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Proceso soberanista (9): ¿Qué disputas está provocando?
Lejos de la fractura social que pregona el Gobierno, el reduccionismo con el que se afronta el debate entre los líderes políticos sí motiva que se radicalicen las posturas entre la ciudadanía
El número de septiembre de La Marea apuesta por analizar el proceso que vive Cataluña sin caer en la guerra de trincheras desde la cual suele abordarse. Publicamos los distintos bloques que forman parte del dossier, que aborda el proceso soberanista catalán desde diversos ángulos con el objetivo de ofrecer las máximas herramientas posibles al lector para comprenderlo.
El debate soberanista no sólo ha provocado posiciones enfrentadas en la esfera política. También lo ha hecho entre la sociedad civil, tanto catalana como española, y muchos ciudadanos han radicalizado sus posturas. El matemático y estudiante de doctorado de Economía en el European University Institute Antoni Ítalo, muy activo en Twitter sobre el proceso soberanista, identifica lo que llama «las dos cavernas»: “Por un lado, en España, hay un sector de gente que entronca en cierta medida con la tradición franquista, y que mantiene posiciones absolutamente injustificables y mucho más agresivas, pero también más fáciles de detectar. En Cataluña, la caverna parte de una cierta sensación de superioridad intelectual, incluso moral, hacia todo lo que viene de España. Pero en el fondo acaban adoptando posiciones que no son tan distintas”, afirma.
A estas alturas, las llamadas a enviar los tanques a Cataluña que se hacen desde algunos medios minoritarios próximos a la ultraderecha española no tienen ninguna repercusión. En la práctica, sólo sirven para suministrar material a programas de zapeo en Cataluña. Con el tiempo, también han perdido fuerza las declaraciones de quienes predicen un escenario apocalíptico para los catalanes si se independizan. Pese a todo, sí se respira cierto temor ante la posibilidad de boicots similares al que sufrió el cava catalán en 2005 después de que el entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, instase a boicotear la candidatura olímpica de Madrid para los Juegos de 2012.
La intolerancia a la crítica también anida en las filas soberanistas. Es esta actitud la que explica que el colectivo Contrastant fuese acusado de «unionista» por rebajar hasta 700.000 personas el millón y medio de manifestantes que participaron en la Diada de 2012, según sus organizadores y los principales medios de comunicación catalanes. El editor de la revista Cafèambllet, Albano Dante, recibe periódicamente acusaciones de españolista por su trabajo de denuncia de la corrupción sistémica en Cataluña. La confesión este verano de Jordi Pujol, sin embargo, parece haber contribuido a que se puedan plantear estas cuestiones sin ser acusado de «atacar el proceso». Gemma Galdón, Doctora en Políticas Públicas de la UB y tertuliana habitual en diversos medios, afirma sentirse liberada: “Ahora puedo decir en Cataluña que CiU es un partido corrupto y que seguramente el caso Pujol se acabe convirtiendo en una Gürtel catalana. Hace unos meses, decirlo habría provocado primero que se me ridiculizara; y quizá también mi expulsión en algunas tertulias”.
La España ‘oculta’ en los medios
En los medios de comunicación, abundan las posturas antagónicas, más que aquellos que navegan entre dos aguas en el debate soberanista. “En los medios lo que interesa es el enfrentamiento entre los que están en contra y los que están a favor. No es noticia que haya gente que no genere demasiada polémica”, señala el periodista Siscu Baiges, miembro de Federalistes d’Esquerres. La crispación también explica la escasez de noticias sobre la España que ama a Cataluña y que vive el proceso soberanista de un modo complejo. «Tienen todo el derecho a decidir qué quieren hacer, pero a mí me gustaría que siguiesen con nosotros», dice Silvia en un bar del centro de Madrid. El último 14 de abril, como en buena parte de los actos del 15-M de Madrid en los que toca la Solfónica, se escuchó cantar L’Estaca, de Lluís Llach. «La verdad es que cuesta imaginarlo. Supongo que ahora no interesa que sepamos estas cosas», reconoce Josep Maria, un médico barcelonés que lamenta que la relación con sus viejos amigos de Madrid se haya deteriorado en los últimos años.
Entre algunos de los emigrantes de otros puntos de España que llevan décadas afincados en Cataluña, la posibilidad de una secesión es recibida con temor. La insuficiente pedagogía sobre el ‘procés’ realizada en algunas zonas de Cataluña con un alto porcentaje de población castellanoparlante, como el barrio de Sant Ildefons de Cornellà de Llobregat (Barcelona), dificulta que los vecinos comprendan incluso los matices entre la independencia y la celebración de la consulta. “A la gente mayor le cuesta mucho diferenciar lo que es el derecho a decidir de la independencia. Este matiz es muy complicado, además porque aquí el 90% de la gente se informa por el circuito estatal. Muchos vecinos me dicen: ‘¿Si os voto a vosotros vais a promover la independencia? ¿Me tendré que ir de vuelta a mi pueblo?’”, explica Arnau Funes, concejal en el ayuntamiento de Cornellà por Iniciativa, un partido que apoya la celebración de la consulta.
*Con información de Toni Martínez y Magda Bandera