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Las dificultades para financiar la puesta en escena de “Yo maté a mi hija”
La escritora Carmen Domingo explica sus dificultades para financiar la puesta en escena de su novela "Yo maté a mi hija", donde se recoge la historia de Hildegart
CARMEN DOMINGO // Hasta que una no está metida de pleno, como es mi caso, en el mundo de la cultura, no se da cuenta de lo difícil y complicado que es todo si quiere llegar a alguna parte con su texto y no cuenta con un respaldo económico. ¿Subvenciones? ¿Ayudas? ¿Mecenas? ¿Espectadores? ¿Teatros? Incluso aquellos a los que se les llena la boca en defensa de la cultura a veces cruzan de acera cuando les pides que te echen un cable con un proyecto. Sin embargo, allá esas penas, claro está que no podemos dejarnos llevar por el desencanto. ¿Qué sería si no de nosotros? Así pues, ¿qué hacer con la adaptación teatral de Yo maté a mi hija, un texto en el que llevamos más de un año trabajando y en el que confiamos? La respuesta está clara: estrenarlo. ¿Pero cómo? Llega entonces a nosotros la palabra crowdfunding. Esa palabra mágica que en general ni sabemos pronunciar, pero cuyo significado tenemos todos muy claro. ¡Si el mundo está en contra, nosotros nos asociaremos junto a otros soñadores y conseguiremos llevar a los escenarios un proyecto en el que creemos!
Y así lo hicimos.
Montamos una asociación cultural, La descomunal, conseguimos involucrar a un plantel de artistas de primera y formamos un equipo inmejorable para presentar un proyecto con producción propia. ¿Qué teníamos? Estaba claro, una historia increíble: Aurora Rodríguez Carballeira, el 9 de junio de 1933, mató a su hija Hildegart de cuatro disparos. ¿Qué lleva a una madre a matar a su hija? ¿Podemos llegar a entenderla? ¿Puede el amor ser el que te lleve a cometer un crimen y justificarlo? Pero no sólo eso, sucedió en 1933 momento histórico en el que España estaba viviendo muchas situaciones parecidas a las que nos suceden en estos momentos: monarquía, república, federalismos, nacionalismos, derechos de la mujer… Han pasado casi 100 años y en realidad no ha cambiado tanto la situación. Aurora, Esteban -el periodista que va a visitarla a la cárcel para que le explique su horrible acto- y la propia Hildegart nos hacen reflexionar sobre el tema.
Así pues… ¿Que las ayudas a la cultura han disminuido (habría que matizar en qué sectores y para qué lenguas, dicho sea de paso), que el IVA está siendo un lastre para las compañías, que levantar un proyecto aún con todo en la mano es un camino lleno de obstáculos y burocracia, y que el sector malvive como puede?, nada de eso era una novedad.
De sobras sabemos que vivimos en un país en el que se castiga querer vivir de la cultura, no es una novedad.
Por eso las compañías buscan recursos al margen de lo público y se ayudan de las plataformas de crowdfunding, que, al fin, están haciendo la labor que no hacen nuestros propios gobiernos.