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Virginia Woolf, John B. S. Haldane y A.R.P.
La escritora Virginia Wolf y el biólogo John B. S. Haldane escribieron sobre las Precauciones en los Bombardeos Aéreos, que ambos sufrieron en carne propia
Va a ser difícil guardar memoria fiel de estos tiempos abyectos, tal es la cantidad de iniquidades que se suceden.
No sé si tan difícil como está siendo rescatar la memoria de todos aquellos que en el momento en el que la vida del pueblo español se vio amenazada por la intervención del Fascio internacional, apoyando a las tropas de los insurrectos, decidieron intervenir en apoyo de la democracia.
Personajes dispares convergieron en esta lucha. Entre ellos la escritora Virginia Wolf y el biólogo John B. S. Haldane.
Woolf está considerada por muchos como una de las grandes innovadoras de la escritura literaria del siglo XX. Mantuvo un interés activo por los problemas sociales de su tiempo y cultivó cierta inquietud por cuestiones científicas, en especial aquellas relacionadas con la astronomía. Los desarrollos en esta disciplina le servían como elemento de reflexión sobre el descentramiento de la imagen humana, que había empezado con Galileo, seguido con Darwin y adquiría dimensiones difíciles de anticipar, con el desarrollo del potencial observacional de la astronomía a principios del siglo XX.
Haldane ha sido uno de los biólogos más brillantes del siglo XX. El cambio de siglo coincidió con el redescubrimiento del trabajo del monje austríaco Gregor Mendel, que sentaba las bases de la herencia, tal y como ahora la entendemos. La mutación se consideró durante cierto número de años como el factor principal de la evolución de las especies y la teoría de la selección natural de Charles Darwin como algo prescindible. Fue el mérito de Haldane, junto con el inglés Ronald Fisher y el americano Sewall Wright, el desarrollo de una teoría matemática que unificaba herencia y selección natural para dar una explicación material de la evolución de los organismos.
Haldane fue también un excelente comunicador científico, con ensayos cortos pero incisivos, que informaban adecuadamente a un público no especialista, y no despreció el activismo social, por causas que consideraba justas, ya fueran las condiciones de trabajo de los mineros británicos o la lucha por la democracia en España.
Se puede establecer un nexo un poco arbitrario entre Woolf y Haldane a través del acrónimo A. R. P., en inglés Air Raid Precautions, o Precauciones en los Bombardeos Aéreos. Un asunto que preocupó a los dos, pues lo sufrieron en carne propia, y sobre ello escribieron ambos. En un corto ensayo publicado después de su muerte, titulado Thoughts on Peace in an Air Raid (Pensamientos sobre la Paz en un Bombardeo Aéreo), Woolf reflexiona sobre el terror de estar en la oscuridad esperando la irrupción de una bomba –situación reservada a las mujeres- y el de estar encerrado en una cabina de avión, evitando ser alcanzado por el enemigo –reservado a los hombres. Y se hace eco de la opinión de Lady Astor, quien criticaba la marginación de la mujer en la defensa ‘… por un oscuro Hitlerismo en el corazón de los hombres’. No sé en qué medida, algunas de las reflexiones que Woolf desarrolla en este ensayo recogen el dolor que le supuso la muerte de su sobrino, Julian H. Bell. Fue alcanzado por fragmentos de bombas en la batalla de Brunete, en 1937, mientras conducía una ambulancia en el lado republicano.
Haldane escribió más sobre los bombardeos aéreos. Tiene un tratado de una 300 páginas, titulado así, A.R.P., publicado en 1938, en el que incluye estudios sobre los bombardeos nazis en España, país que visitó en tres ocasiones para asesorar al gobierno republicano sobre gases tóxicos –en lo que era un experto-, y sobre la protección de los ciudadanos de los bombardeos aéreos –en lo que lo era más-. El tratado de Haldane, que estudiaba con detalle los bombardeos de Guernica, estaba destinado al gobierno inglés, para organizar medidas y estrategias ciudadanas que minimizaran las pérdidas humanas con los bombardeos que se anticipaba que Londres y quizás otras grandes ciudades inglesas iban a sufrir en cuanto se desencadenara la gran guerra que todos veían llegar. Estas son algunas de las palabras que escribió Haldane de su experiencia en España: «…he visto niños pequeños despedazados delante de los ojos de sus madres. He visto mujeres aplastadas en sus propias casas por la explosión de bombas extranjeras importadas por el ‘patriota’ Franco. He visto que esto ha ocurrido a muchas millas de los campos de batalla e incluso, de donde se fabrican las municiones”.
En el mundo que se nos viene, donde la ubicuidad de los drones es fácilmente anticipable con destinos no siempre altruistas, sería bueno reeditar el libro de Haldane e incorporarle el ensayo de Woolf. Hay demasiadas mentes perversas, como para permitirnos el lujo de olvidar a estos maestros de la sensibilidad y la autoprotección social.
(Gracias a X. Cantera y L. Vaticón por sus sugerencias)