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Cinco razones para fascinarse con ‘Magical Girl’
Carlos Vermut es hoy el director mágico del cine español, y su segunda película, una de las mejores noticias que tendrá la cartelera española en esta temporada de otoño
Tras ejecutar una maravillosa y justísima doble carambola en San Sebastián, haciéndose tanto con la Concha de Oro y el premio a mejor director, tras fascinar a Almodóvar (no puede haber mejor embajador, en especial fuera de España, que el manchego) que ha dicho de él que es el debut más importante del cine español en lo que va de siglo, y después de haberse erigido en pope de aquella etiqueta cuestionable de cine low cost, con su ópera prima Diamond Flash, Carlos Vermut es hoy el director mágico del cine español y su segunda película, una de las mejores noticias que tendrá la cartelera española en esta temporada de otoño. Quizás, con tanto ruido –que esta vez sí trae un buen puñado de nueces- usted esté confundido sobre qué hace a Magical Girl, un film tan rotundo y poderoso. Aquí le damos cinco pistas.
1) Cine que no se acaba. Magical Girl tiene esa facultad rara de permanecer en la mente del espectador mucho después de su mero visionado. Carlos Vermut prefiere la elipsis, las puertas cerradas, los agujeros negros en las intenciones de los personajes que dibuja. Todo ello da de sí una película misteriosa y perturbadora, que invita al espectador a seguir en ella, a repensarla y continuar nadando en los círculos dantescos de su universo.
2) Un guión mágico. Dice Carlos Vermut que piensa en sus películas a partir de un dibujo –no en balde viene del cómic- y que ésta sería un círculo. También podríamos contemplar el universo Magical Girl como un rompecabezas –imagen que se hará explícita a medio metraje: un puzle al que le falta una pieza y que quizás sea el espectador el que deba completarlo. De cualquier modo, se trata de un mundo que encierra el encuentro y posteriores extorsiones y chantajes que intercambian los personajes protagonistas, todos tocados por una obsesión: un hombre en paro que quiere comprarle a su hija enferma de leucemia un vestido de Magical Girl, una mujer perturbada que vive bajo el signo de la cicatriz y un maestro recién salido de la cárcel que vive obsesionado por una niña que conoció hace años. Un trío trágico que se mueve en la desesperada lucha entre razón e instinto.
3) Mezcla genérica. Magical Girl es muchas películas. Desde un cuento infantil, el de una niña con leucemia que desea un vestido de Magical Girl, punto de partida del film que sirve de McGuffin y que otorga una inocencia que será subvertida a lo largo del metraje; a un film noir, con alta carga dramática y apuntalado con fatalidad, chantajismo, misterio hondo y angustia. Todo ello con esbozos de comedia negra y realismo social, y con una puesta en escena minimalista y sobria, precisa y poderosa.
4) Cine político. Hay muchos modos de hacer cine que hable sobre el momento presente y la manera en que Vermut nos habla de la España contemporánea es fascinante. La trama y los personajes de Magical Girl nacen de una España en crisis, desesperada y cruel y movida por el dinero, sea por su ausencia o por las formas inquietantes y atroces de tener acceso a él. La desesperación del personaje interpretado por Luis Bermejo –ese profesor en paro forzado y la sugerencia de una clase poderosa que no vemos y que vive entregada a la violencia física y moral son formas mucho más contundentes que acercamientos más directos a nuestra realidad social. Impagable el papel que juega la Constitución Española en la trama.
5) Intérpretes mágicos. Barbara Lennie, José Sacristán y Luis Bermejo. Poco más hay que decir. Precisos y sobrecogedores.