Internacional | OTRAS NOTICIAS
Estela de Carlotto: “Los civiles que apoyaron la Dictadura deben responder ante la Justicia”
La presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo cree que en Argentina hay una responsabilidad de empresarios y medios de comunicación que no han respondido por acompañar durante años a la Dictadura
MADRID// El pasado 5 de agosto, la presidenta (y una de sus fundadoras) de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recuperó a su nieto Ignacio Guido, el número 114. “Esto es para los que dicen ‘basta’, para los que pretenden que olvidemos”, dijo en la rueda de prensa que ofreció al poco de conocer la noticia. “Es una reparación para él, para nuestra familia y para la sociedad en su conjunto; pero hay que seguir buscando a los que faltan”. Y, como si estas palabras hubieran sido fruto de una premonición, dos semanas más tarde Abuelas recuperaba a Ana Libertad, hija de Elena De la Cuadra y Héctor Baratti y nieta de la primera presidenta de la organización, ‘Licha’ De la Cuadra, quien falleció en 2008 sin poder abrazarla.
Un mes después de tener consigo a todos sus nietos, De Carlotto recibió otra buena noticia. La Asociación Latinoamericana de Integración resolvió unánimemente convertirla en la primera “Ciudadana Ilustre de América Latina”. Una distinción que decidieron otorgarle en reconocimiento “a su perseverante tarea en la promoción y el respeto irrestricto de los Derechos Humanos así como a su permanente lucha por la Memoria, Verdad y Justicia».
¿Qué supone este nombramiento para usted?
Fue una sorpresa muy agradable. Es la primera vez que se da este título honorífico y han decidido otorgármelo a mí. A principios del próximo mes voy a estar viajando al Uruguay para recibir esta distinción que me honra. Ya era “Ciudadana Ilustre del Mercosur” y ahora me hacen de toda Latinoamérica. Eso quiere decir que estamos ampliando el panorama de la distinción. Realmente siento que represento a todas mis compañeras, porque Abuelas es una agrupación de mujeres que presido desde hace muchos años donde luchamos todas por lo mismo; por eso esta distinción se la hago extensiva a todas mis compañeras, porque en soledad no hubiéramos podido hacer nada.
Acaba de recuperar a su nieto, Ignacio Guido, después de 36 años de búsqueda. Fue el nieto número 114, por lo que ustedes ya tienen experiencia en este tipo de situaciones. ¿Cómo es el proceso de adaptación a su identidad real?
Llevamos buscando a nuestros nietos desde un poco antes de 1977. Nos fuimos juntando y formamos esta institución, que ya tiene 37 años de vida, sin saber bien qué hacer, con mucho desconocimiento, soledad, miedos, peligros… Los primeros niños que encontramos eran pequeños; retornaban al seno familiar con sus abuelas a la espera del regreso de sus padres, cosa que nunca sucedió, por supuesto, y sus apropiadores también cumplían con la condena respectiva porque era un delito grave. Más tarde ya se lo definió como delito de lesa humanidad y hemos seguido encontrando nietos hasta ahora, hasta la nieta 115, una joven posterior a mi nieto. Y en estos casos, ya son hombres y mujeres que deciden por sí mismos; en su mayoría vienen voluntariamente a buscar su verdad porque tienen dudas. Cuando esto sucede, cuando ya se sabe que son hijos de desaparecidos, el proceso de integración a su familia biológica es mucho más sencillo. No hay inconvenientes, se adhieren a hacerlo, van preguntando, se les va contando… Hay toda una relación familiar.
Pero cuando no ocurre así, cuando hay denuncias y es la justicia la que los convoca, la situación es distinta porque a veces hay negativas, hay reticencias y se quedan muy enganchados hacia quienes los criaron, aunque hayan sido los asesinos de sus padres. Por eso a veces tardan años en reconocer a su abuela, en llamarla abuela, en querer saber. A mí, felizmente, me ha tocado con el encuentro de Guido conocer a un muchacho de 36 años muy bueno, muy dispuesto y muy decidido a conocer sus orígenes, a saber de dónde viene, quién es… Todo eso que le quitó la dictadura cívico-militar. O sea que cada caso es distinto, aun con sus similitudes, porque depende mucho de las circunstancias en que se los encuentra.
Las familias que criaron a esos bebes apropiados, ¿eran cómplices de los genocidas o simplemente cuidaron a los bebés porque no tuvieron más remedio?
No, no, no. La gran mayoría de los que se han quedado con nuestros nietos son o bien miembros de las Fuerzas Armadas de Seguridad, o bien civiles cómplices como jueces o empresarios. Hemos encontrado alrededor de 15 matrimonios a los que sí podemos llamar inocentes. Eran personas que no podían tener hijos propios y que recurrían a la Justicia para encontrar un niño, darle un hogar y amarlo como si fuera el hijo de ellos. En estos casos, esta gente a la que se le entregó un niño nuestro y que ignoraban su procedencia no son responsables, no hay delito. Cumplieron con la ley, con el proceso de inscripción de un niño adoptado. Además, cuando llegamos las Abuelas ellos nunca cerraron la puerta y realmente se avinieron a que el niño conociera su verdad, a su familia. Es gente, insisto, de buena fe donde no hay condena posible porque ellos lo hicieron bien. Pero son muy pocos. La mayoría [dice alargando la palabra], la mayoría de los apropiadores son miembros de las Fuerzas Armadas de Seguridad y civiles, repito, que aprovechando la indefensión de nuestras hijas se quedaban con sus niños para criarlos como hijos.
La tía de Ana Libertad, la nieta que fue recuperada después de Guido, señaló a Jorge Bergoglio como uno de los cómplices del robo de bebés y de la desaparición de miles de argentinos durante la dictadura. ¿Cuál es la postura de Abuelas respecto al papa?
Esa versión la tiene la familia de Ana Libertad, que dice que se entrevistaron con Bergoglio y por eso hicieron esa denuncia. Nosotros no formamos parte de esa información y por lo tanto no podemos arrojar ninguna opinión al respecto. Sobre todo viendo que en la actualidad el papa Francisco, que así se llama ahora, es un hombre muy claro y respetuoso de los Derechos Humanos. Nos cuesta un poco creerlo, pero si la familia dice que habló con él y que Bergoglio, que en ese momento no era más que un prelado importante de Buenos Aires, les ocultó información, es algo que nosotros no podemos manejar.
Lo que está claro es que Bergoglio ahora sí tiene capacidad para instar a la Iglesia Católica argentina a desclasificar documentos que ayuden a encontrar tanto a los 30.000 desaparecidos de la dictadura como a los nietos a los que aún está pendiente restituirles su identidad, ¿no?
Sí, sí, sí. De hecho nosotros ya estuvimos reunidos con Bergoglio y nos dijo que contáramos con él. Ya estamos reuniéndonos, acá en Buenos Aires, con las más altas autoridades de la Iglesia católica para combinar estrategias, ver si encontramos archivos… Porque sí es cierto que hubo organizaciones de la Iglesia, de monjas, que trataban de entregar a nuestros nietitos a cualquier persona menos a sus familias. O sea, que hubo responsabilidades en algunas organizaciones católicas que se ocupaban de este tema. Estamos en contacto, elaborando estrategias de trabajo y vemos que en la Iglesia, en este momento, hay muy buena disposición.
En la megacausa por los delitos de lesa humanidad cometidos en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) se ha llamado a declarar a miembros de la sociedad civil argentina. ¿Desde Abuelas creen que fueron solamente cómplices o instigadores de los militares?
Bueno, lo que sí es cierto es que hay una sociedad civil cómplice. La gente de dinero, los que tienen muchas empresas, la oligarquía, como los llamamos acá, fueron siempre los que golpearon los cuarteles para que los militares invadieran el poder político legal. Y en esta oportunidad también. Creemos que hay una responsabilidad de civiles, de empresarios, medios de comunicación monopólicos, que han acompañado a la dictadura y que, por supuesto, tienen que rendir ante la justicia por esta responsabilidad. De hecho, por eso se está juzgando no solo a los militares sino también a los civiles por su papel en este terrorismo de Estado. Así que creemos que ellos también tienen que comparecer ante la justicia para explicar qué hicieron y qué no durante esta dictadura.
No es la primera vez que se dice que el bueno de Jorge Bergoglio ha sido cómplice, como mínimo con su silencio, de los crímenes de la dictadura argentina.
¿no es verdad, Estela?