La Uni en la Calle

La medición en la psicología, o la búsqueda del unicornio

El ser humano necesita obtener información confiable sobre las situaciones en que se encuentra

El ser humano necesita obtener información confiable sobre las situaciones en que se encuentra, para buscar patrones de invariabilidad a partir de los cuales elaborar predicciones sobre el futuro, de manera que pueda sobrevivir y situarse ventajosamente en la realidad. Su ineludible referente empírico y su metodología lógico-formal hacen de la ciencia una estrategia privilegiada al efecto. La herramienta primaria de que se sirve la ciencia para la recogida de información es la medición. Tradicionalmente, se denomina así al proceso llevado a cabo por un observador para estimar la magnitud de cada manifestación de un atributo cuantitativo. Un atributo cuantitativo es una propiedad, característica o relación referida a un aspecto de la realidad que se puede manifestar de formas diferentes, y que presenta una estructura cuantitativa: simplificando, entre sus manifestaciones se dan naturalmente relaciones de orden débil (equivalencia y orden estricto) y actividad. Se denomina magnitud a la expresión de la comparación entre una manifestación cualquiera de un atributo cuantitativo y otra manifestación del mismo que, por algún motivo (más o menos convencional), es tomada como unidad de referencia (de medida); cada una de estas comparaciones se expresa en términos de un número real. En resumen, medir es asignar a toda manifestación de un atributo cuantitativo un número real que exprese su magnitud. Eso sí, en la práctica, toda medición es inherentemente imprecisa (como toda acción humana).

Desde los orígenes históricos, hacia mediados del S. XIX, la psicología ha tenido la pretensión de ser una ciencia, y, por tanto, sus procedimientos de obtención de información relevante se han considerado procedimientos de medición. No obstante, ante la controversia generada por un informe publicado en 1940 por una sociedad científica tenida entonces por garante de la ciencia, la psicología ha adoptado una concepción distinta: la medición como representación. Se conoce como sistema empírico (SE) al conjunto de las manifestaciones de un atributo y de la totalidad de las relaciones (lógicas o empíricas) que se dan entre ellas, que son su estructura. Medir es construir una escala que ofrezca una representación numérica del SE, es decir, una correspondencia que asocie a cada manifestación del atributo un elemento de un conjunto numérico con una estructura equivalente (un sistema numérico, SN), de manera que la estructura del SE quede representada (reflejada) por la estructura del SN. Evidentemente, incluso esta concepción más laxa de la medición se sustenta en la existencia natural de una estructura equivalente en el atributo y en el conjunto numérico de sus medidas. En esta línea propone Stevens su famosa tipología de escalas de medida: escalas de intervalo y de razón constituyen representaciones numéricas de estructuras cuantitativas, y por tanto medidas en el sentido tradicional, mientras que escalas nominales y ordinales representan estructuras más simples

En los desarrollos de la psicología desde la segunda mitad del S. XX, se ha seguido (implícitamente) esta dirección, pero insertando (también implícitamente) la idea de que la mayor parte de los atributos de interés son mensurables por medio de números reales. Siendo coherentes, esto significa asumir que su estructura ha de ser y es cuantitativa, lo cual no ha sido comprobado en prácticamente ningún caso conocido hasta la fecha, como resalta Joel Michell a lo largo de toda su carrera. Es más, en muchas fuentes clásicas reputadas (p.e., Stevens, en 1946, o Lord & Novick, en 1968), ya se señala que el tipo de estructura presumible en la mayoría de los atributos psicológicos considerados es, a lo sumo, de orden débil (relaciones de equivalencia y de orden entre las manifestaciones). Desde luego, esto implica que no sería lícito utilizar ni las operaciones matemáticas habituales (suma, producto…) con los numerales (símbolos numéricos, que no números) asociados mediante los procesos de medición. Y es que ser cuantitativo no es cuestión de elección o voluntad, sino de naturaleza (o al menos del nivel de resolución al que el observador es capaz de aproximarse al atributo). En otras (y breves) palabras: la psicología cuantitativa, orgullo y bastión de nuestro mundo, no es en general mucho más que un desideratum, una petición de principio.

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Miguel A. Mateo García es Doctor en Psicología por la UCM. Imparto docencia en materias del área de Metodología de las Cc. del Comportamiento desde 1983 (en la Facultad de Psicología de la UCM desde 1988). He investigado sobre evaluación de la calidad de la enseñanza universitaria, sobre el objeto de la Psicología entendido como sistema dinámico, y sobre la medición en la psicología. Me interesa todo lo que tenga relación con la metodología utilizada en la Psicología (y “nada humano me es ajeno”).

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