Opinión
Una metáfora llamada Pedro Zerolo
El autor considera que hay que replantearse el concepto de 'victoria' y, por tanto, el de 'lucha'.
Quizá sea el momento de replantarse el concepto de ‘victoria’ y, por tanto, el concepto de ‘lucha’. Pedro Zerolo padece cáncer. El pronóstico es jodido y él lo sabe. El otro día en una entrevista en la SER vino a decir que cada día, para él, es una victoria. Porque Pedro ya ha vencido. Su ‘victoria final’, ese ideal tan querido por la gente comprometida y luchadora, es la forma en la que Zerolo entiende la enfermedad (que también ha sido siempre su forma de entender la vida). De él se pueden extraer muchas lecciones, pero en especial una valiosísima para los tiempos de desafección y desánimo que vivimos: no tenemos otra opción, por dignidad y compromiso, que luchar día a día, pese al pronóstico que se cierne sobre la sociedad. Pese a que sepamos que el pronóstico es jodido.
Ante un futuro sombrío caben dos posturas. Uno puede recluirse en el ideal del victimismo y la pureza, esa torre de marfil tan querida por aquéllos que carecen de la valentía suficiente para arriesgarse y mancharse las manos. Hay una buena porción de ciudadanos todavía encaramados a ese solipsismo dogmático de la pureza y la perfección, del todo o nada. Hay demasiados ‘amantes del todo’ y como saben que el todo es inalcanzable, abogan por la nada: el nihilismo, la pasividad, la resignación… Tienen todavía en mente el antiguo concepto de ‘victoria final’.
Pedro, en cambio, representa la otra opción: lucha día a día, golpe a golpe, verso a verso, en ese poema que es la construcción inacabable de una sociedad mejor. Porque hacerse cargo de uno mismo puede servir para mejorar lo colectivo. Es lo que ocurre cuando alguien es un referente, y Pedro lo es. Y lo es tanto más porque sabe que, cuando uno construye, inevitablemente se mancha. Y Pedro se mancha sin miedo.
El otro día deslizó un pálpito preocupante: ¿qué elementos de referencia tiene a su alcance alguien joven que quiera construirse a sí mismo como una persona comprometida con lo colectivo, solidaria y luchadora? Cada vez menos. Los valiosísimos referentes de la lucha del ser humano por la emancipación han quedado sepultados por la maquinaria del capitalismo salvaje y por el egoísmo (estos días representado en forma de tarjeta de crédito sin límite de gasto). Pedro, con razón, pide que, entre otros referentes, miremos al feminismo, porque la lucha de la mujer sigue siendo un ejemplo de generosidad: una enmienda a la totalidad del egoísmo y del individualismo mal entendidos.
Requiere un enorme esfuerzo de madurez darse cuenta de que la libertad, la igualdad y la fraternidad consisten en luchar por la libertad, la igualdad y la fraternidad. El pronóstico es jodido, vale, porque los ideales son inalcanzables, pero que no se puedan alcanzar no quiere decir que cada cual, y la sociedad en conjunto, no se pueda aproximar cada vez más a ellos. Y entonces surge una nueva forma de pureza y de perfección: la de los que con generosidad se exponen, luchan y cometen errores, y aprenden de los errores y siguen luchando, manchándose las manos, aprendiendo de nuevos errores que son errares en pos de un ideal inalcanzable, pero irrenunciable.
Éstas son la pureza y la perfección de Pedro Zerolo, una metáfora poética (y por tanto política) de aquello que nos salva. Porque la victoria no es necesariamente ganar, sino no dejar nunca de luchar. Es la lucha lo que nos salva. Por eso Pedro ya está salvado. Y nosotros también, si nos fijamos en él.
Magnífico, Pedro.
Gandhi: decía «la alegria está en la lucha y en el esfuerzo que requiere y no en la victoria misma».
Cuánta verdad en esa encrucijada que muchos hemos tenido que enfrentar en algún momento, entre quedarnos jodidos y salir adelante. La metáfora a la que le debo la vida.