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Muere Botín, el patriarca de la banca

El banquero cántabro se llevaba bien tanto con la derecha como con la izquierda. Siempre, en el interés del primer banco de Europa.

MADRID // Tres semanas antes de cumplir los 80 años, Emilio Botín ha muerto. El presidente del Santander, el banquero y empresario más poderoso del país, falleció en la noche del martes por un infarto de miocardio. A pesar de su edad, en sus últimas declaraciones públicas el banquero cántabro no había manifestado ninguna intención de dejar la presidencia de la entidad que ostentaba desde hace 28 años. El consejo del Santander se reúne esta tarde para elegir un sucesor.

Botín era el más longevo de todos los banqueros españoles y el más hábil para hacer negocios, según atestiguan incluso sus rivales. Desde que heredó la presidencia de su padre Emilio, en 1986, convirtió un banco de provincia, que llevaba tres generaciones en manos de la familia Botín, en un líder mundial. Es la mayor entidad europea por valor en bolsa (91.000 millones de euros) y los activos que gestiona equivalen al PIB de España. El Santander gana mucho más dinero en el extranjero: Reino Unido y Brasil superan al mercado doméstico, que últimamente solo aportó un 8% al resultado.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y otros políticos y empresarios han expresado su consternación por la inesperada muerte del patriarca de los Botín. Como todo buen banquero, Emilio Botín supo llevarse bien tanto con la derecha como con la izquierda. Lo importante para el interés del banco era siempre apoyar a quien estuviera en el poder.

Su padre Emilio, un conservador, admirador de Manuel Fraga y que elogiaba públicamente la política económica del franquismo, tuvo que apañárselas con los socialistas después del triunfo electoral de Felipe González en 1982. Recelosos del poder de la banca y otros grandes conglomerados como Rumasa, los dirigentes del PSOE lograron que Botín Senior se deshiciera de sus participaciones industriales y se concentrara en el negocio bancario. Una política que siguió su hijo. A diferencia de competidores como La Caixa o BBVA, el Santander no tiene grandes paquetes accionariales de control en importantes empresas industriales o de servicios.

Indemnizaciones escandalosas

Emilio Botín heredó la presidencia de su padre en 1986 y tardó poco en convertir el Banco Santander en el número uno del país. Primero con la adquisición de Banesto en 1994, y después con la fusión con el Banco Central Hispano. En el proceso de fusión hubo una dura pugna de poder entre Botín y los ejecutivos del BCH que el cántabro decidió para su bando a cambio de unas prejubilaciones que suman 150 millones de euros para Ángel Corcóstegui y José María Amusátegui, que provocaron un escándalo en aquella época. En 2006 un tribunal absolvió a Botín y estos dos exdirectivos del delito de apropiación indebida. Para entonces, el banco ya se había desprendido del apellido BCH para volver a ser el Santander de la llamita roja de toda la vida. Después se aceleró la expansión internacional con importantes adquisiciones de bancos en Brasil, Reino Unido y otros países.

Siempre del lado del poder, Botín apoyaba a José María Aznar para luego convertirse en uno de los principales aliados del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando la economía española empezó a hundirse tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, el presidente del Santander elogiaba las recetas de Zapatero y le animó públicamente a apurar la legislatura. En el último consejo del Gobierno antes de abandonar La Moncloa, Zapatero dio el indulto al entonces consejero delegado del Santander Alfredo Sáenz, condenado a inhabilitación por las irregularidades en Banesto. La medida de gracia fue concebida como un último favor a Botín, aunque Sáenz finalmente salió del banco en 2013, cuando el Tribunal Supremo anuló el indulto.

Deudas de los partidos

La influencia de Botín en la política no se debía sólo a su cercanía a las altas esferas del poder –como los jefes de otras grandes empresas del Ibex-35 se reunía frecuentemente con el presidente del Gobierno, a quién en ocasiones acompañaba en viajes al extranjero–. El Santander, al igual que otros bancos, se ganaba favores al condonar a los partidos políticos deudas de vez en cuando, una práctica que la nueva ley de transparencia pretende terminar.

Al igual que hizo con Zapatero, Botín no escatimaba elogios para la política económica de Rajoy y fue uno de los primeros ejecutivos en certificar la salida de la crisis. Tal fue su entusiasmo que dejó perplejo a los ciudadanos con la afirmación el año pasado de que España vive “un momento fantástico”. “El dinero está llegando de todos lados”, añadió. Una observación cierta desde la perspectiva de la banca.

También es notorio el poder sobre los medios de comunicación de Botín, una persona muy recelosa de su imagen pública. El presidente del Santander no solía aparecer en fiestas u otros actos de sociedad más que lo estrictamente necesario. Su esposa Paloma O’Shea es una mecenas muy activa de las artes. De sus pasiones privadas se conocía la afición a la caza mayor, preferiblemente en África, y últimamente la Fórmula Uno, donde acudía asiduamente a las carreras para apoyar al Ferrari pilotado por Fernando Alonso y patrocinado por la llama roja. El Santander ha tomado una participación directa en el grupo Prisa, editora del diario El País. En otros medios se hace notar el inmenso presupuesto de publicidad del banco, uno de los principales anunciantes del país.

El Santander ha capeado la crisis económica en España mejor que la mayoría del sector, golpeado por la herencia del ladrillo. En sus últimas intervenciones, Botín insistía mucho en el hecho de que su entidad no tuvo que pedir “ni un euro” de ayudas públicas para la banca, obviando el hecho de que estas ayudas a la competencia pretendían evitar el hundimiento del sistema bancario en su conjunto, algo que indudablemente beneficia también al Santander. La entidad tiene su propio escándalo de preferentes. La Audiencia Nacional investiga la venta de Santander Valores, un producto financiero especulativo, que supuestamente se ha colocado a los clientes sin la información adecuada.

La cuenta en Suiza

El otro escándalo de Botín fue la revelación de una fortuna oculta en Suiza, por cuya regularización la familia pagó 200 millones de euros a Hacienda. Según los Botín, se trataba de un dinero que su abuelo había sacado del país cuando estalló la Guerra Civil. Emilio Botín y cinco de sus hijos había salido en la lista de supuestos defraudadores fiscales del exempleado del banco HSBC en Suiza, Hervé Falciani. En 2012 la Audiencia Nacional archivó la causa contra el clan.

Los empleados del banco recordarán el hiperliderazgo de Botín, un banquero de pura sangre que intentaba ejercer un control total. Son legendarias sus visitas por sorpresa a las filiales o la revisión minuciosa de ciertos préstamos individuales. Botín tenía una auténtica obsesión con la rentabilidad y la eficacia del banco, por lo cual apremiaba a la plantilla a trabajar al máximo.

Tenía unos hábitos de vida muy saludables, lo cual le motivaba para seguir al frente del banco un tiempo más. Cuando tomó las riendas de su padre en 1986 tenía 52 años, uno menos que hoy tiene su hija Ana Patricia, que se perfila como sucesora.

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Comentarios
  1. Las altas esferas del poder son los grandes banqueros. Los políticos son sus mayordomos.
    ¿Fué alguna vez de izquierdas el PSOE?
    ¡El daño que ha hecho y todavía está haciendo a la izquierda es incalculable!.

  2. ¿Qué se puede esperar de un país en el que el mayor banquero se llama Botín; el yate del ex Monarca Bribón; la ministra de Sanidad Mato y la alcaldesa de la capital de las españas Botella.

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