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Proceso soberanista (10): ¿Qué escenarios se abren ahora?

A la espera de que Mas convoque la consulta y llegue el recurso del Gobierno, presionar al Govern para desobedecer la prohibición no es una opción confortable para la base independentista

El número de septiembre de La Marea apuesta por analizar el proceso que vive Cataluña sin caer en la guerra de trincheras desde la cual suele abordarse. Publicamos los distintos bloques que forman parte del dossier, que aborda el proceso soberanista catalán desde diversos ángulos con el objetivo de ofrecer las máximas herramientas posibles al lector para comprenderlo.

Ante el anunciado veto a la celebración de la consulta, comienza a sonar cada vez con más fuerza la alternativa de las elecciones plebiscitarias. Un escenario que sin duda supondría una decepción ciudadana y que afectaría principalmente a las fuerzas políticas que se han comprometido con el referéndum. De momento, todas ellas evitan dar detalles sobre un presunto “plan B”. Òmnium Cultural y la ANC tampoco contemplan que no se pregunte a la ciudadanía catalana. Sin embargo, la presidenta de esta última entidad, Carme Forcadell, dijo públicamente en agosto que, en caso de que se planteen unas elecciones plebiscitarias, éstas deberían celebrarse “lo antes posible”.

A la espera de que se publique la ley de consultas aprobada el viernes y de que el president de la Generalitat, Artur Mas, firme el decreto de convocatoria, sólo la CUP mantiene la llamada a desobedecer al TC si el Alto Tribunal tumba la consulta. La formación de la izquierda independentista se quedó sola en la votación de la propuesta que presentaron el pasado jueves en el Parlament instando a la desobediencia, mientras que  ERC i ICV-EUiA se abstuvieron y CiU votó en contra, junto a Ciutadans y el PP. El presidente de ERC, Oriol Junqueras, había defendido la desobediencia civil en una entrevista con Catalunya Ràdio a principios de septiembre, si bien su número dos, Marta Rovira, matizó este sábado que prefieren evitar la palabra desobediencia, pues “puede ser impactante más o menos para algunas personas”.

Asimismo, no se descarta que, como apuntaba el diputado de la CUP David Fernández en una entrevista en Ara TV, la «cultura del pacto» se imponga, y se acabe consensuando una tercera vía, que podría pasar por una reforma del Estado español en sentido federal que satisficiera, al menos parcialmente, las aspiraciones catalanas. Si bien esta opción, que ha vivido en los últimos meses algunas de sus horas más bajas, parece difícil que se apoye desde el bloque soberanista. “De repente, salen federalistas por todas partes”, han ironizado numerosos columnistas en las tertulias políticas. Este tipo de propuestas ha sido interpretado como un intento desesperado de evitar la ruptura. Desde Madrid apenas sí ha habido movimientos al respecto, excepto algunas declaraciones de principios por parte de PSOE e IU, y la presentación de varios manifiestos firmados por distintos grupos de intelectuales que han tenido escasa repercusión.

Presionar al Govern para desobedecer la prohibición no es una opción confortable para la base independentista. Votar como un acto de visibilización sólo tendría un valor simbólico y muchos consideran que esa fase está superada. Las consultas ciudadanas de 2009 y 2010 ya fueron un éxito. Para Jaume Marfany, vicepresidente de la ANC, no es cuestión de repetirlas. En este sentido, existe cierto consenso en torno a la idea de que avanzar en estos momentos requiere que las instituciones catalanas lideren el proceso. Por su parte, el CATN ha desaconsejado completamente convocar la consulta en condiciones de ilegalidad.

Peligro de división entre el independentismo

Según Sandra Ezquerra, doctora en Sociología y miembro de la plataforma Procés Constituent, el carácter de la base soberanista, “transversal y festivo”, hace improbable que reclame el referéndum si se prohíbe la convocatoria. Además, la red independentista se demostrado muy fuerte a la hora de condenar al Gobierno español, pero oponerse a las decisiones de la Generalitat suscita reacciones dispares. Por ello, el catedrático de Ciencia Política Joan Subirats cree que ahora lo prioritario es “rebajar la tensión social”.

“Se debe votar sin la Guardia Civil por las calles y con las mesas electorales puestas”, afirma el vicepresidente de la ANC. Sin embargo, dentro de una organización donde circunstancialmente se sientan personas situadas en lugares muy alejados del espectro político, desde la izquierda anticapitalista hasta la derecha cristiana, un 9-N sin urnas podría perturbar la armonía que ha caracterizado al movimiento independentista en los últimos años.

*Con información de Meritxell Rigol

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