Los socios/as escriben
La Tuerka (2): el arma política de una guerrilla televisiva
Segunda entrega de análisis sobre el programa televisivo que dio a conocer mediáticamente a Pablo Iglesias
El primer artículo de esta serie concluía con términos como «enemigo» o «armas». No es casual. El programa de tertulia política La Tuerka siempre se ha caracterizado por querer confrontar con otras ideologías y con otros medios de comunicación. Esto es especialmente explícito en las dos primeras temporadas (noviembre de 2010 – junio de 2012), las que se realizaron en Tele K, la televisión comunitaria del barrio de Vallecas. Durante esa época era frecuente la utilización de un cierto lenguaje de enfrentamiento o incluso bélico para mostrar la visión que tiene el programa de lo que significan la comunicación y la política: un conflicto ideológico por la definición de la realidad.
Un ejemplo evidente de la existencia de este conflicto, de la utilización política de una herramienta como La Tuerka y del empleo de una retórica de enfrentamiento fueron los programas que se dedicaron a la huelga general del 29 de marzo de 2012. Varias semanas antes, en el programa del 1 de marzo, el entonces presentador Pablo Iglesias ya anticipaba el papel que iban a desempeñar durante la jornada de huelga: «Organizaremos brigadas de reporteros que irán empotrados en los piquetes a nivel estatal y organizaremos una jornada de debate maratoniana aquí. La Tuerka será de alguna manera esa televisión en la que se pueda ver lo que en otras televisiones no se puede ver». De forma similar en el programa de la semana anterior al día de la huelga el presentador deja bien claro que «un medio de comunicación es un arma política y nosotros la queremos usar en esta huelga». Ya en el programa del mismo día de la huelga se suceden manifestaciones similares como «La Tuerka no trabaja, pero sí milita» o «Una huelga es una guerra y a una guerra a nosotros nos gustaba ir con nuestras mejores armas: esta televisión, la comunicación, este programa». En ese mismo programa el símil bélico le sirve al presentador para dar su visión de la función de los medios de comunicación en una huelga:
Cada vez que los de abajo se movilizan los de arriba preparan un ejército de piquetes informativos en forma de televisiones, en forma de periódicos, en forma de radios, y todos prestos a defender los intereses de sus amos, los intereses de los que les pagan. Nosotros no somos un ejército, solamente somos una guerrilla en el mejor de los casos, pero no íbamos a dejar nuestros kalashnikovs en casa.
En ese programa hay un comentario fugaz que es muy clarificador de las intenciones de La Tuerka. Íñigo Errejón, por entonces tertuliano habitual y actualmente una de las caras más visibles de Podemos, hablando de la importancia del relato posterior de un acontecimiento recuerda que «a partir de esta noche empieza la guerra por la interpretación de qué ha pasado en esta huelga», a lo que Pablo Iglesias responde que es algo «crucial» y que por eso «estamos aquí nosotros ahora».
La utilización de lenguaje bélico o militar es algo frecuente en el ámbito de la política en general y en la comunicación política en concreto. De hecho, es habitual hablar de «enemigos», «aliados», «armas», «guerras» o «batallas» ante cualquier escenario de la vida en el que se dé un conflicto. En ese sentido no es casual que el verbo «militar» signifique, según el Diccionario de la lengua española, tanto «servir en la guerra» como «figurar en un partido o en una colectividad». Pero no solo se puede militar en un partido o en un sindicato, o en el caso de los miembros del equipo de La Tuerka haciendo política a través de la comunicación. Actualmente la militancia más importante se realiza en esas colectividades imaginarias que construyen los medios de comunicación, que son los que determinan nuestra forma de pensar y/o los que ratifican lo que ya pensamos. Así lo cree Pablo Iglesias, según sus palabras en una entrevista para ATTAC TV:
La gente cree que se milita en los partidos o en los colectivos políticos y no es verdad, la gente milita en los medios de comunicación. La gente con cierto compromiso, con cierto interés político, asume como referencia un medio, es decir, la gente es de La Razón, es de El País, es de la Cadena SER, es de la COPE o es de Intereconomía. Mucho más que de los partidos, porque al fin y al cabo son los medios los que construyen los discursos.