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Ayer murió un banquero
" Según la prensa, un hombre campechano que siempre ha velado por los intereses de su negocio, España", asegura el autor
En una de las últimas conversaciones con su hijo, un viejo y cansado Vito Corleone le reconocía a Michael que hubiera querido un futuro distinto para él. Le hubiera gustado verlo manejando los hilos del poder. Sentado en la silla de mimbre del jardín, Don Vito soñaba en voz alta sobre el futuro, ya pasado, de su hijo, el nuevo Padrino. Se lo imaginaba sentado en sillas de despachos más acolchadas que las de mimbre: “Gobernador Corleone, Senador Corleone…“, decía con melancolía de lo que nunca había pasado. Eran otros tiempos. Unos tiempos en los que se pensaba que los hilos del poder los manejaban los políticos.
Don Vito vivió una edad complicada para los negocios a gran escala. Por aquel entonces las relaciones entre las grandes familias no se basaban en OPAS o en holdings como ahora. En aquella época las distintas familias negociaban con pistolas escondidas en la cisterna del baño, las OPAS más agresivas no iban mucho más allá de comprar un casino en Las Vegas y los holdings aún no llegaban tan lejos como para gobernar países. Mucha sangre para tan poco premio. De ahí el anhelo de tener más manchándose menos las manos del viejo Vito para su hijo Michael.
Un día cualquiera Don Vito murió. Había sido un hombre poderoso y campechano que siempre había velado por los intereses de la familia. Un hombre que siempre trató bien a la gente a la que había que tratar bien, haciendo favores a devolver que él se empeñaba en decir que quizá nunca fuesen requeridos, pero que siempre lo eran. Un hombre de cultura, Don Vito apadrinó a estrellas del momento. A su entierro acudió gente respetable a presentar sus respetos, mucha gente poderosa que se acerca al poder para hablar bien de él y para hacer negocios. Unos negocios que tras la muerte de Vito nunca más serían lo mismo.
Años más tarde, casi sin percibirlo el espectador al recorrer el camino que va desde la primera hasta la tercera de la trilogía, los negocios estarían instalados en la modernidad. Los Corleone supieron adaptarse a los nuevos tiempos. Todo ese dinero manchado de sangre, mojado por el agua estancada de cisternas de baño donde se esconden pistolas, tendría que ser limpiado y bendecido por la Banca Vaticana. La Banca. Michael, un hombre moderno, había encontrado una forma de cumplir los anhelos de su padre y llevarlos un nivel más allá. Michael había conocido un nuevo mundo con el que su padre probablemente ni siquiera había soñado. Un mundo en el que los hilos del poder ya no olían directamente a sangre porque el poderoso tenía a otra gente que se encargaba de esos asuntos: los gobernadores, los senadores…
Ayer murió un banquero. Según la prensa un hombre campechano que siempre ha velado por los intereses de su negocio, España. Un hombre que ha apadrinado estrellas. Un hombre que siempre trató bien a la gente que había que tratar bien a cambio de favores que siempre eran requeridos. A su entierro acudirá gente respetable a presentar sus respetos.
Casi un santo, vamos.
Tanto que ha hecho por sus semejantes y que poco parecen haberlo sentido.
LAS EPOCAS PASADAS SIEMPRE FUERON MEJORES, SIEMPRE, LA PALABRA EN UN NEGOCIO ERA COMO UNA FIRMA, NADA DE DEMANAS JUDICIALES, YO POR ESO DIGO SIEMPRE, COMO BUEN JUGADOR SE PAGAR MIS DEUDAS….Y TAMBIEN SE COBRARLAS
Murió y no podrá enterrarse con su botín. La muerte iguala a todos.
A su entierro asistirán sus herederos y su consorte, con quien mantenía desde hace décadas una relación calcada a la de Juan Carlos y Sofía (cosas de reyes). El funeral estará lleno de cortesanos financieros, de codilleros que intentarán hacerse un hueco en el vacío de poder, de enemigos interpretando un papelón…
Acudirán antiguos tiburones defenestrados, solos y asustados porque saben que serán los siguientes. Así, se reencuentran a un mismo tiempo con su pasado y con su futuro más próximo.