Opinión
Advertencia para ingenuos: Ciencia, hipótesis y evidencia empírica
Las teorías sin una mínima base empírica son, en el mejor de los casos, promesas de futuro, y en el peor, literatura de baratillo, comenta el autor
Un axioma básico en ciencia es que no existen datos “desnudos”, es decir, sin interpretación, de igual forma que no hay interpretaciones (=teorías, hipótesis) sin datos. Si no fuera así, el simple hecho empírico de un conejo saliendo de una chistera nos llevaría a los tiempos de la generación espontánea, es decir, mucho antes de Pasteur. Ponerlo en el contexto del ilusionismo ayuda a delimitar nuestras inferencias; también de este contexto se aprovechan en neurociencia.
Lo que sí ocurre a veces, es que hay un exceso de interpretación, un exceso de teorías, para muy poca evidencia.
Viene esto a cuento de un artículo publicado en Mayo de este año en la revista Frontiers in Psichology titulado “The mistery of language evolution” (El misterio de la evolución del lenguaje). El trabajo está firmado por ocho autores entre los que se encuentran Noam Chomsky –demasiado conocido para necesitar presentación- Richard Lewontin, evolucionista de la Universidad de Harvard, Ian Tattersal, paleoantropólogo del Museo de Historia Natural de Nueva York y Robert C. Berwick del MIT y autor reciente de un trabajo que cuestionaba la representatividad de un cierto número de trabajos publicados en el ámbito de la Psicología Evolutiva. Es decir, autoridades en su materia y de innegable legitimidad como excelentes científicos
Lo que exponen en el trabajo es algo que cualquiera debidamente formado puede comprobar, a saber: que no existe suficiente evidencia empírica para apoyar ninguna de las especulaciones que sobre la evolución del lenguaje se han publicado en los últimos 40 años.
Para decirlo con las mismas palabras que los autores, en el resumen del trabajo (bueno, las mismas, pero traducidas):
- Los estudios de animales no humanos (sic) no proporcionan ningún paralelo lingüístico relevante con la comunicación humana y nada de la capacidad biológica subyacente.
- La evidencia fósil y arqueológica no informa nuestra comprensión de las representaciones y cómputos de nuestros antepasados iniciales, dejando los detalles del origen y las presiones selectivas sin resolver.
- Nuestra comprensión de la genética del lenguaje es tan pobre que hay poca esperanza de conectar los genes a los procesos lingüísticos en un breve plazo, y
- Todos los intentos de modelización han hecho suposiciones infundadas y no han proporcionado test empíricos, dejando cualquier comprensión sobre el origen del lenguaje sin posible verificación
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Aprovecho para traer a colación una anécdota de hace unos años a este respecto. En un artículo publicado en El País en 2004 el investigador del CSIC Xavier Bellés, se hacía eco de las investigaciones de Satoshi Kanazawa, sobre la productividad de los científicos en relación a su edad. El artículo me llamó la atención, accedí al trabajo de Kanazawa y lo estudié con detalle. No me convenció y le escribí pidiéndole su base de datos que ofrecía on request (bajo petición) en el mismo artículo. Tras insistir varias veces, tuve que escribir al editor para que me lo mandara. La base de datos estaba lo suficientemente confusa como para no poder repetir su análisis. Algo poco frecuente en ciencia, pues lo normal es que métodos, datos y software estén frecuentemente accesibles con la propia publicación. Obviamente, el caso de Kanazawa era especial, como se ha demostrado con el tiempo. Casi 70 científicos han condenado su trabajo, declarando que es mala ciencia, y hay publicadas 24 críticas a sus trabajos por parte de 50 científicos, a los que Kanazawa no ha contestado. Autor de un revuelo considerable, tras publicar en su blog una entrada con el título Why Are Black Women Less Physically Attractive Than Other Women? (“Por qué las mujeres negras son menos atractivas físicamente que otras mujeres”), que le obligó a retractarse y pedir disculpas al director de su empleador, la London School of Economics, también es el autor del artículo Beautiful people have more daughters (“La gente hermosa tiene más hijas”) que otros investigadores han analizado y han determinado que los datos no apoyan las conclusiones de Kanazawa. Pero qué duda cabe que algunos de esos títulos son un buen motivo de pesca y exhibición de cierta prensa, para asombro y escándalo de incautos.
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Pero volviendo al artículo motivo de esta notas sobre la evolución del lenguaje, sirva esto como aviso de que las teorías sin una mínima base empírica son, en el mejor de los casos, promesas de futuro, y en el peor, literatura de baratillo.
Esto, que han necesitado explicitar una vez más en 2014 los autores mencionados ya lo había pedido en 1910 el biómetra (=estadístico aplicado a la biología) inglés Karl Pearson cuando, en una polémica sobre la herencia y alcoholismo terminó exclamando: “The statistics on the table”, o lo que es lo mismo, “los datos sobre la mesa”.
Nosotros sólo añadiríamos: pero a poder ser en una base de datos comprensible y completa.
(Gracias a L. Vaticón por sus sugerencias)
Querido Antonio, no puedo estar mas de acuerdo contigo: veamos los datos y después si acaso hablamos de teorías. Si me permites la pedantería, y por si te gusta la cita, te envío un par de versos bastante famosos de Goethe, que me gustan especialmente y que chispa más o menos vienen a transmitir la misma idea, aunque en clave poética:
«Grau, teurer Freund, ist alle Theorie / Und grün des Lebens goldner Baum»
Un abrazo fuerte.
Estupenda frase, Carlos. Como diría Stigler, siempre ha habido uno antes 🙂