es Aznar que con las quién sabe ya cuántas autobiografías llenas de páginas autocomplacientes que el autodenominado mejor estadista de la historia de España por la gracia de Dios ha escrito sobre sí mismo.

Que Aznar es un busto es algo relativamente fácil de entender ahora que la talla de mármol está acabada y podemos ver cómo se posa de evento en evento. Pero durante años comprender esto no fue tan sencillo. Durante años, los de su mandato, vivimos como espectadores sorprendidos el proceso por el cual un gris funcionario de Hacienda de Valladolid con bigote acabó poniendo los pies encima de la mesa del poder en Washington. A situarse al frente de la historia. La historia más macabra, pero historia al fin y al cabo.

La mesa de guionistas de Cuéntame llena de drogas alucinógenas simbolizaría bien el proceso que tuvimos que vivir. El gris funcionario Antonio Alcántara, ordenanza del ministerio, escala y no para de escalar en lo público y acaba por participar como presidente del Gobierno de España en el bombardeo de un país con petróleo mientras, desmelenado, pone los pies sobre la mesa del presidente de EEUU. Joder, Jorge, a estos huseines hay que darles bien pal pelo, ¿eh? ¡Esto del petróleo es mejor negocio que la imprenta, Jorgito! ¡Pásame ese puro que esto es para celebrarlo! La temporada podría acabar con 200 muertos en Madrid pagando el precio de la automegalomanía del cabeza de familia Alcántara. Y para la temporada que viene podríamos empezar con Merche (joder Merche) asumiendo la alcaldía de Madrid porque Don Alberto se va a otras labores. Basta ya, no es creíble, diría el jefe de guion, limpio de sustancias. Borrad esa basura y empezad de nuevo. Y se equivocaría de arriba abajo. El ascenso de Antonio Alcántara sí era creíble. Es más, seguiría ascendiendo después de aquello hasta alcanzar el estado máximo al que puede llegar un ordenanza con delirios de grandeza: ser busto.

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Comentarios
  1. Hombre, mezclar la guerra contra Irak y el 11-M con los “negocios con Gadafi” (linchado por los amigos del asesino Aznar) resulta hasta de mal gusto…

  2. De funcionario gris nada de nada, Aznar de joven era un adicto al dinero, coches y puros que forjó sus años de juventud con gomina, bigote y lecturas de Primo de Rivera.

  3. Que Aznar no es de Valladolid, pesaos. Ya tenemos bastante con los que tenemos como para que nos endilguéis a otro

  4. Actualmente su imagen está tan valorada como la del escarabajo de la patata: NO ES NADIE.
    El lo sabe y por eso necesita parlotear con voz sacada del fondo de su culo recalcando hasta tres veces el mismo sentido de una frase estúpida con diferentes palabras para que la mediocridad le tome como líder aunque sea del morapio.
    Pero no es Buster Keaton ni tampoco el genial Charlot, sino una simple y burda imitación del Pato Donald al servicio del crimen de lesa humanidad perpetrado por los tres de las Azores.
    La guerra contra Irak, pueblo que con su sátrapa vivía en paz; no ha terminado aún y es verdad que ya va por mas de un millón de muertos.
    También España te debe la venganza de los islamistas asesinando por tu culpa a cerca de doscientas personas que viajaban en los trenes del atentado de Atocha.
    ¿A qué comunidad internacional te diriges para salvar el culo pidiéndole que ataque a Venezuela? ¿Te crees que el Pepé está en todas partes con sus fiscales?

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