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Anarquismo para gente que no es anarquista
Reseña de 'Somos el 99%' (Capitán Swing), que acaba de publicar el antropólogo David Graeber
Somos el 99% – una historia, una crisis, un movimiento
Editado por Capitán Swing
ISBN:978-84-942879-3-0
PVP: 22 €
En una conocida red social donde sólo se pueden utilizar 140 caracteres por mensaje el antropólogo David Graeber anuncia en su perfil: “Veo el anarquismo como algo que no es una identidad así que no me llameis el antropólogo anarquista”. Capitán Swing acaba de publicar el libro de Graeber Somos el 99%, cuyo título original es The Democracy Project: A History, a Crisis, a Movement. Es relevante tener en cuenta el título en inglés, ya que en realidad el libro profundiza en la historia del concepto y práctica de la democracia más que en la idea del 99%, uno de los “peores esloganes políticos de la historia reciente” según algunos detractores marxistas del autor. Es curioso el uso del 99% en un autor que divide siempre a los activistas en verticales, normalmente marxistas o lo que él denomina liberales (que aquí serían los “progres”) y horizontales, anarquistas o activistas asamblearios.
EEUU posee tradiciones políticas anarquistas que no tienen su correspondencia exacta en España o incluso Europa, como las ideas económicas del teórico Michael Albert, al que el autor recurre en varias ocasiones. Una de ellas son los anarcocapitalistas, que según se aclara en el libro “sólo existen en internet; hasta el momento, no estoy seguro de haber conocido a ninguno en la vida real”. El autor, en cambio, se define políticamente como un anarquista con a mínúscula o “dispuesto a colaborar en coaliciones amplias siempre que funcionen sobre principios horizontales”. 99% da una visión del anarquismo o de tácticas polémicas como el Bloque Negro que jamás suelen reflejarse en los medios, por lo que es una muy buena aproximación a las ideas libertarias junto a otros textos publicados recientemente en España, como por ejemplo Anarquismo: una introducción de Dolors Marín, Anarquismo es movimiento de Tomás Ibáñez o el trabajo que se presenta esta semana en Madrid, El espacio político de la Anarquía de Eduardo Colombo (hay muchos más, en el siglo XXI se ha producido una auténtica explosión editorial anarquista).
Graeber comienza 99% retratando una escena previa al estallido de Occupy Wall Street en la Bolsa de nueva York que recuerda a Sátira de una asamblea del colectivo Wu Ming, una de las parodias más descarnadas que se hicieron del llamado Movimiento Antiglobalización. La comparación no es forzada, ya que de hecho Graeber alude en varios apartados lo que el refleja como Movimiento por la Justicia Global. Hay que recordar que en España hablábamos indistintamente de Movimiento Antiglobalización o Movimiento de Resistencia Global, donde militó el actual líder de Podemos Pablo Iglesias. En 99% el relato evoluciona de un comienzo desesperanzador de las movilizaciones en el 2011 por el fracaso de la primera acampada llamada Bloombergville y las prácticas de los estalinistas y trotskistas de Nueva York (tan exóticos para nosotros como nuestros raperos para ellos) al análisis político y organizativo de por qué funcionó Occupy Wall Street y cómo consiguió extenderse tan rápidamente por todo EEUU.
99% funciona como una caja de herramientas donde se exponen los principios de prácticas activistas ya hegemónicas en los movimientos sociales como la desobediencia civil, la acción directa o el funcionamiento por consenso, mientras en paralelo desmitifica los procesos revolucionarios y recupera argumentos ya expuestos en En deuda, como la necesidad de realizar un jubileo o cancelación global de la deuda. Consciente o incoscientemente sigue a autores como Micha? Kalecki, al resaltar que, aunque pueda parecer paradójico, el capitalismo antepone el control social a su funcionamiento efectivo. Pero lo verdaderamente relevante del libro son las similitudes y diferencias que encontramos tanto del funcionamiento de las acampadas en EEUU como a posterior la evolución política del movimiento. Como anarquista Graeber elude cuidadosamente el proponer cualquier tipo de iniciativa de corte institucional (como por ejemplo, presentarse a unas elecciones) pero sus planteamientos suenan muy familiares: describe un sistema que funciona a base de sobornos, cuestiona la validez actual del eje izquierda-derecha y sentencia que “una revolución de verdad debe funcionar siempre en el nivel del sentido común”.
En los últimos años he escuchado a empresarios ávidos de dinero y que para ellos la justicia social no pasa de su familia, definirse como anarquistas. Creo que, en general, sabemos muy poco lo que significa ser anarquista. Esos empresarios confunden el libertinaje de hacer lo que les conviene a ellos con la justicia social anarquista.
No sé específicamente de quiénes hables, pero cuando menos en los EE.UU. dicha corriente «derechista» se (auto)denomina casi siempre «libertaria» (científicamente se le puede llamar anarco-capitalista, pero este término no es del contexto mediático) mientras que el término anarquista sigue siendo prácticamente exclusivo de la Izquierda europea o americana