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Amparo Sánchez: “Hay que empezar por el amor a una misma”
La compositora, ex líder de Amparanoia, revela en ‘La niña y el lobo. Vivir para contarlo, una historia de violencia machista y superación’, los malos tratos que sufrió siendo adolescente
Amparo Sánchez (Alcalá la real, Jaén, 1969) apareció en la escena musical española en 1996 con Amparanoia, pionera en la música de fusión. Desde entonces ha actuado en innumerables conciertos, ahora ya en solitario, y ha sido la protagonista de incontables entrevistas, en España y en extranjero. Pero hay una parte de su historia que siempre se había mantenido oculta al público, incluso a algunas de las personas más cercanas a ella, y que ahora se ha decidido a contar. Los malos tratos de los que fue víctima siendo adolescente por parte de su pareja, padre de su hijo.
La niña y el lobo. Vivir para contarlo, una historia de violencia machista y superación (Ediciones Lupercalia) está escrito a modo de diario con los sucesos que Amparo rescató de su memoria, algunos de ellos enterrados en lo más profundo. “Sólo si puedo ayudar a una sola mujer en esa situación, romper mi silencio habrá valido la pena”, escribe en el epílogo. La compositora recibe a La Marea en el Espacio Cultural Francesca Bonnemaison de Barcelona, minutos antes de presentar allí un libro que confiesa que le costó escribir pero que supuso una terapia. Habla con serenidad, como si el dolor hubiera cicatrizado y quedase ahora como recuerdo para ayudar a otras personas a superarlo.
Hace falta valentía…
Quería hablarles a mujeres que estén en esa situación que yo sufrí hace unos años y contarles que es posible salir. Eso es lo principal. Pero también visibilizar y fomentar el debate sobre tema importante y del cual debemos de buscar la salida para acabar de una vez por todas con la violencia de género. Concienciar a la ciudadanía de que está a veces más cerca de lo que imaginamos.
Cuentas por eso una experiencia de superación, que puede ofrecer herramientas y servir de ejemplo para salir de esa situación.
Cada caso es único, y dar consejos es muy difícil. Lo que sí quiero transmitirle a esas mujeres es que hay que empezar por el amor a una misma, por hacerte creer la verdad, que es que tú no mereces esto, que tú no tienes la culpa de lo que está pasando, quitarte la vergüenza, vencer el miedo, y por supuesto contarlo y pedir ayuda a profesionales, a tu círculo cercano.
¿Ese sentimiento de culpa es uno de los principales impedimentos para escapar de la violencia machista?
Sí, claro, te sientes culpable, sientes que mereces esto porque es lo que te hace creer tu agresor, que realmente todo esto te pasa por tu culpa. Debes aceptar y asumir que tú no tienes la culpa, sino que son unos patrones machistas que ese hombre tiene en su cabeza lo que hace que sienta que te tiene que controlar, que tiene que enseñarte, que tiene que educarte… Es ponerte en el otro lado, de por qué esta persona piensa así. Y saber que ‘yo no merezco esta relación, yo quiero una relación de amor, de respeto, de igualdad…’ Eso es lo fundamental.
Hay una frase en el libro, cuando describes tu primer encuentro con él, en la que escribes: “Seguía mi recorrido como un lobo sigue a su presa”. ¿Marca lo que sucederá después?
El lobo no es sólo el personaje masculino de la historia. El lobo es la culpa, el silencio, tus propios miedos que tienes que combatir. En el título, el lobo viene a representar toda esta parte oscura que tienes que conseguir anular, y buscar la luz. La niña, por otro lado, es la niña que siempre somos, porque aunque nos convirtamos en mujeres, y luego en ancianas, esa niña interior está siempre contigo. Es la inexperiencia y la confianza ciega. Para mí ha sido importante escribir este libro y dirigirme a esa niña que pasó esa situación. Incluso abrazarla y consolarla. Y decirle que ya pasó.
En aquellos momentos, en que como dices eras una niña, con 15 años, ¿Lo hablaste con alguien? ¿Encontraste apoyo?
Lo mantuve en secreto y en silencio. Cuando me atreví a contarlo tampoco di detalles, como hice posteriormente cuando pasó el tiempo. Realmente empecé a contarlo cuando estaba dando ya los primeros pasos para salir de esa situación.
Y ahora, el hecho de volver a recordar toda la historia y rescatar de aquél cajón cosas que quedaron guardadas, ¿qué ha supuesto para ti?
Escribir el libro fue una terapia, lloré mucho, también me hizo sentir mucha ternura por algunos de los personajes que ya no están, como mi abuela, mi padre… Y lloré mucho por esa niña, que estaban llegándole tantas cosas, como ser madre tan joven, como estar en una relación donde hubo violencia desde el principio pero que se convirtió en violencia de género más tarde… No fue fácil. Pero siempre me guiaba ese objetivo de pensar que esto puede ayudar a otras mujeres, que mi testimonio puede dar fuerza a otra.
Ahora que el libro ya lleva un mes en las librerías, ¿ha habido gente que se haya dirigido a ti para decirte que, efectivamente, le ha servido de ayuda?
Me han llegado mensajes de mujeres que lo habían leído ya, otras que aunque no se lo habían leído, solamente saber que yo había hablado de este tema, les daba fuerza para afrontar su situación, o que estaban en esa situación, o que habían pasado por ahí, y no lo hablaban. Que entendían que en todos estos años no hubiera sacado a relucir este tema en las miles de entrevistas que me han hecho. Creo que hasta que no he estado preparada no he podido compartirlo. Han llegado algunas mujeres a abrazarme y a darme las gracias por visibilizar y por contar la historia de muchas otras mujeres.
Comentaste en alguna entrevista, antes de que saliera el libro, que tenías una cierta inquietud porque personas muy cercanas a ti iban a conocer esa parte de tu historia que no conocían…
Sí, me preocupaba no hacer daño a gente que me quiere mucho y que no saben que pasé por ahí entonces, o que aunque yo les haya contado algo no lo saben con los detalles que aparecen ahora en el libro. A todas las personas que me quieren, les he dicho ‘pensad, cuando estéis leyendo el libro, que hay un final feliz’, y que era necesario soltar esta experiencia, y compartirla. Y mi madre, que era por quien más me dolía, porque nunca supo, o si supo no lo quiso mirar, resulta que ahora tiene una degeneración de la memoria, y tampoco se entera mucho de lo que pasa… Parece ser que el libro llega en el momento justo para la madurez de mis sobrinos, de primos, de todo lo que es mi entorno, y creo que están preparados para leer esta historia.
¿El hecho de que el padre de tu hijo ya no esté, ha facilitado las cosas?
No, yo empecé a escribir el libro hará unos tres años y medio, la idea de editarlo ya estaba, falleció lamentablemente hace un año, nadie lo esperábamos, porque no era una persona tan mayor, pero nunca sentí ni que tuviera que pedirle permiso ni contarle… Yo estaba contando cómo yo viví mi historia, y eso es lo que está en el libro, un ejercicio de sinceridad y de memoria selectiva, de las cosas que recuerdo, y que podían servir. Cuando lo tuve terminado lo dejé un tiempo reposar, se lo pasé a mi hijo, protagonista también de esta historia, y a mi hermana mayor, que pensé que eran las dos personas que tenían que leerlo primero. Los dos me dijeron que era un libro duro pero que era necesario.
¿Qué papel jugó la música en ese final feliz?
Sin duda ha sido una tabla de salvación, porque poder vivir de la música, expresarme a través de la música, era mi sueño, y lo he conseguido. Esto también me parece importante, como un caso de superación.
En los años en que fuiste víctima de esa violencia, los ochenta, no existían las estructuras de prevención y de atención que existen ahora, ¿pero es suficiente? ¿Han cambiado lo suficiente los patrones machistas que la provocan?
Es un tema que desde luego falta mucho aún por visibilizar. Lo que estoy viendo en esta última semana es que es un tema incómodo, pero es necesario hablar de él, presionar a nuestros representantes políticos para que sea una prioridad. Y en el caso del asesinato, que es el final de ese ciclo de violencia, en lo que llevamos de año ya sabemos que es alarmante y una tragedia. Y desde luego no quiero que las niñas que ahora mismo son bebés tengan que sufrir la violencia de género. Algo también muy alarmante es que hay un repunte en los adolescentes, en el acoso en las redes, con los teléfonos móviles, el control en los adolescentes, que es un síntoma bastante fuerte de lo que es la violencia contra la mujer. Aunque estamos en el camino, necesitamos más recursos, que se invierta más en esta lucha.