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Clamor mundial para salvar al planeta del cambio climático

Grito de alarma dirigido a la cumbre en la ONU para un acuerdo global sobre emisiones. Sin pasos audaces para frenar el calentamiento los daños serán irreversibles, señalan los científicos

DAVID BROOKS|NUEVA YORK // De repente, decenas de miles de participantes en lo que los organizadores declararon la marcha sobre cambio climático más grande de la historia cesaron sus consignas, dejaron de golpear sus tambores, levantaron los brazos y guardaron dos minutos de silencio, dedicados a las décadas de inacción de las cúpulas políticas y económicas, silencio que fue seguido de una ola de dos minutos de ruido que inundó el centro de esta ciudad, enviando así una señal de alarma y un grito para exigir «justicia climática».

La marcha y acciones paralelas –2.700 actos en 161 países, según organizadores– fueron convocadas justo para enviar un mensaje desde la calles a los gobiernos que están citados para realizar una cumbre sobre el cambio climático en la Organizaciones de Naciones Unidas este martes, cuyo propósito es establecer un marco para un acuerdo global sobre emisiones el año entrante. La movilización exigió compromisos inmediatos para contrarrestar una crisis que afecta a todos y ante la advertencia de los científicos de que el cambio climático ya afecta a todos los continentes y mares del planeta y que está al borde de causar «daños irreversibles» si no se dan pasos audaces para frenar el calentamiento del planeta (junio, julio y agosto fueron los meses más calientes jamás registrados).

Diversidad de sectores se movilizaron en NY

La marcha en Nueva York –a diferencia de muchas otras acciones ambientalistas– reflejó el hecho de que la crisis climática afecta a todos, al manifestarse una diversidad sin precedente de participantes; unos 300.000 según los organizadores. Marcharon juntos ambientalistas y agrupaciones de inmigrantes de América Latina, el Caribe, Asia y África –muchos de los cuales libran luchas ambientales en sus países– al lado de indígenas estadounidenses, estudiantes y académicos, científicos, cocineros y granjeros. Una amplia representación de sindicalistas (de servicios, transportistas, sector automotriz, salud) marcharon a la par que una coalición de trabajadoras domésticas, de maestros y médicos todos a un mismo coro: «la crisis climática es una crisis de salud», monjas y bailarinas en bikini y organizaciones comunitarias de todo tipo, además de delegaciones internacionales de representantes de movimientos indígenas y ambientalistas en México y otras partes de América Latina.

«No estés jodiendo a la Madre [tierra]». «Pon fin al capitalismo antes de que nos ponga fin a nosotros». “No al fracking”. «Deja de chingar a tu Madre». «El agua vale más que el oro». «Más futuro, menos capitalismo». «1%, quita tus manos de nuestro futuro», expresaban las mantas y pancartas tan variadas como los participantes, incluso una de un contingente de Nueva Orleans que decía: «el mar se está levantando, y también nosotros» y otra con una imagen de un oso panda que pedía: «salven a los humanos», mientras recorrían las avenidas del centro, acompañadas de consignas como «Exxon, Mobil, Goldman Sachs/Quítenme su crisis de la espalda».

Una joven llevaba un cartel en que se leía: «somos la primera generación que siente los impactos del cambio climático y somos la última generación que puede hacer algo al respecto».

Un arca de Noe avanzó entre representaciones del mundo en mantas y globos, decenas de gaviotas, títeres, que pasaban desde la punta de Central Park para bajar por la Sexta Avenida a Times Square, y finalmente a una fiesta callejera en la Avenida 11. Más de 500 autobuses transportaron participantes de varias partes del país, junto con unos 200 que llegaron por el «tren del cambio climático» desde California.

A la vez, varias figuras reconocidas, entre ellos el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon; el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio; el ex vicepresidente, Al Gore, y los actores Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo figuraron entre los manifestantes.

La Rude Mechanical Orchestra, entre otras bandas, ayudó a marcar el paso con su magnífica sección de metales y percusión, mezclando canciones populares con himnos rebeldes y provocando brotes de baile en la calle.

Muchos expresaban que ahora se verá si esta ola de ruido colectivo se escucha en los pasillos del poder, o si éstos tendrán que ser inundados por los pueblos antes de que se logre salvar al planeta.

[Artículo publicado en La Jornada]

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